Por Ernesto Camou Healy
El campesinado en México ha desempeñado un papel importante como productor de alimentos básicos, para su consumo en primer lugar, que bastante mérito es alimentarse a sí mismos y sus familias; y como reserva de fuerza de trabajo para las ciudades y regiones a las que se trasladan cuando sus parcelas no pueden absorber a todos los trabajadores de sus familias.
Las explotaciones campesinas convivieron por muchos años con las haciendas y ranchos empresariales en una relación desigual en la que producían alimentos y vendían sus productos y su fuerza de trabajo al hacendado vecino; a veces prosperaban y lograban mejores niveles económicos y sociales, se mantenían ellos y sus familias, sustentaban un pequeño, pero vigoroso mercado local de alimentos y trasladaban lo que no consumían hacia el mercado regional.
En el seno de las regiones constituían la mayoría de los productores y contribuían con una porción de peso, no necesariamente mayoritaria, de la producción agropecuaria. Eran, por su número y dedicación, una especie de ancla poblacional que cimentaba la vida social y la economía en muchas partes de la geografía nacional. Por lo general conseguían un cierto equilibrio en su actividad y si no sufrían presiones violentas de su entorno, lograban cuidar y mantener el medio ambiente en el que trabajaban.
Había una gran diversidad de explotaciones campesinas por todo México, y una riqueza de productos que cultivaban o criaban con técnicas sencillas pero adecuadas a su economía y cultura. Podían ser pacíficos o violentos si se les hostigaba y amenazaba su modo de vida, sus parcelas y su idiosincrasia comunitaria.
A lo largo del siglo XX la población campesina permaneció y se mantuvo produciendo con una paciencia porfiada, soportando exclusiones, crisis de mercado, sequías y desastres naturales, y ataques abiertos o soterrados a sus predios o ejidos.
Hace tres décadas eso comenzó a cambiar: Los sucesivos gobiernos a partir de Salinas de Gortari, consideraron a los campesinos un obstáculo para la modernidad, un estorbo para el desarrollo que debía seguir los cánones de un progreso que excluía a las mayorías, en pos de una prosperidad engañosa que prescindía de grandes segmentos de la población y los empujaba a la miseria y a la inactividad.
El Estado dejó de apoyar a la producción campesina, y se tuvo que importar maíz y alimentos básicos; muchas regiones se fueron despoblando y comenzó un éxodo a las ciudades y al espejismo del otro lado: Buena parte del campesinado dejó de producir víveres de consumo y pasó a ser proveedora de divisas y remesas.
La desatención de los gobiernos neoliberales tuvo como consecuencia el desempleo rural, que arrojó a una porción de jóvenes campesinos a trabajar para el narcotráfico, sembrando, transportando o cuidando plantíos y bodegas.
El Gobierno de López Obrador está intentando solucionar este dilema nacional dando incentivos a la producción rural, apoyando la siembra de básicos y frutales en las milpas y parcelas campesinas, y la reforestación de las selvas tropicales para que puedan tener ingresos adecuados a largo plazo. Es un programa diseñado para conceder solidez y vigencia a las unidades de producción campesinas, estimular la reforestación, proveerles de semillas, tecnología adecuada, asesorías y una remuneración digna mientras ven los frutos de su trabajo. Implica recuperar para la producción vastas regiones de México, dar trabajo honesto y decoroso a quienes fueron olvidados y hostigados por las políticas miopes y excluyentes de las pasadas tres décadas, y reactivar el mercado interno y la economía en muchos puntos de la geografía nacional.
El programa se llama Sembrando Vida y es una apuesta por recuperar la sabiduría ancestral campesina, adecuar prácticas tradicionales como la milpa a nuevas situaciones económicas, proteger el medio ambiente y proporcionarles trabajos sustentables y remunerativos. Es un apoyo deliberado a las mayorías campiranas que, si fructifica, contribuirá a regenerar la economía, al desarrollo equilibrado del país, a dar empleos y disminuir la inseguridad.
Urge apoyarlo y también vigilarlo.