Por Jesús Chávez Marín
―Fíjate que mi esposo tiene ya un mes en el hospital.
―¿Alguna enfermedad terminal?
―¡Ay, no! Cómo eres. Lo que pasa es que lo atropellaron. Y todo salió muy
bien, la operación, las curaciones. Pero una noche, un doctor que llegó
borracho a su turno mandó que le inyectaran un medicamento que no era, y
mi marido cayó en coma.
―Híjole, qué mala pata. Y por supuesto que ya le habrás puesto una
demanda marca diablo. Y otra al hospital.
―Pero ¿qué crees, Chávez? No podemos. Perderíamos el derecho a seguro
médico. Porque ese hospital y ese doctor son del sistema de seguro médico
de la empresa donde trabaja mi señor. Así que tendremos qué apechugar.