Por Agencia DW
En una escuela de Texas, EE. UU., fueron asesinados a tiros 19 niños y dos maestros, un episodio reciente de una serie aparentemente interminable de crímenes similares en ese país.
Hasta la peor masacre en una escuela en la historia de Estados Unidos parece pasar al olvido después de pocos días. El 20 de mayo de 1927, Charles Lindbergh es el primer ser humano en volar sin escalas y solo sobre el Atlántico. Su vuelo pasa a la historia, y, al mismo tiempo, hace que, en EE. UU., ya nadie más hable del atentado en Bath.
Dos días antes, el 18 de mayo de 1927, fallecieron 45 personas en una masacre en una escuela de esa localidad del estado de Michigan. por un atentado con explosivos; la mayoría de ellas, eran escolares de primero a sexto grado. Quien perpetró el ataque fue Andrew Kehoe, miembro del comité escolar, que opinaba que un aumento de impuestos para beneficiar a la escuela lo hubiera llevado a la ruina.
La producción de pyrotol, un explosivo disponible después de la Primera Guerra Mundial, y que también usó Kehoe, fue suspendida un año más tarde. Pero eso no tuvo que ver necesariamente con el atentado. Simplemente, no quedaban suficientes materias primas, aparte de los restos de la Segunda Guerra Mundial, en el Ejército estadounidense.
La masacre de Columbine, trágicamente famosa
El ataque en la Escuela Secundaria de Columbine, en Colorado, 72 años más tarde, también conocida como la Masacre de la Escuela de Littleton, quedó, por el contrario, grabada a fuego en la memoria de todo el país. Dos alumnos de los últimos años, Eric Harris y Dylan Klebold, asesinaron, en casi una hora del 20 de abril de 1999, a 12 escolares de entre 14 y 18 años de edad, a un profesor, y luego se suicidaron.
La masacre es considerada un arquetipo de los ataques en escuelas, que aumentaron luego de manera abrupta. El término “efecto Columbine” surge porque muchos atacantes posteriores se inspiraron en esta brutal masacre. Y el concepto de “generación Columbine” es otro neologismo relacionado con el ataque en Colorado, utilizado hasta el día de hoy. Todos los escolares que nacieron después del 20 de abril de 1999, en Estados Unidos, son calificados como de la “generación Columbine”: niños y jóvenes que no conocen un mundo si tiroteos en establecimientos escolares.
La masacre en la Escuela Secundaria Columbine, en Colorado, EE. UU., en 1999, se hizo trágicamente famosa.
Se considera que el presidente de EE. UU. en esa época, Bill Clinton, fue el primer presidente estadounidense en fracasar en el intento por reformar las leyes para portar armas en ese país. Clinton quería controlar el mercado de armas y a sus compradores, al menos los fines de semana. Si bien el Senado aprobó una forma más laxa de esa medida, la Cámara de Representantes rechazó la reforma.
Para que al menos los niños estén más seguros en el futuro, Washington invierte millones de dólares en el proyecto “Policías en las escuelas”. Desde entonces, unos 30.000 establecimientos son vigilados por fuerzas policiales. A eso se suman instalaciones de videovigilancia, detectores de metales y entradas cerradas en los edificios escolares durante las clases. Se realizan regularmente simulacros de alarma, y al ingresar a las escuelas se controlan documentos.
¿Tuvieron efecto esas medidas? Ninguno.
Minnesota, Pennsylvania, Virginia
El 21 de marzo de 2005, en la Escuela Secundaria Red Lake, de Minnesota, un alumno de 16 años mató a tiros a cinco compañeros, a un guardia de seguridad y a un profesor, y luego se suicidó. El 2 de octubre de 2006, en la Escuela West Nickel Mines, Pennsylvania, un hombre de 32 años asesinó a cinco alumnas, antes de dispararse a sí mismo. Todos estos crímenes, muy pronto, son olvidados.
Pero luego del ataque en la Virginia Tech, Estados Unidos no pudo pasar simplemente a otra cosa. El 16 de abril de 2007, un estudiante de 32 años mata, en el campus de la universidad, en Blacksburg, Virginia, a 32 personas, y se suicida luego. En ese estado, toda persona puede comprar armas sin problemas a partir de los 18 años.
Sin embargo, el presidente George W. Bush se acercaba al final de su período de gobierno, y no hizo más que subrayar que todo ciudadano de Estados Unidos tiene el derecho de portar un arma, pero debe respetar las leyes. Es decir, que nuevamente ninguna ley para comprar o portar armas es modificada, y las terribles consecuencias de ello no se hacen esperar.
Ataque armado en Blacksburg, Virginia, EE. UU. (16 de abril de 2007): los nombres de las víctimas, pintados sobre una roca.
Illinois, California, Connecticut
El 14 de febrero de 2008, en la Universidad del Norte de Illinois, DeKalb, un estudiante de 27 años ejecuta en un aula a cinco personas y se suicida. El 2 de abril de 2012, en la Universidad de Oikos, en Oakland, California, un hombre de 43 años entra a una escuela cristiana y mata a tiros a siete adultos.
Luego, llega el 14 de diciembre de 2012, y Estados Unidos cae en estado de schock, otra vez, por algunos días. Veinte alumnos de la Escuela Primaria Sandy Hook, en Newtown, estado de Connecticut, son víctimas de un ataque armado, así como seis empleados del establecimiento y la madre del perpetrador, antes de que el joven de 20 años, fanático de las armas, se suicidara.
La poderosa Asociación Nacional del Rifle de EE. UU. (NRA) dice saber cómo pueden evitarse ese tipo de matanzas en el futuro: propone que todas las escuelas del país sean vigiladas por policías armados. Scott Brown es el primer político republicano que exige una prohibición total, a nivel nacional, de fusiles de asalto; pero da marcha atrás poco después.
Al menos algo cambia en el estado de Nueva York. El gobernador Andrew Cuomo ordena prohibir la posesión privada de rifles y cargadores con más de siete disparos. También Colorado y Connecticut recrudecen sus leyes sobre posesión de armas. En el Congreso, el presidente Barack Obama fracasa, por el contrario, con una iniciativa para la prohibición de armas semiautomáticas en manos privadas y para la verificación de compradores de armamento. La espiral de violencia sigue ascendiendo sin freno.
Los niños de la primaria Sandy Hook, en Connecticut, son evacuados por sus maestros luego de la masacre, en la que un hombre de 20 años mató a 20 alumnos y a 6 empleados.
California, Washington, Florida, y dos veces Texas
El 7 de junio de 2013, en el Colegio Santa Mónica, de California, un hombre de 23 años asesina a cinco personas antes de ser abatido a tiros por la Policía. El 24 de octubre de 2014, en la Escuela Secundaria de Marysville, estado de Washington, cuatro personas mueren porque un adolescente de 15 años dispara indiscriminadamente a su alrededor, antes de hacerlo contra sí mismo. El 1 de octubre de 2015, en el Colegio Comunitario de Umpqua, en Oregon, un estudiante de 26 años ejecuta a ocho estudiantes y a un profesor, y se suicida luego.
Y otra vez tiene que suceder una masacre con muchos más muerto,s hasta que la sociedad y la clase política de EE. UU. se detengan a reflexionar por un momento. En la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, 17 personas, 14 de ellas adolescentes, murieron el 14 de febrero de 2018, después de que un joven de 19 años perpetrara un ataque en la escuela de la que fuera alumno.
La estudiante Emma González lidera, en febrero de 2018, las protestas en Florida para que se endurezcan las leyes de posesión de armas.
El presidente, en ese momento, es Donald Trump, quien aboga por armar a los maestros, en lugar de endurecer las leyes sobre armas. Poco tiempo después, Trump reniega de su idea de elevar de 18 a 21 años la edad mínima para la compra de ciertas armas. Una semana después de la masacre, la Cámara de Representantes de Florida votó: 71 votos frente a 36, en contra de leyes más estrictas sobre armas.
El 18 de mayo de 2018, un estudiante de la Escuela Secundaria Santa Fe, en Texas, mató a tiros a ocho de sus compañeros y a dos profesores, y además escondió artefactos explosivos en los alrededores de la escuela. Y, ahora, ha ocurrido otra masacre en la Escuela Primaria Robb, en Uvalde, Texas, donde un joven asesinó a al menos 19 niños y a dos maestros. El agresor tiene 18 años.