Presentación del libro La muerte y el agua, de Victoria Granados [mayo, 2016].
Por Jesús Chávez Marín
— Cuando alguien pasa al otro lado de la calle y lo miramos con atención, podemos ver en su rostro dibujada las tormentas que en ese momento agitan sus pensamientos y a veces relampaguean en la mirada. Bueno, eso resulta cierto cuando leemos el libro de Verónica Granados, donde vienen tantas imágenes de la muerte y de las vidas que germinan en el valle de su extraña escritura, construida con relatos de íntima poesía.
Los personajes narradores que cuentan las historias pueden ser inocentes como el del cuento “El mensajero” y aún así tener una percepción visionaria de lo que sucede, de la vida que avanza. Con exquisita sensibilidad mete de lleno a los lectores en una atmósfera bien definida en todos los sentidos, donde los ojos de una mujer muerta son la única compañía de un niño desamparado, los ojos de su tía Buena, la única que lo había amado y protegido. Un solo fragmento sea aquí una muestra de la finísima calidad de la prosa de este libro, que suena como plata de tan expresiva y bien labrada: Una bandada de pájaros se asusta con el ruido de mis pisadas y vuelan haciendo una gran sombra en mi cara por unos momentos. Avanzo sin quitarles la mirada de encima, hasta verlos parados en otro árbol.
En “La trampa de un sueño” el relato se conecta con la leyenda mítica de las sirenas y miramos a Armando que por la playa busca a una mujer, persigue su sueño hasta quedar convertido en caracol a la orilla, donde queda vacío, sin sonido en el corazón, sin música en la voz y sin palabras. Y a unos metros de distancia, una sirena de pelo rojo saboreaba las últimas notas de una melodía llena de anhelos, agitando su cola y formando burbujas de espuma.
Cada uno de los cuentos nos deja una impresión profunda de vida intensa, de magnífica espiritualidad donde a veces domina la tristeza; a pesar de eso nunca la angustia vence a los personajes que siempre tienen la fortaleza de enfrentarse a un mundo hostil y a los fenómenos de la naturaleza que se extienden hasta formar espacios sofocantes, en donde los personajes humanos son parte de esa misma fuerza, como los árboles, los ríos y las sombras de la noche. Como un hombre que pidió con todas sus fuerzas y con toda su fe que su hijo no muriera de viruela, días y días, hasta que el hijo muere y el hombre decide sepultarlo en su misma casa, junto con los objetos sagrados de su fe, ahora perdida con la misma fuerza de las oraciones no escuchadas y decide para siempre con toda su familia que no existirán ya más en su vida ni oraciones ni esperanzas.
Uno de los temas recurrentes en el libro es el suicidio. Un racimo de cuentos en donde sucede esta acción impresionante, contados con lucidez y con poética originalidad. El primero de ellos se llama “Liberación” donde una mujer de 30 años literalmente se convierte en caracol de piedra, para escapar de una fuerza que había dominado su vida entera, en las relaciones familiares, en especial con su madre. En otro cuento es la voz es un río la que oscila en el discurso, siento mis pies batidos en el lodo, el alma bordada con hilos de agua. Las piedrecillas se meten entre mis dedos. Ahora solo importa este momento.
Hay un niño que acostumbraba jugar a las orillas de una noria, pensando siempre en lanzarse a lo oscuro del pozo, y a pesar de que su madre tomó todas las precauciones para protegerlo, termina lanzándose al vértigo de la muerte.
Los relatos se producen con un sobrio discurso realista, aunque la mayoría de estos cuentos son de literatura fantástica. Hay un hombre que busca una metáfora en los movimientos de una mujer que admira; lo que busca es una metáfora para que su verso quede redondo. Y lo consigue al final, cuando la mujer ya se había ilusionado con otro tipo de contacto, y se desilusiona cuando él se despide, pues ya había conseguido su texto y se va.
Otro de los elementos en la esencia de estos textos es la presencia de fantasmas. Como Luana Luna que busca no quedarse sola en el infinito de la muerte y se dedica a rescatar de la nada a otros seres en el momento exacto de cumplir su destino y desde otra dimensión ven cuando se hunden, ya solo quedan como bultos hacia la fatalidad.
En este extraño libro de relatos los suicidas siempre son jóvenes y con plena voluntad de morir, sin tristeza ni melodrama. Un adolescente y la joven que ama y contempla cuando por accidente la mira en coloquio amoroso con otro, simplemente se retira pesadamente y se arroja desde puente al vacío, hacia un río caudaloso. Lo mismo en otro cuento, el personaje camina con una vieja soga y busca el sitio exacto dónde colgarse, solitario, y allí queda como un objeto muchos días, meses, hasta que lo devoran las hormigas y se convierte en materia de otra naturaleza.
Muchos sentimientos nacen de la lectura de este libro. Cada uno de los relatos dibuja la vida intensa, la naturaleza como parte de los componentes del alma y a veces la desolación profunda. Un destino que tanto compartimos todos, en distintos momentos.
Granados, Verónica: La muerte y el agua. Editorial del Instituto Chihuahuense de la Cultura, México, 2016.
Mayo 2016