Por Lilia Cisneros Luján
— Como consecuencia de una permanente campaña electoral que se intensificó a partir del mes de enero de 2019, la mayoría de las instancias de gobierno y en especial las de la ciudad de México han gobernado en el caos. Romper esta inercia que lleva a la destrucción institucional y jurídica supone planeación de programas, establecimiento justificado de los fondos requeridos, así como estrategias eficaces para lograr los objetivos y metas. Presumiendo que no hay mucha creatividad para la determinación de los programas y que existe una pertinaz tendencia a criticar y si es posible desaparecer lo ya establecido, el primer ejercicio supondría la definición de prioridades.
Cuando se definió la desaparición del seguro popular ¿se habían establecido metas del INSABI? El SP tuvo en su desarrollo diversas etapas, que establecieron el aumento de enfermedades cubiertas por el mismo, así como los medicamentos y requisitos que debían otorgarse a los beneficiarios. Como no se transfirió eso al INSABI, ¿ello dio lugar a escases de medicinas para niños cancerosos, diabéticos, hipertensos y otros miles de adultos que se quedaron en sus domicilios sin atención?
Salir de un bache sin consecuencias cuando el país debe cumplir compromisos nacionales e internacionales como la promoción de energías limpias, evitar caer en tendencias monopólicas, procurar el abasto equitativo del agua, ponerle un límite a la corrupción y a negocios ilícitos como el tráfico de personas, armas y drogas, implica en primer término encargar dichos programas a personas capacitadas, que puedan comprender porque la ONU dispuso estos asuntos en el paquete de 30 rubros para ser cumplidos en varias décadas, de las cuales ya han trascurrido dos. ¿Pueden lograr este propósito, personas que se quedaron sin tarea al haber perdido una elección –legislativa o ejecutiva- con prioridad fundamentalmente electoral? ¿Valdrá ese 90% de lealtad al líder de la 4T aun cuando solo se tenga un 10% del conocimiento del tema que han de manejar?
Al parecer, por encima de cualquier otra cosa, lo que se busca es rentabilidad, como una forma de convertir al encargo público en un negocio exitoso; solo que al no ser ni emprendedores ni expertos en lo que les encargan, terminan siendo una especie de viudas ignorantes, asumidas como simples rentistas que solo reportan a gente supuestamente más ad hoc, los recursos repartidos que ni siquiera ellas mismas produjeron ¿entiende alguno de estos héroes de la 4T, la diferencia del titular de un negocio con rentabilidad y la vivencia comodina de una persona rentista? ¿Existen acciones determinadas, que puedan medirse en estos esquemas propagandísticos?
A fin de no gobernar en el caos, se deben evitar acciones como reformas legislativas para perder el fuero más como propaganda o vendetta. ¿Alcanza a los ex presidentes que se pretende juzgar el tema del desafuero? Sabemos con solo haber llevado nociones de derecho positivo en la preparatoria, que es completamente antijurídico intentar aplicar una ley de manera retroactiva, entonces la gente sensata, analiza, y finalmente invita a cumplir la ley en vez de inventar el hilo negro. Cumplir la ley implica, que en vez de usar los espacios informativos –ergo las mañaneras que se pagan con nuestros impuestos- para denostar y dividir se nos informe que mientras buscan a quien culpar por fallas en el metro que se tradujeron en una serie de tragedias para el pueblo más pobre, que seguimos debiendo el costo de trenes que no pueden rodar. Igualmente requerimos que nos digan cual es la situación de casi 400 mil familias que han dejado sus hogares por la violencia y que alguien asuma que milagro ocurrió para determinar que los partidos de oposición gastaron más de un millón de pesos en campaña mientras que los candidatos ganadores de Morena, no rebasaron los setecientos mil. ¿De dónde salieron los supuestos miles gastados por los contrincantes? Y los de Morena, ¿quién los donó, regaló o negocio? ¿Se puede comprobar cualquiera de estos dos supuestos? Y lo que es más delicado ¿Por qué nadie da cuenta de los movimientos corruptos, tan bien orquestados luego de que han conocido como se manejaron los de la estafa maestra?
Indudablemente que sigue existiendo “el chayo”, por supuesto que las consignas de no tocar ni con el pétalo de un artículo a viejos expertos en como “sacar la castaña con la mano del gato” y el nulo permiso de disentir ni en reuniones de gabinete ni en corto, es tan vigente como en los gobiernos autoritarios de los que nos ha dado cuenta la historia; la gran interrogante es, si esto puede continuar aun con la preocupación de nuestro vecino del norte para evitar que los maoístas, los ex fundadores del partido comunista en México y los muy bien ubicados criminales institucionales hayan librado sus responsabilidades solo porque tienen experiencia en cómo hacer los chanchullos.
Distraer a las audiencias, con remembranzas del halconazo, a donde entrevistan a supuestos participantes, que quienes si sabemos no los recordamos por haber estado en la lucha –a no ser como esquiroles o informantes- lo cual dejó viejas rencillas para que los menos capaces en el conocimiento de la vida pública fueran excluidos. Con los cambios que ya se dieron y los que vienen, debemos estar muy atentos pues el castigo se dará no a los gobernantes que sacrificaron al pueblo por desconocer o ignorar cuales eran las prioridades, sino aquellos que quebrantaron el 90% de la lealtad que se le ha exigido. Poner por encima de la obediencia silente, el manejo de los propios anhelos, es quizá la forma más castigada de deslealtad que en este sexenio se ejerce.