El narrador de mi siglo 21

Por Jesús Chávez Marín

Señor Daniel Espartaco Sánchez Vargas: Hace ya algún tiempo quería escribirle esta carta de amistad y admiración. Cuando en 1996 tuve el privilegio de ser editor de su primer libro de poemas, el que usted, con la obstinación que lo caracteriza, tituló Primera adolescencia a pesar de que a mí no me gustaba ese nombre, y así se lo dije, y que luego terminó por gustarme mucho porque me parecía que fue la marca de alguien que se propuso ya desde tan jovencito el inicio de un itinerario de autor; lo vi trabajar concentradamente en su escritura corrigiendo, cambiando aquí y allá, redactando de nuevo, afinando el sonido abstracto de cada poema, en fin. Luego se fue usted a vivir a la ciudad de México y desde entonces nos hemos encontrado en muy pocas ocasiones.
Sin embargo me tocó leer el original de su libro de relatos que luego apareció con el nombre de El error del milenio, libro que compré en la librería Doble Hélice, y que leí con gusto. Pero ya antes lo hacía casi a diario en su blog, que ha tenido varios nombres y que era muy constante y al que años después le perdí la pista, porque en un tiempo hasta lo escribía usted en inglés y toda la cosa.

Quería platicarle que por leer su blog me hice lector de ese tipo de publicaciones. Antes jamás había leído en la pantalla, me parecía una forma de lectura muy volátil y lastimosa para los ojos. En mi oficio de corrector de estilo trabajo sobre el papel impreso, con las viejas marcas de tinta roja sobre el texto. Pero por su causa aprendí a leer en pantalla, no nada más porque era usted el autor o por el cariño de la amistad, sino porque sus relatos suelen ser un imán de lectura.

En esta carta me propongo ahora definir para mi cuáles son algunos de los elementos de ese imán de su estilo narrativo. Y creo que son estos:

  1. El lector siente que usted es, antes que nada, un buscador de la verdad. Que en la investigación profunda de la propia identidad y de la esencia del mundo, se propone llegar al fondo, a la claridad, y expresarla con una sencillez que resulta fascinante al lector. Y cualquier redactor sabe lo difícil que resulta construir la sencillez en un párrafo, en un verso.
  2. En sus relatos es muy audaz y arriesgado en la exploración de la propia biografía, es parte de su sistema de reflexión.
  3. A pesar de eso, no se la quiebra en tratar de ponerse pesado en los grandes misterios; su reflexión se expresa en una cotidianidad diáfana, risueña y a veces burlona.
  4. En sus personajes se refleja una amargura escéptica y casi totalmente desencantada, signo de nuestro tiempo, y de todos los tiempos del hombre por cierto, pero a esos personajes siempre los salva una energía amorosa, un dejo de esperanza y un ánimo alegre que les señala riveras de salvación y frescura.
  5. Su afán vivaz de comunicación con su tiempo, su época, con los hombres y mujeres de su generación, de su edad, lo hace tener un poderío narrativo muy efectivo, que también resulta seductor para lectores de otras generaciones, como es mi caso. En su escritura he aprendido un lenguaje, una cultura en el momento exacto de ir naciendo. Un buen pedazo del siglo 21 lo he conocido en la maratónica y constante escritura de sus blogs, y en los libros que hasta hoy usted ha publicado.

Esta carta ya quedó muy larga, así que me despido manifestándole de nuevo que es usted uno de los escritores que admiro; que seguiré leyéndolo en todos lados donde se le ocurra seguir escribiendo en los años que siguen. Conociendo su capacidad de trabajo, su terquedad y disciplina, sé que me espera una tarea muy vasta, pero también que tendré la recompensa de su literatura, siempre novedosa y alegre.

Junio 2010

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