12 de octubre: la disputa por la narrativa histórica

Por Magdalena Gómez

— Cada 12 de octubre reaparecen los simbolismos y las diversas interpretaciones sobre aquel día de 1492, como variados son los actores que las enarbolan, los estados de América tienden a diluir confrontaciones con lo que en un consenso lidereado por la Unesco, expresaron en 1992, en torno al llamado Encuentro de dos mundos, con ocasión de los festejos oficiales con España a la cabeza, como ya lo había hecho en el tercero y cuarto centenario. Con ese concepto de encuentro se zanjó al del descubrimiento y conquista, incluso al de invasión. Se enfrentaron posturas y se asentó que era importante construir un relato histórico en el cual no sólo estuviera la versión de los vencedores, los colonizadores, sino también la de los vencidos (León Portilla dixit). Se buscaba así incorporar la voz de los habitantes originarios de América.

En 1992, las agencias oficiales debatían sobre Hispanoamérica en un esfuerzo de España por no quedar al margen de sus antiguas colonias y con la mirada puesta en el presente, no sólo de identidades y culturas, también y sobre todo de intereses y afanes inversores, basta seguir el mapa de empresas españolas en gran parte del continente.

Los pueblos originarios de América mantuvieron y mantienen una mirada distinta, incluso contrapuesta; digo los pueblos, lo cual no indica que no existan o hayan existido personas indígenas proclives a participar de los festejos oficiales de los estados.

Al margen de aquellos debates institucionales, en sus escenarios y terrenos propios, numerosos pueblos indígenas en el continente, bajo la bandera de la resistencia acuñaron la consigna si como indios nos dominaron, como indios nos liberaremos. Fue un parteaguas la Campaña 500 años de resistencia indígena y popular y memorable el: II Encuentro continental, realizado en Quetzaltenango, Guatemala, del 7 al 12 de octubre de 1991. En México se organizó y participó a escala continental el Consejo mexicano 500 años de resistencia indígena, negra y popular.

En paralelo a las celebraciones oficiales, el 12 de octubre de 1992 en Bolivia los indígenas inauguraron la primera Asamblea de Naciones Originarias y marcharon hacia La Paz para manifestar su rechazo al festejo del quinto centenario; en Ecuador los indígenas caminaron hacia Quito; en Perú los campesinos ofrecieron un minuto de silencio por las víctimas y rindieron homenaje en la Plaza de Armas del Cuzco a los héroes de la resistencia andina; en Colombia se efectuaron marchas silenciosas de campesinos e indígenas, en señal de luto; en México, indígenas y ciudadanía afín se congregaron en el Zócalo de Ciudad de México para pronunciarse contra la celebración del quinto centenario y emblemático fue que una multitud de indígenas derribó la estatua del conquistador español Diego de Mazariegos en las calles de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. La posterior aparición pública del Ejército Zapatista del Liberación Nacional (EZLN), el 1º de enero de 1994, también forma parte de ese contexto. En su comunicado del 12 de octubre de ese año reivindicó su derecho ancestral a la tierra apelando a la conmemoración de los 500 años, pero en la perspectiva de sus reivindicaciones actuales: con este apretado recuento en México nos aproximamos a 2021 como un año de conmemoraciones, Año de la Independencia y la Grandeza de México. El 3 de septiembre pasado se creó la Comisión Presidencial para la Conmemoración de Hechos, Procesos y Personajes Históricos de México que incluye los 700 años de la fundación lunar de México-Tenochtitlan, los 500 años de la toma de México-Tenochtitlan y los 200 años de la consumación de la Independencia. Se realizarán desfiles, actividades culturales y reivindicación con los pueblos originarios.

Cual contrapunto, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional anunció el 5 de octubre “que diversas delegaciones zapatistas, hombres, mujeres y otroas del color de nuestra tierra, y una del Congreso Nacional Indígena, saldremos a recorrer el mundo, caminaremos o navegaremos hasta suelos, mares y cielos remotos, buscando no la diferencia, no la superioridad, no la afrenta, mucho menos el perdón y la lástima. Iremos a encontrar lo que nos hace iguales. Que el primer destino de este viaje planetario será el continente europeo. Que saldremos y que zarparemos, desde tierras mexicanas, en el mes de abril del año de 2021. Que, después de recorrer varios rincones de la Europa de abajo y a la izquierda, llegaremos a Madrid, la capital española, el 13 de agosto de 2021 –500 años después de la supuesta conquista de lo que hoy es México–. Que hablaremos al pueblo español. No para amenazar, reprochar, insultar o exigir. No para demandarle que nos pida perdón. Iremos a decirle al pueblo de España […] que no nos conquistaron. Que seguimos en resistencia y rebeldía”.

El EZLN se reincorpora a la disputa por la narrativa histórica y retoma que otro mundo es posible.

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