Por Francisco Ortiz Pinchetti
La insistencia diría yo obsesiva de Andrés Manuel por la concentración del próximo domingo en la Zócalo capitalino en defensa del INE denota a las claras ya no una preocupación ni un enojo, sino un enorme miedo a la expresión ciudadana que él mismo ha convertido en un repudio a su gobierno. Es claro que el tabasqueño le da a esa movilización una importancia inusitada de cara a las elecciones de 2024.
Día tras día, a lo largo de toda la semana, ha dedicado gran parte de su conferencia de prensa matutina para denostar, ridiculizar, descalificar al evento y a sus promotores. Día tras día.
Aprovechó el veredicto del jurado de Nueva York contra Genaro García Luna para confundir deliberadamente dos temas que no tienen absolutamente nada que ver entre ellos. Y llegó al extremo de mentir flagrantemente al afirmar que se trata de una manifestación ¡en defensa del ex secretario de Seguridad Pública y de Felipe Calderón Hinojosa!
Esa falacia, sumada a la otra, reiterativa: que la defensa de la democracia es puro parapeto, pues en realidad se trata de proteger los sueldazos de los consejeros que ganan más que él mismo.
Se burló, insultó a varios de los participantes, particularmente y con especial encono al prestigiado ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia José Ramón Cossío Díaz, a quien llamó “corruptazo, conservador e hipócrita” al mencionar que será uno de los oradores durante la manifestación en la Plaza de la Constitución.
Desde el púlpito de Palacio Nacional, donde dispone de todos los recursos públicos de difusión, el Presidente de la República arremetió una y otra vez contra intelectuales, activistas, políticos opositores y ciudadanos comunes que han manifestado su decisión de concurrir al mitin del domingo.
En lo que ha parecido un acto desesperado, su desbocado afán de aprovechar la condena a García Luna para atacar nuevamente al ex presidente como emblema mismo de la corrupción, hizo que sus huestes lo asumieran así para tratar de desvirtuar el sentido de la manifestación convocada por un centenar de organizaciones independientes de la sociedad civil, como ocurrió en el Senado de la República el miércoles pasado.
Durante la discusión sobre el llamado “Plan B” de la reforma electoral, los senadores de Morena, con fotografías de ambos personajes, arremetieron una y otra vez contra lo que ellos llaman “marcha”, atribuyendo la promoción de la misma y algo así como un liderazgo a Calderón Hinojosa, que por supuesto no ha tenido nada que ver con la organización de la protesta originalmente enfocada a exigir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que detenga por inconstitucionales las leyes electorales modificadas, que pretenden abiertamente despedazar al órgano electoral. Ocurre que Calderón Hinojosa ¡ni siquiera se encuentra en México!
Los legisladores del Presidente iracundos, enardecidos diría yo, recurrieron no solo al denuesto y la descalificación sino al insulto y la injuria contra sus rivales del Frente Opositor. Hubo en boca de las y los morenistas expresiones como “puta democracia”, “cabrón”, “maldito”, “piruja” y otras linduras, proferidas en tribuna o desde los escaños del recinto senatorial. El sentido de sus expresiones fue exactamente el mismo que el adoptado por su patrón en su homilía matutina.
Fue un espectáculo deleznable y bochornoso, vergonzoso.
Si el Presidente y sus súbditos pretenden con todas esas agresiones, distorsiones y mentiras inhibir la asistencia a la concentración en el Zócalo, evidentemente se equivocan. Pienso que su actitud desesperada resultará contraproducente, con todo y que se ciña a la línea confrontacionista que el Mandatario ha adoptado como estrategia electoral.
El propio López Obrador puso la cifra: bastan 125 mil personas para llevar la Plaza. No mintió, cosa rara. A los inconformes con el “descuartizamiento” del INE, como dijo Adán Augusto, se sumarán los opositores agraviados por las ofensas y colmarán la plancha, desbordarán el espacio, saturarán las calles adyacentes. Y también muchas otras plazas en el país. Cosa de esperar unas horas.
Estarán ahí por supuesto figuras políticas conocidas, algunas de ellas impresentables. También protagonistas históricos de la lucha por la democracia. Intelectuales, comunicadores, líderes sociales; pero sobre todo, en número por ahora impredecible, ciudadanos de a pie, como usted y yo.
Eso sí, el lunes seremos tildados no solo de conservadores y adversarios. También de rateros, corruptos, traidores a la patria, hipócritas… No importa: ya habremos llenado el Zócalo. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
ENCOMIENDA. El Presidente pidió el martes pasado a reporteros que cubren sus conferencias matutinas investigar dónde viven periodistas e intelectuales. “Es cosa de nada más indagar un poco dónde viven estos intelectuales orgánicos, dónde viven estos periodistas famosos”, pidió. “Es cosa de decir: a ver, agarren a 10 de los famosos y nada más vayan a ver dónde viven, y ya me traen aquí la información para ponerla aquí, me ayudan a eso…” (Léase en el contexto del atentado no aclarado contra Ciro Gómez Leyva).
Twitter @ fopinchetti