Por Héctor Mario Armendáriz Ponce*
— Para la mayoría de nosotros resulta casi imposible y perezoso enfrentarnos y decidir entre lo sacro y profano de la llamada “Pandemia del SARS-COV-2”; primero porque a muchos nos invita la apatía y la comodidad mental de tomar el camino fácil, que sería lo sacro: es decir, no cuestionar y aceptar todo lo que nos dicen del coronavirus como sagrado, dogmático, irrebatible e incuestionable, por lo que sería profano dudar o cuestionar dicha información vertida en todos los medios del virus, su origen real y tratamientos alternativos efectivos.
Los discursos obsesivos, repetitivos, las medidas y restricciones de distancia e higiene, los no contactos como leprosos con tratamientos desinfectantes interminables y agresivos propuestos por los llamados “expertos orgánicos” y sus estrategias mediáticas alienantes que solo han provocado potencializar y exaltar el “Pathos”, haciéndonos empáticos compulsivos con nuestros miedos, dolor y sufrimiento existencial; logrando con ello que perdamos el control y la esperanza de nuestras vidas al no tenerla decisión propia de ser nosotros mismos.
El objetivo de esta plandemia es el control absoluto para que asumamos como última opción de vida y esperanza a la obediencia ciega, el aislamiento depresivo y la resignación enajenada a unas vacunas contra el covid19 como única solución de vida emergente sin ser probadas aún con todos los protocolos epidemiológicos y clínicos; mismos que las certifiquen como seguras y eficaces.
Son varias las situaciones que se han vivido en varios países para afrontar esta enfermedad, lo que se observó fue que predominaron los “médicos orgánicos”, quienes negaron las autopsias para verificar las causas verdaderas de muerte, negaron cualquier alternativa o tratamiento de sanación que no fuera las de la OMS, pues no cedieron ni aceptaron nada fuera de su maquiavélico plan para aterrorizar, detener, vacunar y asfixiar al mundo.
Estos comparsas de la hegemonía suprimieron las voces de resistencia médica-informativa capaces de revelar otras versiones de los hechos, suprimieron cualquier derecho de réplica, negaron rotundamente cualquier otra versión o explicación del origen y tratamiento de la enfermedad mismas que pusieran en entredicho su maléfico plan. Encapsularon mediáticamente a las comunidades médico-científicas que contradecían y ponían en entredicho sus discursos totalizadores, se levantaron como un muro sordo y ciego, ya que tacharon como profano el hecho de validar o utilizar algún tratamiento alternativo barato, eficaz y al alcance de todos como son la herbolaria, la plata coloidal, el dióxido de cloro, desparasitadores como la Ivermectina, hidroxicloroquina, antiinflamatorios, nanomoléculas de cítricos, entre otros; negaron sistemáticamente la oportunidad de experimentar otros tratamientos que no utilizaran los respiradores mecánicos, aparatos que por informaciones de médicos no zombis resultaron ser de una alta mortalidad garantizada.
Estos mercaderes de la salud son muy estrictos y sistemáticos cuando surge algo que va en contra de sus intereses, ya que exigen se cumplan con los todos estándares de seguridad y eficacia, grupos de pruebas, ensayos clínicos y contraste de laboratorios, tests y postets, etc., pero no asumen esta posición de exigencia y rechazo ante las vacunas de microondas, dicho así por su “rapidez” en su creación, sin pruebas rigurosas ni tiempos de estudios para ver sus repercusiones o efectos secundarios; en esto ya tienen línea de las farmacéuticas… no hay problema, sin protocolos aplíquenselas a todo el mundo menos a ellos mismos y a sus familias, es decir, quien piense lo contrario de sus discursos serán señalados como profanos conspiracionistas o negacionistas, anticientíficos, conspiranoicos, o complotistas… descalificados ipso facto.
Como se dice en el párrafo anterior, todo el sistema está apuntando toda su artillería contra aquellos científicos, médicos, investigadores y expertos no afines a sus teorías plandémicas que pongan en entredicho este discurso de control y sometimiento al intentar reflexionar, informar, cuestionar y ponderar otras explicaciones o respuestas, otros tratamientos, otras substancias o fármacos de manera alterna o lateral a lo impuesto por los intereses hegemónicos farmacéuticos-hospitalarios, serán señalados y descalificados como portadores de un contra discurso peligroso que atenta contra este inmenso y maquiavélico rompecabezas de intereses globales de la llamada pandemia por la OMS.
Los que pensamos que todo esto corresponde a un funesto plan para desconocer y destruir nuestro historial de salud e inmunidad natural para imponer un futuro totalitario enfermizo dependiente de fármacos y vacunas modificadas genéticamente, todo para sin resistencia vivir y aceptar esta nueva y funesta realidad planeada. Todo lo anterior es el resultado de lo que fuimos y somos hasta hoy: una sociedad de parias egoístas e individualistas, característicos en una sociedad consumista deshumanizada, perdimos la oportunidad como seres gregarios de luchar por nuestra libertad y con la plandemia está garantizado el vivir sumidos como entes apáticos sin capacidad de respuesta.
Nuestros derechos humanos han sido enajenados por los grandes y hegemónicos intereses del poder profundo, quienes sin pudor y abiertamente se abren de capa y se legitiman día a día a través de la mayoría de las llamadas comunidades científicas y corporaciones de comunicación. Lo que se ha demostrado en los últimos 9 meses en la realidad, es que cedimos nuestro espacio de poder, asumimos una pasividad de conformismo, obediencia y cosificación, cedimos el control y aceptamos de manera sumisa su plandemia, comprobaron una vez más que es suficiente usar la estrategia del miedo, ya comprobada por el jefe de campaña de Adolf Hitler; Joseph Goebbels:“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Plantadas las élites hegemónicas (Rockefeller, Rothschild, Walton, Krump, Koch, Mars, Morgan, Dupont, Bush,etc.) desde hace mucho tiempo como dueños del manejo del sistema económico mundial, del conocimiento y la información considerada como verdadera y científica, vemos en los resultados globales que imponen y predominan sin mayor resistencia sus intereses sobre las vidas humanas, la modernidad globalizadora resulta desnuda ante los hechos por ser una contradicción hacia la vida y la libertad.
Los medios de desinformación y las redes enajenantes sociales son armas de sometimiento muy eficaces para la legitimidad de la plandemia, maquiavélicamente en todos los medios resuenan como trompetas del apocalipsis sus explicaciones repetitivas y engañosas, solo te permiten ver y escuchar sus “verdades”, éstas sólo reflejan los oscuros intereses de los trust financieros y de las grandes e intocables corporaciones químico-farmacéuticas.
Las explicaciones de los mesías “científicos mercaderes de la salud”, resultan absurdas, porque para bien o para mal, son reconocidos únicamente por ellos mismos, pero en los resultados globales de su plan sólo se observó una quiebra y asfixia económica, encierro inútil de personas sanas, cuarentenas traumáticas ineficientes, clima generalizado de pánico y terror con una desintegración del tejido social y su correspondiente ruptura de la cohesión social.
Se comprobó que las medidas draconianas sólo nos arrojaron un nulo o disperso control de los contagios, porque es imposible aislar o detener mecánicamente la propagación de un virus, estos cumplen ciclos reproductivos naturales de contagio y dispersión creando (en el caso de los contagiados por coronavirus) en un 95%, de los huéspedes síntomas leves o moderados y en un 3% casos serios y graves; para menos del 2% de los pacientes resulta mortal, por lo que la gran mayoría crea su respectiva inmunidad a los virus y así ha sido en toda la historia de la humanidad.
Qué se ha demostrado con las anteriores políticas infodémicas epidemiológicas…que hasta septiembre del 2020 hay casi 1 millón de muertes por COVID 19 (diferentes comunidades médicas de la resistencia en varios hospitales del mundo informaron que más del 80 % de la defunciones por causas diferentes al coronavirus eran registradas como muerte por covid-19, la OMS lo negó por supuesto) la cifra anterior resulta ser una mortandad estándar para una epidemia o comparándola con otras causas de mortalidad es mucho menor a cualquier otra epidemia de influenza o gripe, para comprobarlo basta ver las estadísticas de mortandad históricas mundiales cada año: de diabetes 2 millones, cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares 16 millones, cáncer 18 millones, infecciones respiratorias 3 millones y lo más grave de todo y sin cuarentena, sin vacunas, ni caretas o geles, más de 7 millones de niños menores de 15 años (Unicef) mueren por hambre en el mundo y así por el estilo.
Los datos comprobaron que no se contuvo el virus con los confinamientos, en varios países no se guardaron aislamientos o cuarentenas y mostraron en el transcurso de la plandemia las mismas o inferiores cifras de contagios, hospitalizados o defunciones comparados con los países que sí lo llevaron a cabo y hasta exageraron hasta la locura con las medidas dictadas por la OMS.
Por las cifras reveladas hasta el momento, hay serias dudas de los verdaderos intereses ocultos de esta plandemia y sobre la efectividad de los tratamientos médicos propuestos por la OMS, de los fármacos, terapias de asistencia respiratoria que comprobaron poca eficiencia y alta mortalidad.
De las futuras vacunas ni que decir, se habla de vacunas alteradas genéticamente con graves efectos secundarios y el siniestro plan de una vacunación obligatoria, tal y como lo anunció Bill Gates en una conferencia sobre las nuevas vacunas como parte de las medidas para reducir la población mundial de un 10 o 15 por ciento; si esta punta del iceberg que anunció Anthony S. Fauci MD en el 2017 de que habría una pandemia durante la administración de Trump, algo o mucho de esta nueva realidad está muy mal y creo que ser profano no suena tan descabellado.
- *Profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia de Chihuahua