Por Ernesto Camou Healy
— La noticia de que a partir de enero el salario mínimo para los mexicanos se incrementará en un 20% resulta alentadora. En concreto pasará de $102 a $122 pesos diarios, o sea unos $3,660 al mes, lo que constituye el mayor aumento a las percepciones de los trabajadores en cuatro décadas, al menos.
Los mínimos, de acuerdo a la Constitución “deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Esta meta fue incumplida flagrantemente durante los sexenios miopes de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto: Esos gobiernos prefirieron sacrificar a la mayoría de los mexicanos para intentar atraer inversión extranjera con base en una mano de obra barata.
En lenguaje coloquial les valió una pura y dos con sal la suerte de las mayorías con lo que desataron un proceso económico y social de empobrecimiento que llegó, en estos años, a acumular unos 16 millones de compatriotas en pobreza extrema, incapaces de adquirir la canasta básica cotidiana. El año pasado el monto del mínimo creció en un 16% y eso apenas lo colocó en $102, cuando la canasta básica andaba en unos $104 al día. Eso implica que una familia promedio, pequeña, de padres y dos hijos, para vivir con lo estrictamente necesario debería obtener 4 salarios entre todos para comer, vestirse, educarse y tener un techo.
Esta perversa política salarial instaurada por Salinas provocó la pobreza masiva de los mexicanos, diezmó la clase media, estimuló la huida hacia el Norte de millones de familias campesinas, permitió al narcotráfico la contratación de sicarios y ayudantes que no tenían opciones de trabajo honesto y estimuló una polarización mayúscula que permitió a varios nacionales integrarse a las listas infames de los hombres más ricos del planeta, mientras la mayor parte de la población era colocada, por una economía nada ciega y sí manipulada, a la par de los países más pobres del mundo.
Resulta interesante la forma como se llegó al incremento: Una porción se debió a lo que se llama Monto Independiente de Recuperación, cuyo objetivo es permitir a los mexicanos que perciben el mínimo lograr tener sueldos un poco más remunerativos, comparables a los que tenían sus padres hace varias décadas. Si durante casi 40 años vieron descender sus jornales, este monto de recuperación pretende, en un lapso de varios años, ir restableciendo el nivel de vida que tuvieron sus ascendientes, estimular el mercado interno y provocar un mayor desarrollo nacional, más equilibrado y justo.
Se decretó un incremento del 5% al mínimo, y se le añadió el 17% del Monto de Recuperación lo que colocó el total en el 20% que recibirán los trabajadores. Todavía no es suficiente para lograr los $416 necesarios para la subsistencia diario de una familia de cuatro. La meta sería alcanzar en uno o dos años, un mínimo de $204 por persona, con lo que, si trabajan padre y madre, la familia podría tener una vida más digna y más justa.
El año pasado se aumentaron un 16% los salarios y prácticamente no influyó, esa medida, en la inflación, la perene excusa de Salinas y sus compinches para mantener en el hambre a una porción ingente de nuestros ciudadanos. También conviene destacar lo dicho por algunos de los líderes empresariales, que calificaron dicho incremento como muy positivo y afirmaron que en las negociaciones anteriores, desde tiempos de Salinas, no les permitían sugerir siquiera que convenían mejores remuneraciones para los trabajadores.
Es un paso adelante para ir mejorando la suerte de la mayoría de los mexicanos, y de toda la Nación, pues con un mercado interno más pujante, habrá más desarrollo sustentado internamente, en nuestras posibilidades, a la larga menos inseguridad, y el País será más atractivo para la inversión extranjera. Ahora sí.