Por Francisco Ortiz Pinchetti
Andrés Manuel tiene mal el dato. El verdadero hamburguesamiento de la UNAM y de la sociedad mexicana en general inició antes del arribo a la Presidencia de la República de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Fue el 29 de octubre de 1985 cuando en la lateral del Anillo Periférico, a la altura del Pedregal de San Ángel, una fila interminable de autos se sumó al tumulto que tomó por asalto la primara sucursal de McDonald’s en México, inaugurada ese día. Fue un acontecimiento histórico para el entonces Distrito Federal. Hace justo este viernes 36 años de eso.
Según las crónicas de entonces, la cola de vehículos llegó a medir más de cuatro kilómetros y los clientes fueron capaces de esperar hasta dos o tres horas para obtener sus hamburguesas. Y no sólo ese día inaugural. La escena se repitió durante mucho tiempo, todos los días. Como ocurriría meses después cuando se abrió el segundo restaurante de la célebre franquicia en Polanco –el más grande de México y de América Latina hasta la fecha– también sobre el Boulevard Manuel Ávila Camacho, en mayo de 1986. Y luego en Satélite, en el 88.
No es casual, por lo demás, que ese primer establecimiento en nuestro país de la cadena hoy de dimensiones mundiales estuviera relativamente cerca de Ciudad Universitaria. Ese dato sí es cierto: el hamburguesamiento de la UNAM empezó en ese entonces. De hecho, otras cadenas menores que antecedieron a McDonald’s, como Tomboy o Burgerboy, captaron clientela universitaria en expendios con servicio en el auto ubicados sobre Insurgentes Sur.
Claro, todo esto viene a cuento a raíz de las afirmaciones del Presidente sobre la UNAM. Al arremeter por tercer día consecutivo contra la casa de estudios, dijo textual que los universitarios “se hamburguesaron”. Los acusó de “no haber dicho nada frente al saqueo durante los 36 años del período neoliberal”.
El antecedente más remoto de establecimientos de hamburguesas en nuestra ciudad que recuerdo es el de Hamburguesas Hollywood, ubicado en Insurgente Sur, casi esquina con la calle Campeche, a la altura de la colonia Hipódromo Condesa. Esa hamburguesería abrió sus puertas en 1962. Estaba a unas cuadras de mi casa, en la calle Taxco de la colonia Roma Sur. Era un negocio mexicano, modesto, que ocupaba entonces un local pequeño y estrecho. Confieso que fue ahí donde comí mi primera hamburguesa, al menos comercial. Recuerdo, eso sí, que eran muy diferentes a las que luego popularizaron las cadenas estadunidenses, porque las rodajas de carne molida se asaban al carbón, en una parrilla.
Muchos años después, a principios de los 80, fui vecino de otra celebre hamburguesería: el Tomboy. Ocupaba una pequeña manzana entre la avenida Insurgentes Sur y las calles Millet, Magnolias y Manzanas de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, frente al Parque Hundido. Era una construcción ligera de una planta, tipo drivein, y muchas parejas acudían a degustar sus productos sin bajarse del auto. Poco después el sitio fue desmantelado y en su lugar se levantó la actual Torre de los Parques.
Sin embargo, fueron los restaurantes de McDonald’s una empresa creada en 1955 en Illinois, Estados Unidos, los verdaderos causantes del hamburguesamiento nacional. Proliferaron como hongos primero en la capital y luego en otras muchas ciudades del país.
Actualmente suman más de 400 establecimientos en la República, que dan empleo a más de 10 mil personas. La franquicia es sin duda líder en el ramo de la comida rápida, por encima inclusive de las más famosas pizzerías. Hoy se estima, según el último censo del Inegi, que el 42.7 por ciento de los mexicanos aceptan que comen regularmente hamburguesas, al menos una vez al mes.
De acuerdo con Euromonitor Internacional, el mercado de hamburguesas en México creció 26 por ciento entre 2015 y 2019. Sus ventas anuales pasaron de 571 millones de dólares a 720 millones en ventas anuales. McDonald’s tiene 45.4 por ciento de participación en ese sector; en segundo lugar se encuentra Burger King, con 29.7 por ciento, y en tercer lugar Carl’s Jr., con 18.4. El resto del mercado se reparte en cadenas más pequeñas, como Wendy’s y Sixties.
Durante sus casi cuatro décadas de presencia en nuestro país, McDonald’s ha tratado de librarse de los aspectos negativos que se atribuyen a las hamburguesas, elaboradas con carne de res, como un alimento demasiado grasoso y perjudicial para la salud, contribuyente destacado por el creciente problema del sobrepeso y la obesidad que afecta a la población mexicana.
En 1999 Adicionó verduras a sus recetas; redujo el contenido de grasas y sodios, eliminó los colorantes y saborizantes artificiales y creó productos alternativos, como el MacPollo y la MacNífica, una creación ciento por ciento mexicana. No obstante, las hamburguesas siguen siendo consideradas frecuentemente entre los llamados “alimentos chatarra”.
Debo aclarar que nunca he sido afecto a ese alimento y que tengo años de no pararme en un restaurante de McDonald’s, a pesar de que ahora vivo a tres cuadras de uno de los más grandes, ubicado en Insurgentes Sur y la calle Tlacoquemécatl. Eso sí: de vez en cuando añoro la Cajita Feliz. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
FRANCOTE. En un rapto de sinceridad poco común, el Presidente confesó que, en la distuntiva de decidir, prefiere a los “corruptos y cínicos” que a los “mojigatos hipócritas”. Ahora quedan más claros la predilección, los apapachos y la defensa a ultranza de Manuel Bartlett Díaz. Digo.
@fopinchetti