Viejitos correosos

Por Francisco Ortiz Pinchetti

— “Carcamanes, carcamanes, pero bien correosos”, decía mi abuelita chihuahuense. Y sí: resulta que según estadísticas poco conocidas hasta ahora, el sector de la población que proporcionalmente registra menos casos de contagio de COVID-19 en nuestro país es el de los adultos mayores, con edades entre los 60 y los 80 años.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 (ENSUT), el rango de edad la edad con con las mayor prevalencia de anticuerpos contra SARS-COV2 (es decir, el porcentaje de individuos que adquieren la enfermedad) es el de los 20 a 39 años. Los chavos, pues. Ellos registran una prevalencia del 27.3 por ciento. Le siguen los de 40 a 59, con 26.3 y los menores, de 0 a 19 años de edad, con 24.0.

Entre los adultos mayores de 60 años, en cambio, el índice es el menor de todos: sólo 19 de cada cien han enfermado del coronavirus, lo que podría sugerir que es el grupo que más se ha cuidado… o que más han cuidado sus hijos y nietos.

Y, además, en la Alcaldía en que vivo, Benito Juárez, cuyo índice de adultos mayores en su población es el más alto de la capital (16.9 por ciento), los casos de contagio son de ¡apenas de 12 por cada 100!, uno de los más bajos del país.

Viejos curtidos, diría yo.

Para calibrar el significado de estos datos, conviene revisar el contexto, pienso. En la República Mexicana hay más de 15 millones de personas mayores de 60 años, según el Inegi. Esa cifra representa el 12.3 por ciento de la población total. La capital del país es la entidad que registra un mayor porcentaje, con el 11.3 por ciento, seguido de Oaxaca (10.7) y Veracruz (10.4). En esperanza de vida a partir de los 60 años, las mujeres aventajan con 22.9 por ciento a los varones, que registran un 20.9.

Según los resultados de otra medición, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), realizada por el propio Inegi en 2018, la mayoría de los adultos mayores (48 de cada 100)  vive en hogares nucleares (formado por un solo núcleo familiar: puede incluir a una pareja con o sin hijos solteros o un jefe o jefa con hijos solteros); casi cuatro de cada 10 residen en hogares ampliados (un solo núcleo familiar o más, y otras personas emparentadas con él o ellos); y el 11.4 conforman hogares unipersonales, es decir, viven solos.

El Inegi registra asimismo que en el país 1.7 millones de personas de 60 años o más viven solas. De éstas, 60 por ciento son mujeres (un millón 49 mil) y 40 por ciento son hombres (697 mil). Su estructura por edad indica que el 43 por ciento tiene entre 60 y 69 años, mientras que más de la tercera parte (36.4) entre 70 y 79 años. En edades más avanzadas su participación porcentual es menor, 17.4 y 3.1 en aquellos que cuentan con 80 a 89 y 90 años o más, respectivamente.

De esos datos se deduce que efectivamente un buen número de adultos mayores y no tan mayores contamos con apoyos familiares que nos permiten permanecer prácticamente aislados. Hijos y nietos se encargan de proveerles de lo necesario para vivir sin necesidad de salir ni a la tiendita de la esquina en busca de sus chuchulucos favoritos.

Adicionalmente, algunos tenemos posibilidades de contar con servicios de entrega a domicilio, por ejemplo, que nos permiten contar con suministros sin necesidad de salir al súper o al mercado. Sin embargo, es un hecho que un buen número de estos carcamanes, sobre todo los más grandes, difícilmente tienen acceso a Internet u otros recursos tecnológicos para poder utilizar esas facilidades que indudablemente alivian la vida.

Pero hay además una buena cantidad de viejitos que viven solos y tienen que valerse por sí mismos para mantenerse y a la vez guardar cuarentena. Lo malo es que muchos de ellos se ven obligados a trabajar, generalmente en actividades callejeras como el ambulantaje, lo que supuestamente los haría más vulnerables. Aún con ellos, la estadística demuestra que caen menos en las redes del COVID-19 que sus propios nietos e hijos, lo que es sorprendente.

La estadística muestra también que, en general, los hombres (26.1 por ciento) se contagian más que las mujeres (23.6). Y que las personas con estudios de secundaria encabezan la lista en cuanto al nivel de escolaridad: 27 de cada 100 han contraídos el coronavirus. Les siguen los que tienen estudios de preparatoria, con 25.9 por ciento y los de nivel de primaria con 24 por ciento. Finalmente los que cuentan con estudios superiores, que son 21 de cada 100.

Al inicio de esta pandemia trascendió un proyecto del sector salud, que luego fue vergonzosamente retirado, que establecía escalas de preferencia por edades para la atención de casos de COVID-19, en el que se privilegiaba a los jóvenes sobre  los viejos. Era una infamia, por supuesto. Ahora se les pone adelante en la fila para la anhelada vacunación, atrasito del personal de salud. Y qué bueno. Aunque a final de cuentas los carcamanes han demostrado que solitos se las pueden. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

DEDOS. Por los rumbos de la colonia Roma de la capital, donde se ubica la sede nacional de Morena, corre la especie de que los conflictos internos registrados en la designación de cinco de las 15 candidaturas estatales a disputarse en 2021 se deben a algo muy simple y sencillo: Andrés Manuel, como cualquier mortal, sólo tiene 10 dedos en las manos. ¿Será?… Y pese a politiquerías pandemias, tengan ustedes una diferente pero cálida Navidad. ¡Felicidades!

@fopinchetti

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *