Con la guerra en Gaza, se cancela la Navidad en Belén

Por Bel Trew | The Independent | La Jornada

Belén. La plaza Manger de Belén es un estacionamiento fantasma. Las calles que la rodean sólo son ruinas de casas. En el centro, la iglesia de la Natividad, a la que se rinde culto como lugar de nacimiento de Jesucristo y es visitada por más de un millón de peregrinos cada año, está virtualmente vacía.

La única señal de vida es el llamado de las campanas a una misa a la que nadie acudirá. Una de las ciudades más sagradas de la cristiandad está en duelo profundo y doloroso.

Nunca hemos visto a Belén así, comenta el padre Issa Thaljieh, el párroco griego ortodoxo de la iglesia, mientras otros sacerdotes musitan plegarias al fondo.

Por lo regular, poco antes de Navidad, la plaza central de Cisjordania ocupada debe estar coronada por un árbol deslumbrante, cerca de un Nacimiento monumental. Niños y niñas exploradoras entonan canciones navideñas en inglés y árabe.

Miles de fieles cancelaron su viaje religioso

Miles de visitantes de todo el planeta se agolparían en la ciudad en una enorme fila para visitar la gruta y rendir tributo al lugar donde se dice que Jesús nació. Pero este año, con una guerra devastadora en Gaza, no hay nada de eso. Los militares israelíes también han cerrado el principal puesto de revisión a la entrada de Belén, aduciendo razones de seguridad para evitar el acceso a la ciudad famosa para muchos palestinos.

Y así, se ha cancelado la Navidad.

No podemos celebrar cuando muchos nos sentimos tristes y atemorizados por lo que ocurre en Gaza, comenta el padre Thalijeh. Expresa preocupación por sus parroquianos en el minúsculo enclave sitiado, quienes ahora se concentran temblando de miedo en las iglesias católicas y ortodoxas de la ciudad de Gaza, bajo el bombardeo israelí más intenso en la historia.

“Este año, dijimos: es mejor juntarnos, unirnos en oración… no podemos celebrar. Todo lo que podemos hacer es enviar un mensaje, el mismo que ha salido de aquí desde que Jesús nació, uno de paz y amor.”

Detrás de él, preparándose para la misa, el padre Spiridon, de 75 años, también griego ortodoxo, está de acuerdo. Llevo 54 años aquí. Nunca había visto una Navidad como ésta, ni siquiera con el covid. Nadie puede entrar, lamenta mientras un puñado de locales encienden velas en el fondo.

La Navidad se trata de amor y paz y ése es nuestro mensaje: debemos tener paz en Tierra Santa.

Israel ha impuesto un estado de sitio paralizante y un feroz bombardeo aéreo sobre Gaza en represalia por el ataque de Hamas el 7 de octubre dentro del territorio israelí, en el que militantes mataron a mil 200 personas y capturaron 240 rehenes. Desde entonces, el ministerio de Salud de Gaza, gobernada por Hamas, afirma que los ataques israelíes han dado muerte a más de 20 mil palestinos, de los cuales tres cuartas partes eran mujeres y niños. 85 por ciento de los 2.3 millones de residentes han sido desplazados y viven con acceso decreciente a comida, agua y suministros médicos.

El grupo militante palestino informó ayer que más de 200 habitantes murieron en las 24 horas previas al reporte por los incesantes bombardeos y la operación terrestre. Los ataques aéreos de antier arrasaron una vivienda en ciudad de Gaza, donde 76 personas de la familia Al Mughrabi perdieron la vida, informó la agencia noticiosa Ap.

A la par, la violencia ha estallado en Cisjordania ocupada, donde la Autoridad Palestina –dominada por los rivales de Hamas, Fatah– tiene una autonomía limitada. En las semanas pasadas, Israel ha efectuado incursiones frecuentes y devastadoras en ciudades esenciales, acciones que según los militares son operaciones de contraterrorismo. Insisten en que su objetivo son grupos militantes armados, incluyendo los afiliados con Hamas.

El año más letal en Palestina

Desde el 7 de octubre, fuerzas israelíes han matado a 291 palestinos en Cisjordania reocupada, entre ellos 75 niños, con lo que 2023 ha sido el año más letal para los palestinos de esa zona desde que Naciones Unidas empezó a llevar la cuenta de las bajas, en 2005. De los muertos, al menos ocho fueron asesinados por colonos israelíes, cuya violencia ha ido en aumento, según grupos de derechos humanos. Cuatro israelíes, entre ellos tres miembros de las fuerzas armadas, han perecido en ataques de palestinos en Cisjordania reocupada.

También hay un número sin precedente de arrestos en ese territorio, de acuerdo con grupos palestinos e israelíes que dan seguimiento a los prisioneros, de los cuales miles están en detención administrativa, lo que significa que no se les ha acusado ni enjuiciado, y estarán cautivos de manera potencialmente indefinida.

Como parte de la represión, el ejército ha cerrado buena parte de Cisjordania, eliminando los puntos de revisión que son a su vez los únicos lugares de cruce. Esto, según pobladores locales, significa que los cristianos palestinos en Israel y otras partes de Cisjordania no pueden siquiera visitar Belén para orar en Navidad. No sabemos cuánto tiempo durará esto y qué ocurrirá en Cisjordania si la guerra en Gaza termina, comenta Shukri, un cristiano que es guía de turistas en Belén. En Navidad, este hombre de 52 años estaría normalmente llevando visitantes de todo el mundo a recorrer las vistas notables de la ciudad.

Se preocupa de que, aun si hubiera un cese el fuego en Gaza, en Cisjordania podría estallar la guerra eventualmente si aumentan las incursiones y arrestos en las ciudades. Si siguen presionando a la gente, explotará. Si arrinconamos a alguien y lo seguimos empujando, reaccionará y hará algo, señala.

Muchos en Belén tienen familiares en Gaza, a los que no pueden ayudar. Esos parientes han dicho a The Independent que temen la total extinción de la comunidad cristiana en Gaza, de unas mil personas, si las iglesias donde la mayoría de ellas se esconden continúan siendo bombardeadas.

Casi todos los cristianos de Gaza están atrapados en dos iglesias en la parte norte de la franja sitiada: el templo de la Sagrada Familia, único católico en Gaza, y la iglesia ortodoxa de San Porfirio. Las dos están separadas por 3 kilómetros. La ciudad de Gaza ha sido uno de los puntos focales en la misión israelí para eliminar a Hamas. Los tanques se acercan accionando sus cañones cada tanto, la comida y el agua se acaban. La semana pasada, líderes religiosos aseguraron que dos mujeres fueron abatidas a sangre fría por francotiradores israelíes. Nahida, abuela con 15 nietos, y su hija Samar, de 49 años– murieron cuando trataban de cruzar un patio para ponerse en lugar seguro. Los militares israelíes han negado responsabilidad en el hecho y afirman que protegen las iglesias. Un vocero del Ministerio israelí del Exterior afirmó el domingo que el incidente está en revisión.

Familiares de Nahida y Samar en Belén comentaron a The Independent que no habían podido sacarlas de Gaza.

En toda Belén, las familias están pegadas a las pantallas de televisión para saber noticias de sus seres amados en la franja. No hay lugar seguro en Gaza, y el norte es el más espantoso, expresa George, de 31 años, cuyos padres están atrapados en la iglesia donde Nahida y Samar fueron abatidas, y que pide proteger su identidad.

Todo lo que podemos hacer es orar, añade Shireen Awwad, jefe del Colegio Bíblico de Belén, quien también tiene familiares atrapados en la misma iglesia.

Sami Awad, quien es activista por la paz y director del Fondo de Tierra Santa en Beit Jala, junto a Belén, consuela a su madre, Amal, de 83 años, quien apenas puede hablar y se sienta envuelta en una sábana. Él se pasa el día observando obsesivamente la televisión, por si hay alguna noticia de su hermana y su hermano, atorados en Gaza.

Sami dice que su familia vivía en el barrio Rimal, uno de los más golpeados en los bombardeos israelíes. Su tía May, quien es sorda y ciega, no había salido de su casa en 25 años, incluso en las guerras anteriores. El bombardeo fue tan intenso, que por primera vez sus parientes tuvieron que moverla. Temerosa y confundida, gritaba cuando la sacaron de su casa.

Es el único lugar que ella conoce. Fue terrible para ella, pero, ¿qué podían hacer?, señala Sami. La familia terminó siendo desplazada en múltiples ocasiones a medida que el bombardeo se acercaba. Ahora viven en un bloque improvisado de concreto junto con 30 personas en una habitación sin agua ni electricidad.

No llores mucho si me matan

Me siento impotente. En algún momento mi tío me dijo que no llore mucho si los matan, que sería un acto de piedad, ya que sus vidas son tan desdichadas. Eso me quebró, añade después de una pausa.

De nuevo en la iglesia de la Natividad, los clérigos dicen que el mundo necesita hacer más para poner fin a la guerra antes de que el número de muertos siga creciendo. “Necesitamos que todo el mundo abra los ojos y los corazones para apoyarnos, no sólo con sus oraciones… no sólo con ayuda”, expresa el padre Thaljieh, mientras una misa sin fieles comienza en el fondo.

Necesitamos actos concretos. Necesitamos un cese el fuego, necesitamos paz.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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