Por: Lilia Cisneros Luján (ver nota al final)
7 de mayo 2018
En el ajetreo cotidiano, que tal vez le impuso una noche de insomnio porque se olvidó de cerrar con doble chapa la oficina donde trabaja –lo cual seguramente será aprovechado por los amantes de lo ajeno para voltear todo, buscando algún guardadito– o esperó a su vástago hasta las cinco de la mañana; poco probable será que se haya levantado con la certeza de ser feliz. ¿Qué le permite a una persona gozar de un estado de ánimo de plena satisfacción? ¿Cuál de los objetivos –riqueza, libertad individual, certeza en el disfrute de su propiedad, seguridad personal- reconocidos como fuente de gozo tiene, ha tenido o espera tener?
Aun cuando año con año, nuestro país está posicionado en los rangos más altos de felicidad[1] cada día es más común encontrarse, con un conductor -de auto, bicicleta o motocicleta- mal encarado y capaz de descargar en contra suya todas sus frustraciones, un comerciante que se olvidó de la amabilidad como herramienta de ventas o un trabajador –público o privado- del cual Usted se siente algo protegido solo porque está del otro lado de la ventanilla.
Los expertos en biología nos aseguran que el sistema límbico se estimula por una actividad neural fluida ¡¡¡!!! Cualquier madre o profesor de un niño constantemente gritón y emberrinchado que nunca sonríe, sabe que más allá de su tallo cerebral y la conformación de su lóbulo frontal, algo en el desarrollo de ese pequeño, le produce ausencia de bienestar, negatividad para lograr ninguna tarea y frustración. ¿Será posible entonces la clasificación del grado de felicidad a partir de la determinación interna o subjetiva que un psicólogo haga de la conducta de alguien? ¿Por qué hay quienes gozando, de un bienestar subjetivo razonable carecen de motivación para el logro de nuevas metas y su enfoque vital es siempre negativo?
Si la felicidad deriva de una sensación de comodidad, gusto y satisfacción, todos los seres humanos deberían de ser felices por haber gozado de una lactancia materna y complaciente ¿Por qué entonces de dos hermanos, es más notorio si son gemelos, que recibieron el mismo trato de sus madres uno se considera feliz y el otro siempre muestra lo contrario? Más allá de la valoración psicológica de las emociones parece haber consenso acerca de la necesidad de reflexionar en los valores que sustentaran la vida individual y colectiva ¿Es feliz quien desde su juventud considera a los bienes materiales su valor máximo y para ello se dedica a robar o hacer negocios ilícitos? ¿Entienden estos sujetos la distinción entre gozo y felicidad? ¿Qué factor podrá lograr el equilibrio necesario para que los ladrones, secuestradores y homicidas superen sus contradicciones y conflictos? ¿Son felices los “vividores” incapaces de producir nada aunque creativos para succionar los recursos de quienes les rodean y confían en sus genialidades? ¿Qué valor reconocen estas personas en el otro que se convierte en víctima? ¿Pueden sentir culpa por quebrantar la salud, comodidad económica, libertad y hasta la capacidad de amar de quienes han sido robados, ultrajados y víctimas por la muerte de alguien cercano?
Definitivamente no existe unanimidad en cuanto a las condiciones necesarias para que un individuo o un pueblo sean considerados felices, aunque si se reconocen ciertos factores –además de los subjetivos- sociales –la miseria, ausencia de libertades etc.- que de alguna forma bloquean las posibilidad de felicidad ¿Porque entonces hay gente muy pobre que es más feliz que Usted que ha alcanzado el nivel financiero planeado? ¿Qué tan egoísta es quien busca la comodidad propia en un mundo injusto e inequitativo? El ser humano cuya condición inevitable es la muerte ¿puede buscar la alegría de los otros como un camino hacia su propia felicidad? Sin importar cuan rico o pobre seamos, todos caminamos hacia la decadencia física y, atrapados en el tiempo, las dudas, la disminución de la fuerza, la sensación de fracaso y hasta la insatisfacción, pueden acabar con la más auténtica felicidad. ¿Es posible recuperar, si es que alguna vez se tuvo, la felicidad por un momento de gozo sexual o social cuando la vejez se asoma en la calvicie o la impotencia? ¿La diversión a costa del otro nos permite salvarnos de la infelicidad?
En las distintas culturas la antropología estudia los valores de la felicidad [2] en tanto que la sociología se enfoca a desmenuzar que factores colectivos son indispensables para que cada individuo logre alegría, alborozo, placer, entusiasmo, etc. Hoy día hasta el más deprimido joven, envía una carita feliz a sus amigos y las chicas aprenden -cual estudiantes para el modelaje- que una sonrisa logra más que mil palabras pero ¿De verdad la generación Matrix es feliz? ¿Qué metas pretenden alcanzar estos jóvenes diestros en el uso de sus dedos para enviar mensajes, imágenes, opiniones de otros –que por cierto nunca analizan- casi siempre monosilábicos o con un formato limitado de caracteres? Sin detenernos a considerar una mayor razón en los estoicos, utilitaristas, racionalistas o hedonistas, lo cierto es que Ser feliz supone a un hombre capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflictos, más allá de la fortaleza frente a una existencia que tal vez no eligió y de las moderaciones o exageraciones del placer sobre todo físico que elija. Ser feliz supone una conquista personal y a partir de ello sobre un mundo poblado de individuos con opiniones diferentes viviendo en un planeta cuyas fuerzas naturales y sociales nadie, por más autoritario que se desempeñe, es capaz de limitar.
[1] La ONU realiza estudios perfeccionando la técnica de medición de la felicidad de un país. El reino de Bután, fue pionero ya que propuso medir la felicidad de sus ciudadanos e incluirla dentro de la riqueza del país.
[2] Era feliz quien moría sacrificado a sus dioses o en la batalla por defender a su pueblo sin que se considerara homicidio.