Por Jesús Chávez Marín
—[octubre, 1986]
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Si usted tiene nariz fea y esto le da problemas, o cree que las arrugas ocultan la belleza de su rostro, o ya no puede controlar las llantas de grasa que deforman su cintura, o no se resigna a quedarse calvo, usted puede a punta de cuchillo recuperar la armonía de su cara y su cuerpo. En la ciudad de Chihuahua hay nueve expertos en cirugía plástica y reconstructiva, médicos que trabajan encarnizadamente. Para ello cuentan con entrenamiento y estudios de posgrado en esa rama de la medicina obtenidos en hospitales y universidades nacionales y extranjeras.
Pero no crea que ellos son solamente escultores de rostros, piernas o senos. No. Son ante todo profesionales de la medicina que ejercen con seriedad, su divisa es adecuar la función a la forma, asisten a congresos doctorales, científicos; leen revistas de circuito cerrado.
Los cirujanos plásticos de nuestra ciudad tienen sobrios consultorios llenos de libros, hospitales propios con instrumental quirúrgico delicadísimo y caro. Tienen éxito económico y además hacen humanitario ejercicio de la medicina social: casi todos ellos participan en programas de atención gratuita a pacientes humildes.
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El doctor Pedro Ramírez Godínez, el más joven de ellos, tiene treinta y un años. De estatura regular, delgado, su rostro es apacible en sus ojos claros serenos y su bigote caído. En su consultorio la simetría, el orden de los elementos, da confianza al visitante. Hace solo seis meses regresó a Chihuahua, después de estudiar medicina había hecho su año de servicio, el de internado, la residencia rotatoria y los cuatro años de especialidad. Amable, accede a platicar a grandes rasgos cuáles son los oficios, los trabajos, los servicios que ofrece esta rama de la medicina.
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Corregir las alteraciones congénitas como el labio leporino, paladar hendido, malformaciones del oído, son parte importante en la cirugía reconstructiva. Y no solo el rostro, sino cualquier parte del cuerpo puede llegar afectada desde el nacimiento. La edad más apropiada para tratar esos casos es a los dieciocho meses de edad, pero cualquier tiempo es bueno para atender a las personas, y así ayudarles a recuperar la seguridad que da tener un aspecto normal, a desarrollar plena la personalidad.
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Las mutilaciones adquiridas en el transcurso de la vida, en accidentes, quemaduras, cáncer de mama, también son campo de la cirugía. Ya sea aplicando colgajos de la misma carne del paciente, trasplantando el tejido de piel y facia muscular. En esto no pueden haber donantes, ya que implica vascularidad y los anticuerpos se oponen a organismos extraños.
Se aplican con éxito las prótesis, procedimiento con el que se repara artificialmente la falta de un órgano o parte de él, como un ojo, un seno. Se aplican sustancias inertes que son bien toleradas por el organismo. Quizá el caso más común son las prótesis mamarias, reconstruir un seno, o los dos, a mujeres que han sufrido alguna operación para curar el cáncer. La forma del seno queda muy natural a la vista y al tacto.
Esta cirugía no afecta ni la lactancia ni la función de los pechos.
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La atención a los quemados es común para nosotros. Hay que detectar la profundidad de las heridas, hacer un aseo a fondo para controlar las infecciones, quitar la cáscara o costra, el tejido quemado, e injertar colgajos de piel del mismo paciente, tomados de la nalga o espalda.
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La microcirugía es la especialidad del doctor Ramírez Godínez. Con ella ha logrado exitosos reimplantes de miembros cercenados, manos, dedos.
Cuenta el caso de una niña a quien de un machetazo le arrancaron el brazo entero, allá en el sur, la operación para reimplantarle el brazo duró dieciséis horas, pero se recuperó completa la funcionalidad: fue todo un éxito de este joven doctor.
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La cirugía estética debe ceñirse siempre a la funcionalidad de los órganos intervenidos. Muchas operaciones de la nariz tienen una causa funcional, como curar sinusitis causadas por la desviación del séptum nasal o por hipertrofia de los cornetes, o corregir alergias e infecciones de las vías respiratorias. Y, claro, reconstruir la forma armónica, bella, de la nariz, que es tan importante al rostro, el centro. Aunque para curar la sinusitis no siempre es necesaria una cirugía, sino la limpieza profunda de los conductos.
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Los trasplantes de pelo o injertos se hacen con colgajes capilares del mismo paciente: se saca de encima de las sienes varios ponch, hileras de cuero cabelludo con todo y sus capas de grasa, se integran al cráneo, donde antes se han abierto filitas de piel para hacer el injerto. Este proceso requiere varias sesiones porque no todos los ponch se integran, aunque generalmente hay bastante éxito.
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Plastía de la cara o retidectomía es el tratamiento para las arrugas.
Se hace una incisión coronal en la cabeza, levanta uno el colgajo de piel, la tracción se va haciendo conforme sean las formaciones de arrugas que se sufran. También se corta por delante o detrás de la oreja y se hace la tracción lateral. Es una cirugía delicada, hay que cuidarse mucho de no dañar el nervio facial, que es el que controla la motricidad del rostro.
Una operación mal hecha puede causar parálisis facial.
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La reducción de senos es necesaria a veces, cuando han crecido demasiado por alguna hipertrofia y están dañando la columna vertebral por su peso excesivo. Esto se hace con liposucción, proceso de extraer grasa sobrante del organismo.
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La dermatitis o celulitis también puede ser corregida arreglando el tejido graso de la piel.
—Oiga, doctor, quisiera preguntarle algo que se sale un poco del tono de la entrevista, un tema algo heterodoxo: ¿Qué pasa cuando un homosexual viene a que usted le cambie el aspecto, a que feminice su cuerpo con unos senos de silicón mediante prótesis?
—Bueno, a mí no me han tocado casos, pero puedo hablarle por estadísticas que los cirujanos han registrado. Esas operaciones no producen buen resultado psicológico, se observa que muchos casos de cambio de sexo terminan posteriormente en suicidio.
—Si el paciente le insiste en este tipo de travestismo de piel, usted ¿qué decidiría?
—Me negaría a hacerlo, trataría de convencer al paciente de que no le traerá buenos resultados.
El entrevistado tiene que irse a atender a un quemadito, como cariñosamente llama él al paciente que se dispone a visitar. Nos despedimos.
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Gustavo Ramos Becerra usa una cortesía exquisita para los visitantes, aunque sea uno reportero. Platica con alegría de su profesión, de sus viajes, sus poemas, sus artículos periodísticos, de política, de sus programas de salud comunitaria en la sierra chihuahuense.
—Doctor, los pacientes que requieren cirugía plástica ¿son malinchistas?, ¿prefieren atenderse en el extranjero?
—Mire, antes era así, la gente iba a Estados Unidos, a Europa, o a la Ciudad de México, pero en los últimos años ya opta por hacerlo aquí. Ello principalmente por dos causas: la buena calidad que ha logrado la medicina plástica y reconstructiva en Chihuahua y, segundo, por la inflación, las ascendentes cotizaciones del dólar. En nuestro estado hay muy buenos médicos: diez en Ciudad Juárez, aquí nueve.
Los nueve son los doctores Guillermo Modesto González, René Chavira Santos, Arturo Rivero Torres, Ernesto Theurell, José Napoleón Zúñiga, Raúl Paz Murga, Noel del Val, Pedro Ramírez Godínez y Gustavo Ramos Becerra.
Todos ellos pertenecen al Consejo Nacional de Cirugía Plástica, organismo que vigila y promueve la calidad del ejercicio profesional en esta especialidad de la medicina.
La mayoría de ellos fueron discípulos de Fernando Ortiz Monasterio, mexicano famoso a nivel mundial.
Ramos Becerra, comentó que la práctica de la cirugía estética se inicia en el Renacimiento con GasparisTagliacotzi, en Bolonia Italia. Con él nace esta rama de la medicina en la que siempre se intenta adecuar la forma a la función, en vista de la importancia que tiene para el hombre en su esfera social y psicológica su aspecto físico. Una buena integración de su imagen corporal ayuda a las buenas relaciones sociales. Cuando esa imagen se altera por padecimientos congénitos o adquiridos en accidentes o por el simple paso de los años, la gente necesita hacer algo para verse y sentirse bien, para ser más productiva y feliz. La cirugía plástica le auxilia en esta forma de recuperar una vida feliz y armónica con su sociedad.
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El programa estatal de servicio social permanente es una institución fundada por Ramos Becerra. El próximo enero cumple diez años de servicio: ha beneficiado gratuitamente a cinco mil personas en todo el estado, en la sierra, el área rural y las principales ciudades. En este programa ha intervenido el Gobierno del Estado y las dependencias del Sector Salud, aunque los médicos que intervienen en él lo hacen sin recibir remuneración. Se cuenta con un equipo en el que hay cirujanos plásticos, anestesiólogos, pediatras, odontólogos, trabajadoras sociales, psicólogos, enfermeras.
La mayoría de los fines de semana durante los últimos diez años hemos viajado a los diez centros hospitalarios que hay estratégicamente ubicados, para operar gratuitamente a pacientes con malformaciones congénitas y adquiridas: casos de labio y paladar hendidos, alteración de oreja o micrótias, secuelas de accidentes o quemaduras y hasta nos tocó atender un caso de pseudo hermafroditismo. En él había que definir el sexo del paciente, conforme a estudios genéticos y endocrinológicos que previamente se le hicieron.
A la pregunta de cómo trata a los pacientes homosexuales que quieren cambiar de sexo, el doctor se muestra discreto. Dice que él se niega a hacer este tipo de operaciones. Que quienes las hacen deben antes aplicar al paciente un tratamiento psiquiátrico a fondo, para orientarlo en lo que realmente desea, o comprobar tres años de relaciones homosexuales previas a la intervención. En Tijuana sí se hacen a granel estas operaciones, allá se atiende mucha clientela norteamericana que solicita ese tipo de cirugía.
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Hay que desprejuiciar la cirugía plástica, hacerla accesible sin vulgarizarla. No es elitista, no es solamente para millonarios. Es una actividad en la que no importa la posición social; el cirujano plástico es un servidor público. Eso sí, hay que cuidarse de los charlatanes, médicos sin especialización que se atreven a intervenir en estos delicados oficios. En un país con cuarenta mil médicos desempleados se da el fenómeno de los aventureros irresponsables. La mala práctica se traduce en mutilaciones y daños irreversibles, tanto físicos como psicológicos para los pacientes mal atendidos.
Cuatro horas de agradable conversación con este médico, político, ex funcionario público, quien tiene una facilidad de palabra extraordinaria, entusiasmo contagioso, un optimismo de hombre de lucha.
Muestra fotografías, invita cafecito confortable y sonrisa gentil.
Su asistente y enfermera, una guapa dama, escucha discreta la conversación, interviene a veces. A ella le tocó hace dos años ser paciente del doctor: le operó la nariz. Fue una cirugía exitosa, se nota en su bello rostro, en su graciosa nariz bien hechecita.
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Guillermo Modesto González llegó en su Corvette rojo, derrochando dinamismo y energía: es un joven de treinta y ocho años, buen mozo, de melena bien peinada. Ha estudiado en el Instituto Nacional de la Nutrición, en Guadalajara, en Houston, en el Hospital General del Sur. Es miembro distinguido de la exclusiva Sociedad Mexicana de la Cirugía Plástica. Hace cinco años fundó la Clínica San Felipe, de la que es director. Ha logrado reunir un buen equipo con otorrinolaringólogos, oftalmólogos, terapistas del lenguaje, anestesiólogos, especialistas en cáncer de mama, cuello y cabeza. La clínica cuenta con personal bien preparado, laboran allí cincuenta y seis empleados entre administrativos y médicos.
Modesto dice que las facultades físicas del cirujano merman con la edad, como en el caso de los deportistas. Necesitan entrenamiento riguroso, ejercicio continuo, mantenerse en forma. También ir pensando en el retiro oportuno, cuando sea tiempo. Dice que en muchos casos la cirugía plástica debe ser multidisciplinaria con otras ramas de la medicina para ofrecer un tratamiento integral al paciente.
Por ejemplo, en los casos de labio leporino o hendido, no basta con cerrarle la boca al paciente sin proporcionarle otros servicios, odontológicos, verbales, un tratamiento integral y no solo un remiendo para los labios.
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La liposucción es un tratamiento en el que Modesto es pionero en México. “Trajimos la máquina de Francia casi al mismo tiempo en que fue llevada a Estados Unidos, hace cuatro años”. Es para extraer la grasa inútil del cuerpo que se ha acumulado en depósitos anormales de la cadera o la espalda. No se trata de una nueva forma de adelgazar, sino de extraer la grasa que deforma el cuerpo, la que no se puede ya eliminar ni con ejercicio ni otros medios.
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El patronato Cirugía y Salud, dirigido por Modesto, fue formado por personas altruistas de Chihuahua. Atiende gratis y a conciencia a personas de pocos recursos que necesitan atención de la cirugía plástica y reconstructiva. Desde paladar hendido hasta los síndromes de down o mongolismo, facis grotesca, gibas de cuello y otras malformaciones. Cualquier persona puede acudir a este centro y será atendida.
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El cirujano plástico es de los pocos médicos que pueden intervenir en cualquier parte del cuerpo humano, gracias a la habilidad de sus manos de orfebre. A veces trabaja con microscopio, con precisión micrométrica. El doctor Modesto muestra fotos de “antes y después”: los cambios que se observan son asombrosos. Reimplantes de manos que antes estaban totalmente desprendidas del antebrazo y que recuperan completa su funcionalidad. Toneles de grasa y pellejos colgantes hasta el pubis que se transforman en torneadas cinturas. Dedos cortados del pie, con los tubitos de venas sangrantes, que se integran a una mano mutilada y se recuperan para el trabajo fecundo.
Habla también de los cirujanos generales que por falta de ética y preparación invaden la especialidad con pésimos resultados, de gente con pocos escrúpulos que inyectan silicón o se atreven a hacer tratamientos faciales con peeling mal aplicada. De los homosexuales dice que le llegan varios casos, pero él los convence de no cambiar su auto imagen porque sabe que tarde o temprano no aceptarán en sí mismos esos cambios. Solo intervendría en aquellos casos en donde por problemas endocrinológicos y hormonales el sexo no está definido por razones genéticas.
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Para seguir en la pelea hay que mantenerse al día, dice el doctor; en las prótesis, por ejemplo, antes se usaba el silicón, hoy se emplea el silástic, elemento algo más cercano a lo natural. En los injertos de pelo se utilizan fibras japonesas muy similares al cabello.
Las revistas, los congresos, las lecturas, la actualización de sus recursos técnicos e instrumentales son muy importantes para este joven médico, a quien agradecemos su valiosa información.
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En la mayoría de los casos, los pacientes de la cirugía plástica son personas satisfechas con su nueva imagen. Aquel profesor de filosofía neopositivista que aprovechó la sinusitis para, de pasada, corregir su nariz aguileña y ahora se siente un galán; esta actricita quinceañera, que ahora luce más bella ante la opinión del espejito, espejito, de la obra Blanca Nieves y los Siete Enanos locales; la señora ex-gordísima y ahora torneada curvilinda gracias a la liposucción; el fauno de la zona roja que se transforma en bella de noche para talonear en la Calle Aldama, armado de los pechos de silicón que se asoman insolentes al trágico escote, tres mil pesos la media hora, el cuarto incluido.
Platico en la sala de espera de la Clínica San Felipe con un joven vestido de pantaloncillos cortos que trae un parche de plástico rígido en la nariz. Me dice que vino desde los Ángeles a operarse porque su hermana le recomendó a este doctor. Lo operaron hace una semana, le costó setecientos dólares, una ganga, y se siente bien. Duró tres días internado y nunca sintió dolores ni molestias. Habla como pocho, algo nervioso, sale afuerita a fumar un cigarro, mientras le toca su turno de consulta externa.
También entrevisté a una amiga mía que escribe poemas: ella sufrió un asalto en el D. F., la golpearon brutalmente para robarla y con la golpiza le desviaron el tabique de la nariz. Meses después empezó a tener problemas respiratorios. Hace dos años la operó un médico de aquí de Chihuahua y todo salió bien. Al principio, dijo, se sentía rara, un poco frívola, tenía prejuicios. Hoy se acepta mejor aunque dice que su nariz era más bonita antes del accidente. Ella decidió escoger, entre varias fotos que le mostraron el modelo de nariz más parecido a la que antes tenía, no la eligió respingada ni coquetona. Ahora siente que quedó algo chatita. Bueno, ella es guapa de todos modos, antes y después.
En el bar Flamingos de esta ciudad hablé con Gladis, un homosexual travestido en exótica prostituta. Comenta que la operación se la hicieron en Guadalajara, le dolió mucho al principio pero valió la pena, dice, los hombres se dejan seducir por estos senos de silicón que le costaron quinientos mil pesos hace un año. Me dice que en un burdel de esta ciudad trabaja otro homosexual al que sí le hicieron completo el cambio de sexo, con vagina y todo. Es hasta bailarina de la variedad y le va bien.
Es de fábula este mundo de la cirugía plástica. Pero es, ante todo, una especialización de la medicina que busca recuperar la salud, su objetivo es la función armónica del organismo sin descuidar la armonía formal del cuerpo humano. Estos médicos inspiran confianza con su seriedad de señores elegantes.
Usted, lector, ¿no se anima a darse una retocadita?
Octubre 1986