Por Lilia Cisneros Luján
Pocos vocablos, tienen tantas acepciones como “dignidad”, dependiendo de la época y el contexto social y jurídico se le relaciona con excelencia, gravedad, de la conducta que pretenda afectarla y hasta el cómo las personas se comportan, desde el decoro y la finesa hasta la ofensa y la agresión. Etimológicamente se vincula con el mérito que corresponde a alguien o algo siendo relevante que en algún tiempo histórico se consideraba dignos a quienes poseían cierto nivel económico, circunstancia que ha cambiado en modernos estados que pretendían hacer de la dignidad algo accesibles a todos por lo cual se ponderó el derecho a tener educación y vivienda dignas solo por dar ejemplos que han supuesto cambios de interpretación para que finalmente y en términos de derecho natural asumamos que una persona digna posee sentido ético, moral elevada y por ende producirá acciones honorables.
Si en esencia la dignidad es una cualidad de los humanos –que están en posibilidad de cambiar su modo de existir valiéndose de su racionalidad- ¿como es que dicha cualidad puede hacerse colectiva a grado de suponer que cierta actitud de una persona, pueda afectar la dignidad de una nación? En el proceso de rescate, de la crisis financiera de Grecia, el factor determinante fueron las medidas de austeridad decretadas por los países preponderantes de la Unión Europea ¿Por qué los discursos de políticos e involucrados en estos hechos apelaban al atentado en contra de la dignidad de Grecia? Definitivamente la afectación era clara en contra de todo un pueblo que debía ser sometido a recortes presupuestales y a la prioridad del salvataje de la macroeconomía y no de la condición de los ciudadanos de esa nación. ¿Se tomó en cuenta la opinión de un grupo de individuos que a final del día fueron sometidos a una austeridad no deseada? El tema de la soberanía también saltó a la palestra porque las decisiones fueron tomadas básicamente por gobiernos extraños convirtiendo tales criterios en una imposición ajena como ocurrió con territorios colonizados en los siglos XV a XIX. ¿Esta violación a la dignidad griega permitió a dicha nación, nivelar su déficit, pagar su deuda y solucionar sus problemas económicos?
El ejercicio de la libertad, intrínseco en el tema de la dignidad, supone la posibilidad de mejorar la situación de cada individuo, por ello debemos tener cuidado en el uso de dicho calificativo, para que no se convierta en una arma retórica que impida reflexionar, en la posibilidad de ver a quien pretende defender la dignidad de un pueblo, grupo o nación, como real el causante de condiciones que en sí mismas estén atentando en contra de esa posibilidad de ser excelentes; bien porque se les lanza al desempleo o se pretende exigirles asuman roles y funciones para los cuales no están capacitados.
Indudablemente que una serie de frases ofensivas –no por su esencia sino por su falsedad e interés de dañar- provengan de una mandatario extranjero o de miembros de cualquier poder público o influyente privado, deben ser analizadas en el contexto del estado de derecho nacional e internacional. ¿Puede el gobierno estadounidense, cumplir su amenaza de aplicarnos aranceles no pactados si tenemos vigente el Tratado de Libre Comercio? ¿Esta normatividad suscrita por México, Estados Unidos y Canadá, nos deja en completo estado de indefensión si acaso se aplican cuotas unilaterales a nuestros connacionales y socios extranjeros en la actividad que dicho TLC protege?
Si un escolapio de secundaria me insulta, se refiere a los compañeros con frases y palabras altisonantes ¿La dignidad afectada es la de los señalados o de quien profiere tales insultos?
Coincido y lo haré siempre en la opción de privilegiar el diálogo y la paz, por sobre la guerra, el insulto, la amenaza y la violencia; pero esta opción tiene mayores posibilidades de éxito si quienes ejercen dichas actitudes son en sí mismos dignas personas ¿Cuál es el margen de negociación para aquel que se sabe dispuesto a sacrificar a la baja derechos adquiridos de la población a la cual representa? Alguien que en lo personal transgrede las normas básicas –rectitud, honradez, etc.- que hacen a una persona ser digna ¿puede exigir respeto a la dignidad de sus representados?
El tema de subestimar a los ciudadanos de otro país es un error mayúsculo de quien esto hace, sobre todo en un mundo global, que pretende vivir en paz. Ello es de tal importancia que muchas constituciones y poderes judiciales supremos –SCJ- así lo han validado y México no es la excepción; por ello debemos actuar sin apresuramientos, con oportunidad pero con el debido estudio para poder aplicar los precedentes jurídicos que nos asisten, poniendo en el centro el interés de los ciudadanos en su conjunto sin privilegiar solo a unos cuantos, sino como una medida encaminada a defender en dicho diálogo la dignidad lo mismo de los ricos que de los pobres, sin privilegiar a unos o a otros, pues todos a fin de cuentas por naturaleza misma tienen igualdad de dignidad.
Se ha dicho miles de veces, que la dignidad de la patria jamás será negociada. No debemos aceptar que a cambio de los intereses financieros o electorales de quien se refiera a México con poco comedimiento, aceptemos ser un país al cual se obliga a recibir a todo aquel individuo que tiene un trámite pendiente con el vecino del norte y mucho menos, que se toleren tropas extranjeras en nuestra frontera sur. Imaginamos que Guatemala, puede coincidir con nosotros sobre todo porque han vivido varias generaciones con las consecuencias del poder militar, es verdad son miles de millones de dólares, lo que costaría a México, aceptar pasivamente los aranceles que cree podernos aplicar el presidente extranjero, pero ojo, no permitamos que la oportunidad la aprovechen instancias financieras también extrajeras como le ocurrió Grecia.