Por Ernesto Camou Healy
El Ejército de Israel continúa los ataques en contra de la población de la Franja de Gaza en el intento, afirman, de exterminar o debilitar sustancialmente a Hamás, la organización que busca obtener un territorio donde se pueda afianzar la independencia de Palestina.
La embestida israelí fue la respuesta al ataque de Hamás contra un festival de música en el cual perecieron unos mil 200 israelitas y fueron tomados como rehenes 300 más, pero esas operaciones parecen haber rebasado el objetivo de contener, incluso quebrantar a esa organización palestina, y se han transformado en una guerra contra el pueblo palestino, con el pretexto de que apoya y auxilia a los luchadores de Hamás.
En esta tesitura las operaciones militares del Estado judío han atacado a civiles refugiados en mezquitas, hospitales y hasta en lugares que los mismos agresores habían designado como zonas de refugio para las familias. Los datos de muertos y heridos, y destrucción de inmuebles y manzanas, sostienen la hipótesis de que no hay una voluntad firme de proteger las vidas y bienes de la mayoría palestina, y más bien parece un intento de aniquilar a los moradores ancestrales del territorio, o expulsarlos definitivamente.
En esta coyuntura Sudáfrica ha considerado necesario detener mediante el derecho internacional lo que sin dudar considera un intento de genocidio -esto es la acción criminal que busca la eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad- del pueblo palestino.
Sudáfrica se dirigió al tribunal de la ONU en La Haya, para tratar de poner fin a la matanza masiva de civiles y acusó a Israel de perpetrar un genocidio contra los palestinos. La iniciativa sudafricana tomó en consideración que en Gaza han muerto a manos del Ejército de Israel, unos 23 mil palestinos y otros 60 mil han resultado heridos; son varios cientos de miles de civiles desplazados y más de un millón esté pasando hambre.
En su alegato, el equipo jurídico sudafricano declaró ante el tribunal de La Haya que Israel ha demostrado un patrón de conducta genocida: “Esta matanza no es otra cosa que la destrucción de la vida palestina, no se perdona a nadie, ni siquiera a los recién nacidos”, declaró. La evidencia no sólo es pavorosa, es también abrumadora e indiscutible, afirmó.
Sudáfrica solicitó a la Corte Internacional de Justicia que ordene a Israel el cese de operaciones militares en Gaza, y que se tomen una serie de medidas cautelares que obliguen a dicho Estado a desistir de matar o lesionar física o mentalmente a palestinos, o someter a dicho pueblo a acciones que promuevan su destrucción total o parcial; y debe impedir que se les desplace forzosamente o se les impida el acceso a alimentos, agua y otros bienes básicos, además de la asistencia médica.
El ministro sudafricano de Justicia, Ronald Lamola, abrió la audiencia ayer aseverando que Tel Aviv ha cruzado la línea con el bombardeo de Gaza, el cual, de acuerdo con funcionarios de salud en el territorio gobernado por Hamás, ha dejado más de 23 mil muertos.
En una manifestación frente al Tribunal de La Haya una activista palestina explicó que espera que la Corte logre lo que no se ha podido conseguir hasta ahora: Un cese permanente de las hostilidades y un corredor seguro para la ayuda humanitaria, de modo que no siga aumentando el número de muertos.
La iniciativa de Sudáfrica resulta oportuna y también urgente, y se espera que la comunidad internacional exija poner fin al intento de exterminio, y conmine a Israel y Hamás a dialogar y buscar una paz duradera. Por lo pronto, en América Latina ya seis
países han apoyado la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional: Los gobiernos de Colombia, Brasil, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba anunciaron que se hacen solidarios de esa demanda.
Sería digno y conveniente que México exprese también su apoyo a esta propuesta…
Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.