Por Jesús Chávez Marín
— José Pedro Gaytán tiene un temperamento artístico formidable que inició su expresión en la prosa narrativa. Desde joven ha escrito cuentos y luego ensayos acerca de las artes visuales, especialmente de la llamada escuela mexicana de pintura. Además de una extensa obra que apareció en revistas, periódicos y antologías, publicó un libro de crónicas que se llama Tres artistas camarguenses.
Empezó a pintar a principios de 1990, luego de haber tomado numerosos cursos en Coyoacán y en Oaxaca y de haber leído toneladas de novelas y libros de historia del arte y de historia universal. Teóricamente ya sabía de memoria las técnicas del oficio, conocía materiales, herramientas, mezclas y estrategias, las clásicas y las más actuales. Pero lo que más le ayudó a iniciar su trabajo de pintor, con el vigor y el orden que caracteriza todas sus acciones, fue el extenso caudal de fábulas que conoció en libros. En Chihuahua José Pedro Gaytán se distingue por ser uno de los escasos pintores que leen.
Por eso la fuerza mayor de su brioso estilo está en el arte de la composición, la facilidad para crear metáforas visuales que proyectan sus personajes hacia regiones simbólicas erizadas de misterios, y también de un juego irónico de gran ligereza.
Otra de las cualidades de sus cuadros es el colorido vivo y extraño de su estilo. Gaytán ha logrado colores nuevos donde el paisaje del desierto se transfigura con la fuerza más violenta de la luz, donde las montañas se alzan atormentadas por la lumbre de la pasión y la tierra, sus árboles, flores, semillas, forman parte de la piel de los personajes con naturalidad y armonía.
Este pintor ha realizado hasta hoy tres exposiciones individuales: Huyamos al sur, en el Tec de Monterrey, Primero las bellas y Homenaje a Tamayo, estas dos en la Quinta Gameros de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Además participa en varias colectivas. En pocos años ha logrado una obra de gran expresividad y de alto valor artístico.
Mayo de 2001.