Un país de (gobernantes) cínicos

Por Francisco Ortiz Pinchetti

Recordé en estos días la célebre advertencia de José López Portillo y Pacheco, –uno de los más cínicos políticos que haya tenido México–, cuando en su segundo informe de gobierno, en septiembre de 1978, pidió “no convertirnos en un país de cínicos”.

Y es que, efectivamente, el cinismo es el estado superior de la mentira, de la demagogia, del abuso, de la corrupción. Es “la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”, como define la Real Academia Española (RAE).

En la última semana hemos sido testigos de una serie de hechos y declaraciones que describen efectivamente a nuestro país como tal. En unos cuantos días, han asumido esa condición el propio Presidente de la República, el ministro ex presidente de la Corte Arturo Zaldívar Lalo de Larrea, los integrantes y el coordinador de la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados –incluidos casi todos los marcelistas– y el presunto nuevo embajador de México en Noruega, el ex priista gobernador de Hidalgo Omar Fayad Meneses. .

Bola de cínicos.

No de otra cosa se pueden calificar las afirmaciones de Andrés Manuel sobre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) propuestos por él durante su mandato. “De los cuatro, dos me salieron conservas”, dijo entre risas. Acusó a esos dos de traidores al pueblo, por no acatar de manera incondicional los designios presidenciales. En el cinismo absoluto, el tabasqueño asume que el Poder Judicial no debe ser autónomo, sino comparsa del Ejecutivo por él encabezado. De lo contrario, estamos ante una “traición”, sin duda grave.

Sin recato alguno ya, el Mesías de Macuspana juega y se divierte con la abyección que según él le deben sus súbditos. “Te nombro para que me adules, para que me respaldes, para que me obedezcas”, parece decir entre risotadas, que comparten en el salón Tesorería “sus” reporteros-paleros, felices todos.

También defendió al ministro Zaldívar Lelo de Larrea de los señalamientos de abyección ante el poder unipersonal del Presidente. Justificó sus “razones  graves” no graves para renunciar al cargo, reconoció que es su amigo y le deseó suerte.

A su vez, el propio ministro aseguró que no deja la Corte por un cargo público, pero enseguida afirmó que  “voy a sumarme a un proyecto político social en el que creo”. Precisó: “Me sumo con una mujer a la que admiro, sensible, que no tengo duda que va a ser una gran presidenta”, mientras la propia Claudia Sheinbaum Pardo difundía en su cuenta de X una fotografía de ambos, sonrientes, reunidos para ultimar detalles de su incorporación a la causa.

Su adhesión a la autollamada Cuarta Transformación confirma la sumisión del todavía ministro ante López Obrador y su complicidad en el intento de prolongar dos años más su periodo como Presidente de la Corte, ante la cual primero guardó ignominioso silencio y finalmente votó en contra… cuando la intentona urdida desde Palacio Nacional (como un ensayo de la prolongación del mandato presidencial) estaba ya desahuciada.

No lo dijo por supuesto el ex presidente de la SCJN al anunciar su dimisión, pero al dejar la Corte conservará una nada despreciable pensión vitalicia proporcional al tiempo en que ocupó el cargo, casi 14 años. A esa suma agregará seguramente los emolumentos que le depare el cargo que ocupará en el equipo de la ex jefa de Gobierno del CDMX en caso de alcanzar ésta la Presidencia de la República.

“Estimo que es de la mayor importancia sumarme a la consolidación de la transformación de México  desde los espacios que me brinden la oportunidad de tener incidencia en la construcción de un país más justo y más igualitario, en el que sean prioridad quienes menos tienen y más lo necesitan”, escribió el ministro en su carta de renuncia, ya sin el menor disimulo (o con el mayor cinismo).

Cínicos de siete suelas, los diputados federales morenistas que encabezados por su coordinador Ignacio Mier Velazco aprobaron el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024 sin cambiarle “ni una coma” al proyecto presentado por el Ejecutivo y sin incluir partida alguna para la reconstrucción de Acapulco luego de la tragedia provocada por el huracán “Otis”,  como lo demandaban la oposición en pleno, organizaciones civiles y los propios damnificados que en vano viajaron desde el puerto guerrerense para entrevistarse con el mandatario, que obviamente los ignoró.

“Estoy contentísimo y agradecido con la aprobación… “, declaró cínicamente López Obrador desde el púlpito de Palacio Nacional, en su homilía matutina de este jueves.

Y el colmo: tras entregar a Morena el gobierno del estado de Hidalgo, que el PRI había conservado durante toda su historia, el exgobernador Omar Fayad Meneses, líder del Grupo Plural Independiente, fue designado por López Obrador embajador extraordinario y plenipotenciario de México en el Reino de Noruega. Con él suman cinco los mandatarios de oposición que han tenido cabida en el Servicio Exterior Mexicano durante el gobierno de la AMLO, todos ellos luego de perder sus respectivas gubernaturas a favor de Morena. Como premio, pues.

Además de Fayad Menéses, tal ha sido el caso de los ex priistas Quirino Ordaz, de Sinaloa; Claudia Pavlovich, de Sonora; Carlos Miguel Aysa, de Campeche, así como el ex perredista Carlos Joaquín González, de Quintana Roo, quienes fueron designados como embajadores de España, cónsul de Barcelona, embajador de República Dominicana y embajador de Canadá, respectivamente.

Habrá oportunidad  pronto de enumerar aquí los méritos que en este sentido tienen también más de uno de los personajes centrales de la oposición, que en estos días turbulentos se rasgaron las vestiduras y señalaron desde la tribuna del Congreso a sus adversarios políticos como indolentes, irresponsables y corruptos.

Cínicos todos.

Luego de 45 años, la advertencia de López Portillo cobra vigencia otra vez: “Lo peor que le puede pasar a México es convertirse en un país de cínicos”. Me temo que ya. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

BLINDAJE EN LA UNAM. Una buena noticia: la elección por parte de la Junta de Gobierno este jueves de Leonardo Lomelí Venegas como nuevo rector de la UNAM. El actual secretario general de la institución, ex director de la facultad de Economía, un hombre preparado, equilibrado y negociador, es garantía de la autonomía universitaria, lo que pone a la Universidad Nacional a salvo de los intentos lopezobradoristas de controlarla para mediatizar su espíritu crítico e independiente. Enhorabuena.

@fopinchetti

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