La cosmovisión indígena suma al conocimiento científico: investigadoras

Por Eirinet Gómez | La Jornada

La Red de Mujeres Indígenas en la Ciencia organizó el primer foro nacional Científicos Humanistas Alentadores de la Niñez de los Pueblos Autóctonos de América Latina, que empezó ayer en Dzidzidbachí, Halachó, Yucatán y concluye hoy, con la finalidad de fomentar las vocaciones científicas en infantes de pueblos originarios.

En entrevista con La Jornada, las investigadoras Lilian Dolores Chel Guerrero, María del Rosario Reyes Santiago y Nancy Guadalupe González Canché, de origen maya y mixteco, afirman que la cosmovisión indígena suma al conocimiento científico y puede potenciar el desarrollo del país.

Sin embargo, apuntaron que en un país con más de 62 pueblos originarios, hasta ahora el modelo occidental ha excluido los saberes tradicionales y no hay cifras oficiales, porque en las instituciones públicas no se reconoce la necesidad de llevar estos datos.

Insistieron en que la participación de los pueblos indígenas en el quehacer científico es todavía marginal y hay que revertir esta desigualdad.

Por ello, se plantearon combinar su trabajo de laboratorio con la promoción de vocaciones científicas entre las infancias de estas comunidades a través de diversas estrategias, para mostrarles referentes a seguir y presentarles contenido tecnológico de forma sencilla ycontextualizada.

Reyes Santiago, estudiante de posdoctorado en el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional del Instituto Politécnico Nacional en Oaxaca, detalló que elementos como los juguetes, las actividades escolares o la ropa, en ocasiones indican a los niños a qué pueden aspirar, y es muy triste observar cómo ciertas comunidades ya tienen predeterminadas algunas vocaciones. Por ejemplo, ¿a qué puede aspirar una niña rural? A ser personal de limpieza, trabajadora doméstica, operaria en maquiladoras.

Además, la especialista señaló que en el imaginario social los científicos son hombres europeos y nunca un indígena. Hay que romper este estereotipo para que se pueda concebir la ciencia como una realidad cercana a las comunidades originarias y a los problemas que enfrentan.

Con esta finalidad han realizado esfuerzos individuales durante los pasados seis años. Chel Guerrero, doctora en alimentos y biotecnología, quien desarrolló una investigación en la cual identificó que las cáscaras de frutas tropicales son fuente de compuestos bioactivos con potencial para el desarrollode tratamientos del dolor, del cáncer, Alzheimer y VIH, ha trabajado con un grupo de teatro comunitario para promover que las familias dejen a sus hijos dedicarse a lainvestigación.

Reyes Santiago, quien ha estudiado cómo generar capacidades que permitan a las comunidades de la Mixteca alta de Oaxaca un mejor aprovechamiento de sus recursos en iniciativas de turismo sustentable, participó en la creación de la Lotería de la bioenergía en mi comunidad, para presentar de forma sencilla conceptos básicos de la bioenergía.

En tanto, González Canché, quien investiga sobre pobreza y democratización energética en comunidades rurales, ha incluido a estudiantes de preparatoria y de instituciones de educación superior indígena en el desarrollo de proyectos para el aprovechamiento de recursos naturales para la alimentación y el fortalecimiento de economías emergentes.

La especialista consideró que propiciar su participación no es un capricho, sino que tiene que ver con atender la diversidad que prevalece en el país. La cosmovisión de estos pueblos no resta, al contrario, suma a la ciencia y puede potenciar el desarrollo del país.

Señaló que frente a los retos alimentarios, de cambio climático y energéticos, las soluciones sólo van a ser sostenibles si contamos con la visión de los habitantes en donde se quieren implementar estas soluciones o actividad científica.

Más que llevar un conocimiento, resaltó, se trata de abrir espacios para construir nuevos saberes, porque no podemos copiar modelos, cada contexto sociocultural es distinto y se tienen que construir capacidades de la mano de las comunidades.

En el foro se presentaron conferencias magistrales, talleres y una feria para que si algún niño o niña tiene alguna intención, o una semilla, pueda reconocerse y despertar su confianza de que puede acercarse a la ciencia. No estamos buscando que todos se vuelquen, pero sí que se inspiren en estas vocaciones.

En el encuentro participan la sección estudiantil de la Sociedad Química de México en Yucatán, la Fundación David School of Dreamers y el Despacho LCC 37910. Se espera la asistencia total de un centenar de infantes, de entre 6 y 12 años.

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