Por Francisco Xavier Ortiz
— Edna, he escuchado con detenimiento tus inquietudes y los temas acerca de tu acercamiento a las culturas originarias, particularmente a la cultura rarámuri. Me ha conmovido tu preocupación por enaltecer su lengua, sus cosmovisiones, sus prácticas culturales, prevalecientes no solo en la sierra sino en las localidades urbanas como Cuauhtémoc y Chihuahua, como dices.
Tu afán y compromiso por “empoderar” la cultura y la lengua rarámuri desde la música –donde las hibridaciones, los ensambles y los diálogos interculturales lo hacen posible– me han movido a enviarte este pequeño texto para alentarte en tu trabajo y felicitarte por ello, sin conocerte y por el puro gusto de celebrar el talento y el compromiso.
Conozco a Martín Chávez, Makawi, desde que era un adolescente y creo que su sabiduría, de la que has abrevado, ha brotado (brota) desde su compromiso identitario rarámuri, pero siempre abierto a compartirlo y a conversarlo –aún en condiciones de inequidad– con otras culturas, especialmente con la cultura mestiza de la que formamos parte tú y yo.
Por tan afortunada convivencia, él y tú, artistas natos, han mostrado al mundo la comprensión y la mutua riqueza que da la conversación entre culturas a través de un elemento que los empatiza pese sus diferencias culturales: la música.
Debo reiterar que te desconocía a ti y a tu trayectoria artística hasta escuchar tus emotivas palabras en la entrevista esta mañana en Radio Universidad. Y de ahí el paso obligado fue rastrear en la internet para acercarme a tu música y a tu quehacer profesional.
Escuché con suma atención el tema musical emitido durante la entrevista radiofónica: Nekowala (el guerrero) un sueño rarámuri; y luego en youtube (https://www.youtube.com/watch?v=SVI_jjsYYZ4).
Me parece que el ensamble musical, intercultural, que emerge de las entrañas del chapareque como brote esencial de tan extraordinaria pieza, resume estos esfuerzos que revitalizan el idioma rarámuri al compas de percusiones y sonidos indie –el aporte profesional tuyo y de tus colegas–, para materializar esa utopía anhelada: la armonía de los seres humanos, síntesis apacible de los seres vivos en sus diferencias.
Enhorabuena, Edna Ordoñez, tu revolución socio-musical va siendo una realidad.
Francisco Xavier Ortiz
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