Ortiz-Pinchetti: “¡Nos hundimos!”

Por Francisco Ortiz Pinchetti

Los mal pensados interpretarán el título de este texto como una alusión malévola a la situación en que se encuentra el país en materia de inseguridad, economía, salud, corrupción y desigualdad social al iniciarse el último y feliz año de Gobierno de Andrés Manuel. La respuesta –si fuera pregunta– es ¡no! Por supuesto que habrá ocasión de referirse pronto a ese desastre. Ahora me interesa abordar otro desastre mucho más irremediable, que amenaza a la actual y futuras generaciones. Bueno, ambos desastres amenazan a la actual y futuras generaciones, pero el primero no tiene vuelta atrás y el segundo pudiera empezarse a componer el próximo 2 de junio de 2024.

Como vecino que soy de la aristocrática y aspiracionista colonia Tlacoquemécatl, en la ultra fifí Alcaldía Benito Juárez, me tocó hace unos días participar en un movimiento de defensa de nuestro parque público ante la pretensión del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) del Gobierno capitalino de perforar un pozo de extracción de agua de 300 metros de profundidad, en un área verde que de por sí debiera como tal ser intocable, pero que además está protegida por la Ley de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de CdMx.

En ese ordenamiento está específicamente catalogado, junto con otros jardines de la ciudad de la importancia del Bosque de Chapultepec, la Alameda Central o el Parque Hundido, el parque de San Lorenzo, en el que se ubica además una capilla franciscana del siglo XVI que es una auténtica reliquia colonial, una de las primeras construcciones religiosas de la nueva España. O séase, que como dijeran los 13 mil manifestantes que según Martí Batres Guadarrama salieron a las calles el pasado 13 de noviembre en defensa de nuestro Instituto Nacional Electoral, “ese parque NO se toca”. 

Para colmo, la idea de perforar tamaño pozo en las entrañas de ese mismo parque de San Lorenzo, justo en las canchas deportivas, había ya sido intentada y rechazada contundentemente por los vecinos de Tlacoquemécatl como este servidor, por las mismas razones, en el año 2007, ¡hace 16 años!

El caso es que los señores del Sacmex, siguiendo indicaciones de su jefa, que entonces era todavía doña Claudia, planearon enfrentar la inminente crisis hídrica que se cierne sobre la capital, y que por supuesto tendrá implicaciones electorales el próximo año, mediante la perforación de un jalón ¡de 11 pozos!  Argumentaron, claro, que se trataba de reposiciones de pozos ya extinguidos, lo cual es legalmente posible a pesar de la veda existente desde los años cincuenta del siglo pasado ante la sobreexplotación del acuífero. La verdadera intención es obviamente obtener votos… a costa del futuro. 

Como hace 16 años, los vecinos se opusieron de manera unánime y tajante al intento de atraco gubernamental –con el falso señuelo que era para dotar de agua a la propia colonia, igualito que en 2007— básicamente por las razones legales ya mencionadas, pero además porque la construcción del agujero significaba afectar el área deportiva del parque donde juegan nuestros jóvenes y niños y por un riesgo obvio de causar daños a las edificaciones circundantes, en una zona además sísmica en la que existen inclusive fallas geológicas.

La reacción en contra de semejante atropello fue tan contundente, que la primera junta con los vecinos fue la última, pues ahí mismo, entre las canchas de voleibol y de futbolito, los representantes del Gobierno de CdMx y del Sacmex, –encabezados éstos por su director de Construcciones, el ingeniero Eduardo Méndez Aguilar–, se comprometieron por escrito a cancelar el proyecto de manera definitiva y, en un lapso, indicaron en la minuta respectiva que no se perforaría más ¡en toda la ciudad de México!, cosa plausible para nosotros, pero que pudiera costarle la chamba al señor técnico, mismo que en un arrebato había amenazado unos minutos antes a los vecinos con que de no aceptar el pozo se quedarían sin agua. “Que quede en su conciencia”, se atrevió a decir.

Este descalabro de Sacmex coincidió con otros padecidos por la propia dependencia y por el Gobierno ahora ya de Batres Guadarrama, en Xochimilco, Coyoacán y Narvarte, donde se pretendió perforar también un pozo de extracción en plena glorieta dela SCOP: En todos esos casos y en otros menos conocidos, Sacmex tuvo que dar marcha atrás y cancelar sus proyectos ante la oposición vecinal. Crece por fortuna la conciencia de que esa manera de ganar votos es un crimen contra el Medio Ambiente.

Más allá de los motivos absolutamente válidos que los vecinos han esgrimido en esos y otros casos para ponerse a la perforación de pozos, sobresale el tema más trascendente, sobre cuyos enormes riesgos nos previene –otra vez— la Universidad Nacional Autónoma de México, nuestra UNAM.

No tiene vuelta de hoja: Extraer el agua en la Ciudad de México a una profundidad de entre 100 y 300 metros ha creado, durante décadas, un fenómeno de subsidencia, es decir, el hundimiento gradual de la superficie terrestre debido a la pérdida de volumen, el cual tiene relación directa con los sismos al volver más vulnerable a la urbe. La advertencia fue hecha por Marisa Mazari Hiriart, investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad del Instituto de Ecología de la UNAM, que con sus colegas participó en el Foro “19S: Vulnerabilidad urbana en Ciudad de México, sociedad y riesgos”, realizado recientemente en el Instituto de Ecología.  

A su vez, el investigador del Instituto de Geofísica Enrique Cabral Cano, destacó que en nuestro país gran parte de los procesos de hundimiento son originados por la extracción de agua subterránea; este fenómeno se ha documentado por más de 120 años, a partir de finales del siglo XIX. Las zonas urbanas que presentan estos hundimientos son 853 localidades, las cuales registran una velocidad de subsidencia mayor a 2.8 centímetros; tres mil 700 kilómetros de áreas urbanizadas están expuestas, lo que significa el 15 por ciento del total de esas zonas. En suma, son al menos siete millones de casas habitación vulnerables y 21 4 millones de personas en riesgo, detalló.

Es decir, continuar con la extracción de agua del acuífero sobre explotado como lo hace el Gobierno capitalino es un acto criminal, sin eufemismos. 

En este contexto, Cabral Cano añadió: entre las demarcaciones afectadas por el riesgo socioeconómico por subsidencia y fallamiento asociado en la capital de la República mexicana, están, en este orden: Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac y Venustiano Carranza. Debido al sismo de 2017 aumentó la velocidad de subsidencia; sin embargo, se carece de planes para contener el fenómeno en la metrópoli, por lo pronto: ¡no podemos seguir tirando el agua!, remarcó. 

La especialista Mazari Hiriart detalló a su vez que la zona sísmica en los antiguos lagos de la CdMx es como una “gran gelatina” porque se trata de arcilla moldeable. Esa área es también sísmica, y si “le ponemos más leña al fuego” con fallas, fracturas, permeabilidad, formaciones geológicas, pozos, cambio de uso de suelo, pérdida de biodiversidad, densidad poblacional, sitios de actividades productivas y el cambio climático, lo que tenemos es “una zona de inminente desastre’”. Válgame. 

DE LA LIBRE-TA

DIVISION DE PODERES. AMLO agradeció a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por desechar la controversia del estado de Chihuahua en contra de la distribución de Libros de Texto Gratuitos. Esto, luego de semanas de estar fustigando y descalificando al órgano judicial por emitir fallos que le incomodan. Está claro: piensa el Presidente que la Corte está obligada a acatar sus designios. “Muchas gracias a los ministros”, dijo “contentísimo” (sic).   

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