Por Gustavo Esteva
— La amenaza es real. Pero es otra.
Desde que el virus salió de China se sabía que no es mayor problema para la inmensa mayoría de las personas. No sentirán nada o, cuando más, padecerán una gripa más o menos severa. Tendrán probablemente dificultades respiratorias quienes ya sufrían de problemas pulmonares por la contaminación industrial, como en Wuhan y Palermo, o por otros factores. La mayoría se curará en unos días. Unas cuantas, las que tenían ya una condición de salud delicada, requerirán tratamiento especial y algunas personas de este grupo morirán. Nunca se sabrá la verdadera causa de su muerte… pero se contabilizará en la cuenta del coronavirus, para aumentar el pánico.
Ciertas personas son especialmente vulnerables, por su edad o por condiciones de salud delicadas. El número no es muy grande, pero es mayor que quienes cada año corren riesgos por la gripa de invierno. Una reacción apropiada hubiera sido organizarse localmente para cuidar a esas personas de la mejor manera posible. El papel del gobierno habría sido respaldar ese empeño, garantizando apoyo económico y atención médica a quienes les hiciera falta.
En vez de eso, los gobiernos imitaron a China…, pero sólo en el confinamiento. Allá dieron prioridad a la gente, no a la economía, y el gobierno garantizó condiciones materiales de supervivencia y atención médica gratuita a todas las personas. Implementó esas decisiones a través de una amplia estructura organizativa.
Era imposible imitar a China, donde se combinaba una tradición milenaria de disciplina del pueblo chino con un gobierno muy autoritario, que ejerce amplio control tecnológico sobre cada persona. Ningún otro gobierno podía garantizar a toda la gente la supervivencia y la atención médica gratuita. En forma atropellada se creó así un dispositivo ineficiente, injusto e inmoral. No logra hacer más lento el contagio, atiende a los infectados de manera racista y clasista, y de trasmano condena a una clase de personas a la muerte, las desecha.
El virus hizo evidente la manera insensata y casi criminal de tratar a personas de edad avanzada. En Italia murió la mitad de los ancianos de un asilo… que ya estaban en completo abandono. En casi todos los países empezaron a desecharlas disimuladamente. El gobierno mexicano fue el primero que lo convirtió en política pública abierta. Según su Guía bioética, preferirán a los jóvenes sobre los viejos.
La amenaza real es un ejercicio autoritario sin precedentes. “La actual emergencia sanitaria –sostiene Giorgio Agamben– puede considerarse como el laboratorio en el que se preparan los nuevos arreglos políticos y sociales que esperan a la humanidad” (Distanciamiento social
, Una Voce, 6/4/20, artilleriainmanente.noblogs.com.). Podríamos salir
, según ‘Bifo’, bajo las condiciones de un estado tecnototalitario perfecto
(Franco ‘Bifo’ Berardi, Crónica de la posdeflación
, Mundo Nuestro, 19/3/20, http://mundonuestro.mx/index.php/ autores/item/2303-franco-berardi-bifo- cronica-de-la-psicodeflacion). Para Raúl Zibechi, el militarismo, el fascismo y las tecnologías de control poblacional son enemigos poderosos que, aunados, pueden hacernos un daño inmenso, al punto que pueden revertir los desarrollos que han tejido los movimientos desde la anterior crisis
(A las puertas de un nuevo orden mundial
, elsaltodiario.com).
Muchas personas están actuando con libertad, por estrictas razones de supervivencia –tienen que salir a buscarla– o porque no aceptan vivir sin interacción humana. En vez de asumir el aislamiento, la separación, la subordinación a la pantalla y la instrucción, intensifican sus relaciones con otras y otros. Resisten en pequeños grupos la ola autoritaria que nos acosa y empiezan a producir juntos su propia vida, en redes con otros y otras que hacen algo semejante.
Hay quienes, tal como Giap usó la máquina estadunidense de guerra para derrotarla, entran al territorio enemigo para destruirlo. El “ hackeo cultural”, por ejemplo, produce narrativas insurrectas de código abierto
y defiende vida y territorio desarticulando los sistemas de opresión un meme a la vez
( https://hackeocultural.org/ wp-content/uploads/2020/04/Hackear LaPandemia-1.1 -HackeoCultural.pdf ).
Mientras se multiplican la imaginación creativa y la capacidad autónoma, así como la solidaridad con quienes nada tienen, millones presionan por volver a alguna forma de normalidad
. Aprenden a vivir bajo una sociedad de control, obedeciendo sin chistar hasta las instrucciones más disparatadas. Cuelgan su alimentación de Uber Eats, Walmart y Monsanto, y exigen medidas policiacas contra quienes siguen su propio camino.
Mientras gobiernos y corporaciones extienden sus tentáculos electrónicos de control, se forma desde abajo el caldo de cultivo social del ejercicio autoritario. Muchas personas empiezan a atacar o reprimir a quienes sólo pueden entender la vida como un ejercicio de libertad entre personas y comunidades.