Por Francisco Ortiz Pinchetti | SinEmbargo
No es poca cosa cumplir 100 años como el Rey de los Deportes en un país de futboleros. Un siglo de historia, calamidades, emociones, proezas. Sueños. La Liga Mexicana de Beisbol (LMB) está de celebración mayor. También yo. Aunque todavía no alcanzo el centenario, como sí la Liga, ocurre que ese deporte inigualable ha estado conmigo a lo largo de toda mi vida. Bueno, desde los 10 años, cuando fui a mi primer partido en el Parque Deportivo de Seguro Social, ahí en Cuauhtémoc y Viaducto, en la Narvarte, de la mano de mi hermano mayor, José Agustín.
Era junio de 1955. Acababa de estrenarse ese estadio apenas dos meses atrás. Olía a nuevo. Y en él había nacido un equipo que se volvería mi favorito de por vida (como ya lo era de mi hermano): los Tigres capitalinos, sucesores, herederos de los Azules de Veracruz. Desde entonces y para siempre, el enemigo de los felinos como yo eran los Diablos Rojos del México, chocantes, creídos, detestables. Odiadísimos.
Este sábado se cumplen cien años de aquel 28 de junio (sábado también), de 1925. Ponen las escasas referencias, que no crónicas, que fue en el parque del colegio marista Franco Inglés, allá por calzada de La Verónica (hoy Melchor Ocampo) donde se jugó el primer partido de la LMB, entre los equipos México y Agraria. Que se fue a extrainings y en la décima cuarta entrada ganó el México por siete carreras a cinco. El primer pitcher ganador fue Benito Marrero, del México. Vaya principio.
De entonces para acá han pasado demasiadas cosas. Datos esenciales son, me parece, el que en 1932 se inaugura el Parque Delta. Que en 1940 Jorge Pasquel funda los Diablos Rojos del México. Que en 1954 se derrumba una grada de madera del parque Delta, lo que causa la muerte de dos aficionados y el cierre del estadio. Que en 1955 surgen los Tigres y se inaugura el Parque del IMSS, como mencioné antes. Que en el año 2000 acaban 45 años de compartir el parque de Narvarte entre los Diablos y los Tigres, y ambos se mudan al Foro Sol, en la Magdalena Mixiuhca. Que en 2004 los Tigres se van a Puebla y en 2007 se cambian a Cancún y se vuelven los Tigres de Quintana Roo, hasta la fecha.
Durante no menos de 40 años fui asistente frecuente al juego de pelota, en el ya desaparecido parque del Seguro. Primero solo, luego con mi hijo Paco. Los juegos nocturnos de entre semana. El doble juego de los domingos al mediodía, acostados sobre el dogout del lado de tercera base. El clásico México-Tigres, con porras, banderas… y mentadas.” Los triunfos espectaculares de los felinos, emocionantes al máximo, viniendo de atrás. El “¡pobres Diablos!, ¡pobres Diablos!” al final de nuestras jornadas victoriosas. El Chacho, la mascota divertida. Los tacos de cochinita pibil. Los autógrafos a la salida de los vestidores. El entrañable ambiente beisbolero, único.
Para los capitalinos, por supuesto, no hay equipos más cercanos que los escarlatas y los bengalíes, como también se les llama; pero creo que además de ellos hay en México al menos otros cuatro equipos que son emblemáticos, legendarios en la LMB: los Sultanes de Monterrey, el Águila de Veracruz, los leones de Yucatán y los Pericos de Puebla.
El béisbol es el deporte más popular en varias regiones del país, sobre todo en el Norte y Noroeste y en el Sureste de la República. Sin embargo, en la capital hace tiempo que dejó de serlo. Ocurre que en los años 70 del siglo pasado, la televisión comercial optó por el futbol y el box, y abandonó al beis, suspendiendo la transmisión de los partidos de la LMB, lo que afectó al Rey de manera definitiva. Recientemente Imagen TV ha tomado al beis como su deporte, lo que ha significado un muy importante apoyo. Veremos resultados, espero.
Hay en esta historia dos personajes que merecen mención y reconocimiento (sin omitir por supuesto al chihuahuense Anuar Canavati, el dueño de los Sultanes durante muchos años y promotor incansable de este deporte). Uno desde luego, es el actual propietario de los Diablos Rojos. Alfredo Harp Elú. Adquirió en 1994 el equipo fundado por Pasquel en 1994. A él ha dedicado todo el tiempo y el amor que le permiten sus ocupaciones como empresario. Se ha convertido sin duda en el mayor promotor del béisbol en nuestro país.
En 2014 inició la construcción del nuevo estadio de los Pingos, que lleva su nombre, en terrenos de la Ciudad Deportiva. Tiene capacidad para 20 mil espectadores y es sin duda el más moderno, funcional y bello estadio del país. Se estima que invirtió en él unos tres mil millones de pesos. Se inauguró el 5 de abril de 2019 con un partido… ¡entre los Tigres y los Diablos, claro!
El estadio se diseñó con una mezcla de elementos arquitectónicos prehispánicos y modernos y cuenta con características únicas, como una gran cubierta modular. Tiene pantallas gigantes, zona de restaurantes, bares. Al nivel de las Grandes Ligas. Es un sueño hecho realidad.
Harp Elú ha invertido fuerte también en la adquisición de peloteros de alto rendimiento, incluidas algunas estrellas de las Ligas Mayores. Con eso ha convertido a los Diablos en una potencia prácticamente invencible. Fueron campeones el año pasado y en la presente temporada son los líderes indiscutibles y al parecer inalcanzables. Su superioridad es tal que ha menguado la emoción de la rivalidad con mis Tigres. Aunque la pugna sigue.
El otro es precisamente Alejo Peralta, el fundador de los Tigres en 1955. Un hombre controvertido que hizo grandes aportaciones al béisbol, aunque también muchos le reclaman acciones negativas. Fue el creador del “sistema Peralta” de picheo, que consiste en utilizar tres lanzadores por juego, uno cada tres entradas.
Peralta mexicanizó a los Tigres, contratando exclusivamente jugadores nacionales. También fundó la Academia de Beisbol en terrenos de la antigua ganadería brava de Pastejé, en la que se formaron muchos peloteros. Aunque originalmente era un semillero para los propios Tigres y sus sucursales en ligas menores, a la muerte del empresario su hijo Carlos Peralta la convirtió en un cuestionado negocio de fabricación y venta de peloteros, lo que le fue muy criticado. Esa práctica deterioró la calidad del equipo, pues los jugadores que destacaban eran vendidos a otros clubes.
Peralta hijo fue quién se llevó a los Tigres a Quintana Roo, con resultados ambivalentes. En 2015 tuvo desavenencias con la LMB por el tema de los jugadores con doble nacionalidad y decidió cerrar el club. El legendario zurdo Fernando Valenzuela reunió a un grupo de empresarios y encabezó la compra del equipo felino, al que salvó de la desaparición. Y ahí sigue, aunque disputando ahora el último lugar de su división. Un desastre.
Hoy la centenaria LMB está integrada por 20 equipos, repartidos en dos divisiones, Zona Norte y Zona Sur. El sueño que está pendiente es tener un equipo mexicano en las Ligas Mayores. Varios intentos han fracasado. Ni con el pelotero de Macuspana en la Presidencia se logró. Algún día ocurrirá, seguro. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
SOBRE ADVERTENCIA… Consumada la farsa-atraco de la “elección” judicial, ha venido el alud de reformas legales por mayoriteo vil. Seguirá como aquí lo advertimos la reforma electoral, la muerte del INE, el control de las elecciones y la manipulación del padrón. Cuando todos creían que la pesadilla había terminado… ¡Tiburón II! ¿Se acuerdan?