Si el alcohol es la droga con mayores impactos sociales en la población mexicana en general, ligada a la descomposición familiar, a la violencia contra las mujeres, a la violencia intrafamiliar y comunitaria, entre la población indígena sus daños son mucho mayores. Y, sin duda, esto tiene que ver con las prácticas comerciales, la publicidad y la penetración de estas corporaciones, penetración que provoca una altísima disponibilidad, presencia, sin ningún tipo de regulaciones, sin políticas.
Volvamos a Corona que aprovechó la Copa Mundial de Futbol 2022 para aumentar su penetración en las comunidades indígenas, siendo que casi un millón de personas en México que no podían seguir a la selección nacional por el hecho de que las señales de televisión e internet son deficientes en las zonas rurales, porque existen 68 lenguas nativas y porque las transmisiones en radio en esas regiones se realizan, principalmente, en español.
Si la violencia a las mujeres, en general en el país, se asocia en más de un 20% al consumo de alcohol por parte del agresor, en las comunidades indígenas llega hasta más del 70%, como se ha llegado a registrar en las comunidades Raramuris. Como lo hemos mencionado anteriormente, el crecimiento de feligreses en las iglesias evangélicas y pentecostales en poblaciones indígenas ha tenido una de sus principales razones en el interés de las mujeres de llevar a sus familias a ellas por los votos que tienen contra el consumo de alcohol, intentando así lograr que sus parejas dejen de consumir y con ello dejen de violentarlas y sean más responsables con la manutención de sus familias.
El interés de Corona, hay que decir, de la trasnacional AB InBev, por penetrar aún más en las poblaciones indígenas la llevó a realizar toda una estrategia para transmitir, a través de las estaciones de radio regionales, los partidos de eliminación al mundial y el partido entre Polonia y México en Qatar en diversas lenguas indígenas: náhuatl, mixe, maya, chatino, mixteco y zapoteco.
Corona lo cuenta así: “Capacitamos a una nueva generación de presentadores deportivos nativos y les permitimos contar la historia de los últimos partidos de clasificación de México para la Copa del Mundo 2022… Nuestra idea era crear un nuevo tipo de transmisión deportiva, en las principales lenguas indígenas”. Como siempre, este tipo de estrategias son maquilladas de responsabilidad social y no de mercadeo de sus productos, de esa manera Corona explicó su objetivo: “Lo más importante es que logramos unir a los indígenas mexicanos con su pasión por el fútbol”. ¿Era, realmente, ese el interés de Corona?
Las transmisiones en lenguas indígenas en diversas regiones del país, a través de radiodifusoras regionales, como explica la cervecera belga AB InBev, propietaria de Corona, señaló que amplificaba su mensaje “utilizando medios pagos, como promociones y menciones antes, durante y después de los juegos”.
Entre los logros de la campaña citados por la corporación estuvo que “15 millones de personas escucharon los partidos en su propio idioma por primera vez”, no subraya que logró exponer a esa misma población a anuncios de Corona antes, durante y después de los partidos. ¿No era ese su objetivo exponer a la población indígena a su publicidad? ¿No era llegar a esa población vulnerada donde se reconocen los estragos del consumo de alcohol?
En otra parte de la información de Corona sobre esta campaña deja ver lo que claramente era su objetivo: aumentaron sus ventas 21 por ciento durante los partidos.
La asociación de la cerveza con el futbol, es perversa y genera muchos daños. Desde los estadios como cantinas, convertidos en grandes catedrales cerveceras – como el Estadio Corona, así se llama, en La Laguna – los logos de estas bebidas en las propias camisetas de los equipos, hasta sus estrategias publicitarias durante las transmisiones. Todo ello normaliza el consumo de alcohol en eventos, fundamentalmente, familiares. Ligar el deporte al consumo de alcohol no estaría muy lejos de ligar el deporte a fumar. La liga de Coca-Cola con el futbol también es muestra de esta irracionalidad y de la captura del deporte por empresas cuyos productos no son saludables.
Las estrategias de las corporaciones alcoholeras en México han sido múltiples, tanto para penetrar a través de publicidad, promoción, precios y alta disponibilidad como, a través de su captura del Estado evitando que en el país sea establecida una política nacional sobre consumo de alcohol. Esta industria tiene un fuerte cabildeo y puertas giratorias que han sido muy efectivas para proteger sus intereses y evitar cualquier regulación.
Desgraciadamente, no vemos entre las candidatas y candidatos ninguna mención al daño que provoca el alcohol en la sociedad mexicana, tampoco menciones sobre el impacto del tabaco y nada sobre la comida chatarra y las bebidas azucaradas. Estos productos, en su conjunto, son los principales determinantes comerciales de la enfermedad, es decir, son la principal causa de enfermedad y muerte. Cada uno de estos productos, por si solos, es responsable de más muertes que el crimen organizado. Existen políticas muy exitosas para bajar el consumo de estos productos sin establecer ninguna prohibición, solo aplicando regulaciones.
Ya es tiempo de que quienes buscan puestos de elección popular se manifiesten al respecto, ¿o tienen miedo de enfrentar los intereses de estas corporaciones?