El arte de Willy construye historias

Por Jesús Chávez Marín

— En el año 2006 surgió en el ambiente cultural de Chihuahua un artista que fue poblando diversos espacios con sus criaturas. Allá en las primeras exposiciones colectivas que hizo junto a sus compañeros de generación en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua; empezaba a destacar la cosecha siempre constante de Willy Villanueva, un hombre laborioso y dotado por la gracia de los lenguajes visuales.

Nunca se anduvo con medias tintas. Los formatos de sus cuadros de óleo eran espectaculares, con personajes sombríos que de pronto sonreían, muecas de histeria bastante dramática y en otras con la placidez y la serenidad que tiene la gente feliz. En cada cuadro había un relato visual, o varios, donde el espectador de repente descubría otros personajes secundarios que a la primera vista no había percibido, y entonces esa nueva figura surgía en el ambiente como la principal, en un nuevo ciclo estructural.

Simultáneo a su oficio de pintor fue cultivando el de la escultura, con obras monumentales, o que en su diseño de la misma pieza, en réplicas pequeñas, se proyectaba para serlo. En la expo de su graduación, que se instaló en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros, estaban colgados cuadros suyos y afuera, en el jardín de la entrada, su escultura llamada Rodas, un busto monumental a la vez inquietante y noble, construido con fierro viejo, que ahora está en Filosofía y Letras.

El trabajo intenso y nervioso de Willy Villanueva empieza a rendir frutos sólidos para él y para las ciudades donde se han instalado sus bellas piezas, impresionantes y originales. Ganó el primer lugar en el Concurso de esculturas ambientales de la empresa Buenavista Cobre, de Cananea, con Árbol de la vida, hecho con material de reciclado ferroso. Otra pieza igualmente impresionante está en la ciudad de Chihuahua, en las instalaciones de la Comandancia Sur: El homenaje a los oficiales caídos en el cumplimiento de su deber, escultura de intenso dramatismo romántico.

Y así con los meses y los años se han ido abriendo los espacios donde la marca de Willy aparece, con su arte cuidadoso y bien pensado, levemente irónico y juguetón, amorosamente humanista, doloroso o regocijante, siempre cálido e intenso. Otros ejemplos: El hombre del futuro, al lado de las antiguas vías del ferrocarril Chihuahua al Pacífico, que se integra con gracia en el paisaje urbano, y Los mundos, allá por el rumbo del aeropuerto.

El tercero de los múltiples oficios que este artista profesa como un iniciado, con la técnica que aprendió en la escuela y con el profundo temperamento artístico que pareciera de nacimiento en su caso, es el de grabador. En 2013 expuso ese tipo de materiales en la ciudad de México en una galería de Coyoacán donde le fue muy bien: vendió algunas gráficas y hasta cien piezas de pequeño formato. También hizo obras para las portadas de algunos libros, entre ellos la novela Saint Dracula the Christian Knight para la editorial Autorhouse de Nueva York, y para la novela de testimonio La vida al cristal, para Editorial UACH.

Willy Villanueva no está llamado a ser, sino que ya es, un importante artista mexicano, y eso que es un hombre joven, quien hace apenas unos años egresó de la licenciatura en artes.

Febrero 2014

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