Hacia una elección de Estado en 2024

Por Francisco.Ortiz Pinchetti

Cancelado de manera definitiva por el fallo en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación la intentona de prolongar el mandato del propio presidente de ese órgano concebida por Andrés Manuel a  manera de ensayo para una eventual ampliación de su propio mandato, el gobierno de López Obrador se encamina ahora hacia la abierta realización de una elección de Estado en 2024.

Es obvio que a estas alturas no es posible aun probar tales intenciones, pero los indicios son cada vez más claros en ese sentido. El tabasqueño arma su estrategia por echar mano de todos los ardides legales y extralegales a su alcance, los recursos inmensos destinados a sus obras prioritarias y a sus programas sociales electorales y el control del organismo electoral a través de una reforma electoral nada fácil de lograr dada la composición del Congreso, o cuando menos del desprestigio y debilitamiento del Instituto Nacional Electoral (INE), que hace rato está en marcha.

La pantomima de la consulta el año próximo para la revocación del mandato convertida tramposamente en una forma de ratificación del Presidente, apunta también en ese sentido, toda vez que la intención de reforzar su figura, su protagonismo y su indudable –y para muchos inexplicable— popularidad, no puede ser más clara.  Tampoco la trampa en la que se quiere hacer caer al INE al reducirle los recursos necesarios para ese ejercicio constitucional y luego culparlo de los exiguos resultados numéricos que se obtengan.

Pienso que la táctica esencial de esa estrategia presidencial para conseguir en los hechos una prolongación tácita de su mandato a través de un sucesor absolutamente a modo, está en el uso indiscriminado –y descarado, ilegal— de programas sociales como la pensión a los adultos mayores ampliada ahora en edad y en modo progresivo, las becas a los adolescentes, y el denominado Sembrando Vida en el campo. La dispersión de los recursos de manera directa lleva implícita la intención de hacerlos sentir como una dádiva personal de Andrés Manuel y en su momento, de aquel a quien designe su candidato a la Presidencia de la República.

Adicionalmente a todo lo anterior, está otra pieza clave en el tablero del habitante de Palacio Nacional: la militarización del país a través de un respaldo creciente a las Fuerzas Armadas con toda clase de privilegios y de mayores facultades y mediante su incorporación creciente en tareas de gobierno que van desde la construcción de universidades y oficinas bancarias hasta el reparto de vacunas y beneficios sociales y la conducción de las obras prioritarias del pelotero de Macuspana, incluida la creación de la Guardia Nacional y su incorporación orgánica al Ejército Mexicano.

El descaro es mayor en el caso de Ciudad de México, donde el partido del Presidente y su por ahora virtual candidata a sucederlo sufrieron en las elecciones del pasado mes de junio un doloroso revés, al perder nueve de las 16 alcaldías capitalinas y de echo la mayoría en la ciudad obviamente más importante  del país, bastión histórico de la llamada izquierda desde que Cuauhtémoc Cárdenas la conquistó en el año 2017.

Además de que Andrés Manuel acusó recibo de su contrariedad ante la derrota, que en términos reales constituyó una debacle para su causa de dimensión local pero de significación nacional, su malestar lo ha manifestado reiteradamente en los meses recientes a través de sus descalificaciones y agresiones a las clases medias y particularmente a los habitantes de la colonia Del Valle y la alcaldía Benito Juárez, una suerte de emblema de la oposición contraria a Morena.

Más allá de esa reacción que podría considerarse visceral, se ha evidenciado la decisión del mandatario de volcar apoyos y recursos al gobierno de CDMX encabezado por Claudia Sheinbaum Pardo. En el presupuesto aprobado para 2022, se le asignaron a la capital más de 26 mil millones de pesos, que aunados a los recursos canalizados a través de los programas sociales alcanza la suma de 37 mil millones, la más alta de la historia.

No disimuló la jefa de Gobierno su beneplácito por este respaldo sin precedente, que obviamente tiene el sentido de financiar la recuperación electoral de la capital a través de las dádivas de los programas sociales que se atribuye como personales, a la manera de su jefe, la mandataria capitalina… a la vez que estrangula económicamente a las alcaldías opositoras mediante reducciones arbitrarias a sus presupuestos, según han denunciado de manera conjunta los nueve titulares que integran la Unión de Alcaldes de Ciudad de México (UNA CDMX), al tiempo que se les limitan facultades para estorbar el buen desempeño de sus administraciones.

En suma, el proyecto 2024 de López Obrador está claramente en marcha, cuando faltan tres años para los comicios, como será cada vez más evidente en los meses por venir. Como remate de todo lo anterior está la declaración del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en el sentido de que  apoyará “sin duda” a quien resulte ganador o ganadora de la candidatura de Morena, su partido,  para la elección de  2024.  Válgame.

DE LA LIBRE-TA

LA NO PANDEMIA. Acorde con los usos y costumbres del actual gobierno, la mandataria capitalina hace malabares con las palabras para no decir nada.  Ante la posibilidad de una Cuarta Ola de la Pandemia, que ya se asoma en diversas países, dijo muy seria que de presentarse el caso, “iniciaríamos una campaña para que la gente regresara a usar el cubrebocas, que ya no todos lo están usando, y medidas de sana distancia, pero no tenemos pensado en ninguna manera cerrar actividades como fueron las olas anteriores” (sic).

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