Por Lourdes Díaz López
— En el estado de Chihuahua, hay más de 3 mil 900 personas reportadas como desaparecidas, de las cuales, más de 450 casos ocurrieron en los últimos 12 meses, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP), que contempla cifras desde los años 60. De ese total, 739 son niñas, niños y adolescentes y 548 mujeres. A nivel nacional la cifra oficial de desaparecidos rebasa las 61 mil personas.
Chihuahua es el cuarto de 32 estados del país con más personas desaparecidas, solo superado por Tamaulipas, Jalisco y el Estado de México, según las gráficas elaboradas de con datos de 1960 a diciembre de 2019 por la CNBP.
Pero las cifras suelen sonar muy frías y poco cercanas a la vida cotidiana cuando se trata de tomar decisiones en relación con este delito. En recientes días viví de cerca la desaparición de una joven estudiante proveniente de una ciudad chica, lo que la obligó a vivir sola, y en otros lapsos, con una amiga, para compartir gastos de renta, como lo hacen cientos de estudiantes universitarios que se mudan a la gran urbe para estudiar una carrera. Pero resulta que Chihuahua y Juárez son ciudades donde hasta vivir sola o puras mujeres en un hogar, se ha convertido en un alto riesgo.
Para quienes tenemos hijas en México, es un tema realmente complejo. Decidir a dónde, cómo, y en qué condiciones enviar a nuestras hijas a buscarse camino, abrirse paso, estudiar una carrera o un posgrado sin ponerlas en riesgo.
Para elegir una universidad pública de buen nivel se vuelve cada vez más difícil dadas las circunstancias de inseguridad de este país. Siempre los rankings de evaluaciones que les otorgan un lugar de nivel académico serán tomados en cuenta, pero luego descubrimos que las mejores instituciones no necesariamente están en las ciudades más seguras.
La UNAM es la mejor opción del país, pero resulta que la Ciudad de México es uno de los lugares con los más asaltos niveles de violencia sexual y es la jungla donde habitan nueve millones de habitantes, una de las ciudades más grandes del mundo, a donde una joven de 18 años llegaría a estudiar la universidad y a vivir sola por primera vez, a moverse sola y buscar independencia; sería algo así como lanzar a los leones a una persona sin previo entrenamiento para esquivarlos.
San Luis Potosí, tiene una de las mejores universidades públicas del país, está en el top de las instituciones de mejor nivel. Sin embargo, la capital tiene alerta de género por mujeres jóvenes violentadas y asesinadas con demasiada frecuencia. Por tanto, no es un buen lugar para decidir enviar a tu hija a estudiar ahí.
Querétaro, una ciudad con buena universidad pública, nivel de vida, y que los capitalinos la han escogido como su segunda opción para vivir, cansados de la gran urbe, lo cual le ha incrementado los costos de vida, pero tiene un defecto: está en frontera con Michoacán y Guanajuato, los puntos más inseguros de México.
Monterrey, una ciudad de cultura emprendedora, de negocio, cuyos índices de violencia son muy similares a los de Chihuahua y con costos de vida mucho mayores, y donde la universidad pública no es la mejor opción del país.
La universidad Autónoma de Yucatán, ubicada en Mérida, es casi como viajar a otro país, a una distancia de 2,733 km de la ciudad de Chihuahua, dícese que es la ciudad más segura de México, con universidad de buen nivel académico, pero constantes alertas de clima. Lo que te hace cuestionar ¿qué es más peligroso para una mujer a los 18 años que inicia en la universidad?, ¿un ciclón, un huracán, o las fantasías sexuales de otros humanos con un pensamiento tan hábil que la policía por lo general no logra su localización?
Definitivamente, las contingencias climáticas son un riesgo menor frente a los cientos de enfermos y depravados sexuales que andan sueltos en la calle, contra los vendedores de personas, contra los secuestradores, contra los delincuentes en general. Seguramente contra las contingencias climáticas hay protocolos a seguir que funcionan más que los protocolos contra los delincuentes que planean cómo perpetrar delitos con éxito y sin ser atrapados por la autoridad y que no necesariamente tienen un patrón para delinquir y por tanto, por más extremas precauciones que tomen las jóvenes de hoy, nada les garantiza que no estarán en riesgo.
Así, pues, elegir una universidad pública del país, en una ciudad segura, es una tarea bastante ardua que probablemente se llegará a la conclusión de que no existe tal. No es que los mexicanos tengamos deslealtad con México cuando pensamos como posibilidad enviar a nuestras hijas al extranjero, es que nuestras hijas, valen más que cualquier lealtad a cualquier país. Cuando la vida nos envió hijas, nadie nos dijo que el lugar donde vivimos sería un maratón permanente para mantenerlas a salvo frente a esta jungla de delincuentes.