Temor o enojo

Por Lilia Ana Cisneros Luján

— No estamos aún en el tiempo de concluir si el miedo es mayor al enojo social y mucho menos es posible determinar las dimensiones respectivas de las cuatro crisis ¿Son solo tres o se elevan a cinco? que abruman no sólo a México sino al mundo entero.  Para quienes estamos viviendo en el séptimo piso de nuestra vida, las crisis, económicas son algo conocido, incluso nuestros hijos de hecho nacieron y crecieron con esa palabra en su contexto educativo. Si de aspectos sanitarios hablamos ¿Quién no recuerda los cubre bocas –con todo y bromas añadidos como los que resultaron de la deficiente lectura de un discurso de la lideresa de los maestros– de hace poco más de una década con motivo de H1N1?

La seguridad es un tema recurrente en noticias, pláticas de conocidos y por supuesto no pueden faltar los referentes a personas como el Negro (Arturo) Durazo que, a golpe de autoritarismo, ponía en orden a quien se pasaba de la raya. Por supuesto el manejo de la seguridad en el entonces Distrito Federal, le dio para dos grandes construcciones una en Tlalpan y la otra en Guerrero, que hoy por hoy son parte del acervo de desperdicios de nuestra historia.

Pero además de lo económico, lo sanitario y la seguridad, están en el panorama cuando menos otras dos crisis: una es la medio ambiental o ecológica y la quinta la referente a la estructura misma del Estado, al cual nos estamos refiriendo. Por lo que se refiere a los problemas que derivan en cambio de clima y los riesgos que suponen las inundaciones, los desgajes de cerros y sobre todo en estas últimas dos décadas los incendios, el mundo podría hacer una montaña con los papeles de los convenios suscritos por más de una centena de naciones para reducir contaminantes en el oxígeno, limpiar los océanos, cambiar la producción de energía por sistemas menos agresivos que la quema de fósiles y hoy mismo nos enteramos de todo un proyecto de limpieza de la atmósfera exterior para reducir a nada la basura que orbita en derredor del planeta.

Dependiendo del interés particular del analista, los economistas por ejemplo nos aseguran que para dinamizar la economía hay promover el crecimiento y este depende de la inversión. Los matices le dan al capital diversos adjetivos, hay quienes dicen que el capital es cobarde –por eso huye cuando hay riesgo de crisis– otros aseguran que es voraz cuando se trata del “gran capital” y unos más afirman que el auténtico capital resulta del ahorro; pero no el del agiotista sino el de quién logra manejarse como capitalista productivo. ¿Qué capitalistas, tienen miedo y cuales consideran que las dificultades sanitarias por las que atravesamos significan en sí mismas una oportunidad?

La crisis de seguridad también debe mirarse desde sus diversas aristas. En las democracias disfuncionales dirigidas casi siempre por políticos de ocurrencias, las amenazas delincuenciales pueden manejarse como una auténtica guerra o en el otro extremo exhortar a acciones de arrepentimiento y rectificación de conductas ¿Qué es más efectivo en estas antítesis? ¿Cómo se explica que los grupos sociales tomen el intento de corrección y la respuesta gris o nula a la impunidad con acciones como la de Fuente Ovejuna?[1] De las hasta este momento cuatro crisis mencionadas, ¿cuál es la más importante? ¿Se pueden tratar de forma separada? ¿Alguna de estas influye sobre las otras?

La respuesta a juicio de los expertos en derecho está justamente en la estructura de una nación que, por la vía del derecho, regula las acciones preventivas y reactivas de las 4 crisis hasta ahora identificadas. El tema de la corrupción, incide en aspectos penales, electorales, económico y por ende sanitarios. ¿Cuál hubiese sido en manejo del covid-19 si no se hubiera dado un mazazo al seguro popular? ¿Cómo podría un comisionado que no es médico ni especialista en la materia haber afrontado esta afectación de un virus en extremo contagioso? Las desgracias resultado de los fenómenos naturales, ¿serían tan catastróficas, se cumpliera la ley[2] en cuanto a deforestación, consideración de dinámica de suelos, orden en permisos de construcción o abuso de asentamientos poblacionales, comercio informal etc. en materia de adecuación urbana?

El Foro Económico Mundial (WEF), apenas hace unos meses, reconoció que el sistema jurídico de todo el planeta está en crisis debido al aumento de leyes, la complejidad de los procesos, el costo de la aplicación de la norma, las diferencias en cuanto al manejo de la tecnología  –distinto en diversas instancias de un país y no asimilado por todos los que laboran en el poder judicial y aun por sus usuarios– y en muchos casos el intento de aplicación de sistemas que no son compatibles con la historia y sociología de países cuyos legisladores, simplemente copian lo que les parece más atractivo y populista. ¿Utilizar la ley como instrumento de venganza o de discurso electorero, abona a la crisis íntegra de una nación? El temor que se genera en pequeños empresarios o profesionales dedicados a actividades mercantiles, cuando escuchan que se deben hacer leyes más fuertes a la par que como resultado del despido de cientos de especialistas que laboraban en el SAT, está a un paso de convertirse en enojo, cuando no puede obtener una cita para aclarar porque le han puesto una multa si ni siquiera ha operado los últimos meses debido a la crisis, solo porque alguien consideró benéfico a su causa, asegurar que todos los empresarios con corruptos.


[1] Título de novela de Lope de Vega, en la cual un pueblo de ese nombre harto de la ineficacia de su gobierno, y ante la no respuesta a la demanda de justicia lincha a el comendador y cuando se investiga quien lo mató la respuesta es “fuenteovejuna Señor”[2] El hecho de que una OSC, vinculada con Greenpeace, hayan avanzado en la protección judicial para quienes desean cambiar a la CFE y en general las empresas –básicamente estatales– que más contaminan, por generadoras menos contaminantes, debería ser la motivación para impedir que las modificaciones a nuestro sistema judicial se impidan al reconocer que estas no pretenden ni la justicia, ni la protección de la población, sino el acomodo de las posibles resoluciones en beneficio de gobernantes poco eficaces y limitadamente honestos.

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