G. Ángeles: Transformación

Por Guadalupe Ángeles

El atardecer amarilleaba en el cielo, tomé su mano mientras el encargado le decía algo sobre la mesa que recién acabábamos de dejar. Afuera, un ejército de mujeres ataviadas con vestidos blancos rompía filas luego de realizar un rito que terminaba con la partida del sol.

Fue tomar su mano, aquel hecho al parecer intrascendente, el corazón mismo del sueño, el real significado de que fuéramos nosotros, nadie más, quienes cerramos la noche de esa manera tibia, entrañable.

Sin embargo, creo que pensé en que no es el amor, sino la voluntad, lo que justifica actos como ese, o quizá la simple emoción desnuda de significado. Ya podría recordar los días vividos realmente, ante ese gesto, “nosotros” se transformó en una noción vacía de sentido, pues el calor de mi mano al estrechar la tuya era igual a ese rito contemplado a lo lejos, que se ve y no importa entenderlo, como una fotografía cargada de sentido por su composición, pero cuyos protagonistas han muerto.

Si existiera un punto en esta tierra fría donde pudiera hallar un mapa y gracias a ese invento humano llevarme a estar de nuevo frente a tus ojos, allí, en ese oscuro o luminoso sitio en el que resuenen otra vez tus palabras: “sal de ese ahí, salte”, obvio saber que tu voz, y no solo tu cuerpo, han desaparecido. Igual puedo enunciar tu nombre, que solo como mantra ha quedado, como joya que luzco solo para mí.

Ya no habrá preguntas ni afirmaciones para tejer la textura de nuestras horas juntos. Arpegios, disonancias, arrebatados gestos, ni flores amarillas ni reproches vanos. ¿Necesito decir más?

 

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *