Por Ra´íchali [periodismo independiente]
—Chihuahua.- A nueve años de su asesinato, el sueño de justicia de la activista juarense Marisela Escobedo de terminar con la violencia de género continúan lejano, lo que muestra que en Chihuahua han fracasado las políticas publicas para eliminar la violencia contra las mujeres.
La inalcanzable lucha de Marisela por localizar a su hija Rubí y, posteriormente, exigir castigo para sus asesinos, la enmarcó una frase que ofreció en una entrevista: “yo quisiera que la muerte de mi hija no fuera en vano, yo quisiera que la muerte de mi hija fuera el último de esta ciudad”.
Para la defensora de derechos humanos Ruth Fierro, es preocupante que, pese a los marcos jurídicos que se han fortalecido para proteger a las mujeres, Chihuahua está muy lejos de alcanzar una garantía plena de acceso a la justicia.
Recordó que desde el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm) han hecho énfasis en que el Estado debe tener como prioridad atender la violencia de género, sin embargo, el presupuesto anual es limitado y los ministerios públicos están rebasados.
La historia de Marisela la encarnan miles de mujeres en México. En agosto de 2008 hija Rubí desapareció en Ciudad Juárez. Casi un año más tarde, fue encontrada muerta. Por su asesinato, Escobedo presentó una denuncia contra Sergio Barraza, expareja y asesino confeso de su hija.
Ante las omisiones de las autoridades, Marisela investigó y localizó a Sergio en Fresnillo, Zacatecas, sin embargo, “por falta de pruebas”, fue absuelto en Ciudad Juárez en mayo de 2016.
En protesta, Marisela realizó una serie de movimientos que concluyeron en un plantón en la Plaza Hidalgo, justo enfrente del Palacio de Gobierno.
La noche del 16 de diciembre de 2010, a las 20:00, cuando se cerraron las puertas del Palacio, Marisela observó que un vehículo se detuvo en donde se manifestaba pacíficamente.
Al ver el arma, cruzó la calle Aldama para pedir ayuda en las puertas del edificio, pero su agresor fue más veloz y, a unos pasos de la puerta, cayó abatida.
“A nueve años del caso de Marisela Escobedo, a 10 del caso de campo algodonero, a 25 años de que iniciaron las primeras denuncias de feminicidio, vemos que las cifras son alarmantes. En 2010 sí hubo un repunte por el contexto del país, pero a la fecha la situación es grave”
Durante su noveno homenaje póstumo, la señora Luly Hernández recordó cuando Marisela se sumó a la primer protesta que ella hizo para localizar a su hija Pamela Leticia, desaparecida el 25 de julio de 2010.
Con tristeza, comentó que fueron compañeras de lucha, ya que los riesgos que corren las personas que emprenden una lucha por los derechos humanos, les impidió ser grandes amigas con el asesinato de Marisela cinco meses después de que se conocieron.
“Cuando me conoció me dijo una frase que recuerdo muy bien. Yo estaba en la primera manifestación en la Cruz (de clavos) y ella se acercó, llegó a apoyarme; eran las siete de la tarde, puso su vela y me dijo así: sabe qué, si tu no buscas a tu hija nadie la va a buscar, búscala tú, las autoridades no sirven para nada, ellos no hacen nada…”
En su memoria, este lunes varias activistas y defensores de derechos humanos se dieron cita en la Cruz de Clavos para recordarla. Con veladoras y pétalos de rosas, marcaron el camino que Marisela recorrió al intentar salvar su vida y, posteriormente, colocaron una ofrenda floral en la placa que se colocó en su honor.
Compartimos el posicionamiento del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres:
Hoy 16 de diciembre de 2019, nos convocamos aquí, en el marco del noveno aniversario de asesinato de Marisela Escobedo, con dos propósitos concretos: recordar y demandar.
Así, recordamos:
– El amor, la tenacidad y la fuerza de la lucha de Marisela por un Chihuahua libre de violencia feminicida y con ella a todas las otras ‘Mariselas’ que en esto se han gastado la vida;
– La dignidad de las y los defensores de derechos humanos que en su exigencia de justicia han sido asesinados;
– Que el sistema de justicia le falló a Marisela Escobedo y sigue fallando a las víctimas, quienes son las principales investigadoras, en un país que mantiene índices de impunidad de más del 98 por ciento;
– Que en el estado de Chihuahua y en todo el territorio nacional, como a Rubí, a las mujeres les violentan, agreden y asesinan por el hecho de ser mujeres y la respuesta de los gobiernos no ha sido ni cerca, suficiente;
– Que esta sociedad, la nuestra, como lo dijera la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia de Campo Algodonero: la nuestra, es una sociedad en donde prevalecen y se perpetúan condiciones que favorecen un modelo de supra-subordinación de las mujeres a los hombres.
– Que los gobiernos no tienen la voluntad o la capacidad para implementar una política pública sobre el desplazamiento forzado de las personas, familias y comunidades enteras que se ven obligadas a abandonar su vida por condiciones extremas, como lo fue el caso de la familia de Marisela Escobedo, a quienes el estado fue incapaz de proteger.
Sobre todo recordaremos hasta que se haga justicia, que el estado de Chihuahua en estos hechos tiene responsabilidad:
- En el feminicidio de Rubí por no garantizarle una vida libre de violencia y no sancionarlo.
- En el asesinato de Marisela porque ella se puso en riesgo por realizar la labor que le correspondía al gobierno, porque no se le protegió y porque su muerte se mantiene impune.
- Por el auto exilio de la familia Escobedo, frente a la incapacidad de protegerles o garantizarles el retorno seguro.
Entonces, estamos aquí para demandar, demandamos justicia, verdad y reparación integral que incluya medidas de no repetición para:
– Que se erradique la violencia feminicida.
– Que se proteja a todas las personas que como vocación elegida y por tragedia impuesta, buscan justicia.
– Que a la sociedad en su conjunto, se nos garantice el derecho a la verdad, esto implica investigaciones eficaces y no fabricación de culpables.
Demandamos sanción para todas las personas responsables de que se sigan perpetuando las violaciones de derechos humanos sufridas por Rubí, Marisela, su familia.