Por Víctor M. Quintana S.
No nos referimos a la gesta del grupo guerrillero del 23 de septiembre de 1965. Hablamos ahora de la rebelión de un nutrido grupo de maestras, maestros, supervisores y jefes de sector de las escuelas públicas de Ciudad Madera contra la decisión del Gobierno del Estado de no entregar los libros de texto gratuitos (LTG). Desde antes del inicio de cursos el 28 de agosto, docentes, padres y madres de familia y funcionarios han demostrado de diversas formas su inconformidad: reuniones en las escuelas, letreros fuera de ellas, participación en marchas y mítines hasta en la ciudad de Chihuahua, constitución de colectivos para exigir la entrega de los textos.
Nunca se hubieran imaginado ni el gobierno ni las direcciones de las secciones 8 y 42 del SNTE que su rechazo a entregar los textos a niñas y niños iba a despertar ese gigante adormecido que es el movimiento magisterial. Ahí están ya en todas partes del estado, protestando, participando, a pesar de las amenazas de la Secretaría de Educación y Deporte, de la tibieza y los “deslindes” de sus líderes sindicales, de los ataques mediáticos de los gatilleros a sueldo.
Las y los docentes de Madera han sido uno de los motores propulsores del movimiento, una de las voces más articuladas, estratégicas y combativas del mismo. A este respecto es de reproducirse buena parte del oficio que dirigen a la Encargada de la Dirección de Educación Primaria de la SEyD, las y los docentes que componen el consejo técnico del Sector No. 20 de educación básica federal que comprende las zonas 93, 94, 95 y 96. Ante la exigencia del Gobierno del Estado de sustituir los LTG por 5 cuadernillos didácticos, afirman que:
Los cuadernillos no representan un recurso didáctico que corresponda a los enfoques educativos del Plan vigente; carecen de vinculación entre las disciplinas del conocimiento y sólo presentan ejercicios de español y matemáticas; comprenden actividades individualizadas y memorísticas que no contribuyen al desarrollo del pensamiento y el trabajo colaborativo.
Tampoco estos cuadernillos improvisados por la SEyD presentan retos cognitivos a los alumnos, pues se centran en la mecanización. Ni promueven la participación, la creatividad o el pensamiento reflexivo y su estructura se basa en un carácter de pensamiento.
Van en contra de la autonomía en el pensar, desarrollan la dependencia en alumnos y docentes, presentan situaciones ficticias y descontextualizadas, no contienen fuentes de información científica. En cuanto a lecto-escritura, el método es de enfoque tradicional no corresponde al enfoque lingüístico y social de la práctica del lenguaje, ni promueven el desarrollo de la lectura y la escritura.
Los cuadernillos representan actividades de consumo temporal no acordes con el plan didáctico del docente ni con el programa analítico del centro escolar.
En cuanto a la presentación, los cuadernillos muestran impresiones de pésima calidad, no son atractivos, pues se presentan en blanco y negro y más de la mitad de las actividades son recortables.
Por esto y por muchas razones más, afirman las y los docentes de este sector, refiriéndose a los cuadernillos, “…no los consideramos apropiados y nos reservamos, por tanto, su uso, sustentados en la libertad pedagógica y autonomía de gestión de aprendizajes de los docentes.”
La rebelión de las y los docentes maderenses y chihuahuenses en general debe comprenderse bien en su sentido. No se trata de un rechazo simple a los cuadernillos improvisados con que el gobierno del estado trata de ofrecer como placebo al derecho del aprendizaje de niñas y de niños. Es una disputa por el sentido de la educación; como en todas las rebeliones es una reivindicación de libertades y derechos, en este caso, la libertad pedagógica y el derecho a la autonomía en que los docentes diseñan y conducen el proceso de aprendizaje. Es mucho más allá que una discusión por tales o cuales contenidos o materiales didácticos. Va al núcleo duro de la relación pedagógica, de la comunidad escolar y de la relación de ésta con su comunidad más amplia.
Por esto, la rebelión magisterial que va cundiendo en todo el estado, trasciende la protesta y las reivindicaciones meramente gremiales llega a ser un verdadero movimiento social, como diría el recién fallecido Alain Touraine, que lucha por el sentido de uno de los sistemas y funciones básicas de la sociedad: la educación.