Barranco: Claudia Sheinbaum y los desafíos religiosos

Por Bernardo Barranco V.

Claudia Sheinbaum será la primera mujer presidenta en este país. De entrada, no es un buen augurio para el conservadurismo patriarcal religioso. La prensa y los comentócratas discurren qué van a esperar de ella en materia de seguridad, economía, seguridad social, salud y un largo etcétera. En este breve espacio nos proponemos iniciar reflexiones sobre los posibles desafíos que la virtual presidenta electa enfrentará en materia religiosa.

El ascenso de las derechas en Europa y Estados Unidos convierte al factor religioso en un espacio de poder aun en las sociedades altamente secularizadas. En México no es la excepción y durante este proceso electoral hemos sido testigos cómo la Iglesia católica apoyó, infructuosamente, a la oposición e intervino a favor de Xóchitl Gálvez Ruiz.

Hay que reconocer que el presidente Andrés Manuel López Obrador convirtió lo religioso, al menos hasta la mitad de su sexenio, en activo político. Sus continuas incursiones en textos bíblicos, referencias sagradas, nos colocaban, algunas veces, ante un presidente convertido por momentos en un predicador. No sólo por las invocaciones religiosas, sino porque pareciera responder a un llamado divino para salvar la patria.

La próxima presidenta de México tendrá una aproximación bien distinta con lo religioso. Priorizará la dimensión política de las estrategias de las Iglesia, en especial de la católica, sobre los relatos sagrados.

Ante el asesinato de sacerdotes en la Tarahumara, en junio de 2022, los jesuitas y el episcopado radicalizaron sus críticas hacia el gobierno de la 4T. Cuestionaron no sólo su estrategia de seguridad, sino la política migratoria. Los obispos apoyaron las marchas rosas del INE y el tribunal e impugnaron el paquete de reformas constitucionales que propuso AMLO. En suma, poco a poco, los obispos y muchas organizaciones católicas se fueron plegando a la oposición prianista.

A finales de marzo, el arzobispo de León, Alfonso Cortés, pedía a los feligreses no votar por Morena. En sus homilías argumentaba que es un partido que impulsa la despenalización del aborto en todo el país. Sacerdotes católicos de la región hicieron lo mismo en sus parroquias. Además de la Provincia Eclesiástica del Bajío, integrada por las arquidiócesis de León, Irapuato, Celaya y Querétaro. También se realizaron en otras diócesis, talleres para promover que los católicos no sufragaran por institutos políticos que no respetan la vida desde su concepción y la familia tradicional.

Sin duda, fue una iniciativa clerical que contraviene la Constitución mexicana y la Ley de Asociaciones Religiosas que prohíben de manera explícita a los ministros de culto involucrarse en actividades políticas y proselitistas. Sin embargo, no hubo ningún apercibimiento de la Secretaría de Gobernación que fingió no registrar la flagrante incursión.

La campaña electoral de Xóchitl Gálvez así lo entendió. Se reunió con evangélicos, con católicos, con grupos de la ultraderecha mexicana y estadunidense. Forzó al equipo de Claudia Sheinbaum, a contrarrestar la estrategia político-religiosa del Prian. Resalta la sorpresiva y efectiva visita al Vaticano de Claudia, en la que se reunió en el mismo departamento del papa Francisco, en el hostal de Santa Martha. Con reproche enfadado, en el tercer debate presidencial, Xóchitl le reclama a Claudia haber neutralizado su estrategia político-religiosa.

Recordemos sus palabras: “Hablando del Vaticano, tengo una pregunta para la candidata de las mentiras. Las dos tuvimos un encuentro con el Papa. Te pregunto: ¿le contaste a Su Santidad cómo usaste la imagen de la Virgen de Guadalupe en una falda a pesar de que no crees en ella ni en Dios? ¿Le platicaste que derrumbaste una iglesia cuando fuiste delegada de Tlalpan? Tienes todo el derecho de no creer en Dios; es un tema personal. A lo que no tienes derecho es a usar la fe de los mexicanos como oportunismo político; eso es una hipocresía”.

Los orígenes de Claudia Sheinbaum, provienen de familia judía secular de origen lituano y búlgaro. El padre, Carlos Sheinbaum, formaba parte de la comunidad judía asquenazí originaria de Lituania que llegó a México en la década de 1920. Mientras la madre de Claudia, procede de una familia de judíos sefardíes búlgaros asimilados que llegaron a México en los años 40. Sus padres fueron activistas de la izquierda mexicana durante la década de 1960, participaron en protestas, movimientos obreros y estudiantiles.

En materia religiosa, Claudia tendrá algunas costumbres judías pero su talante es secular, así como sus orígenes de izquierda son innegables. Durante su campaña sostuvo la importancia del Estado laico y de la libertad religiosa. Fue sobria y no fue más lejos en sus discursos. Mostró su admiración por el pensamiento social y humanista del papa Francisco, a quien visitó en febrero pasado.

Firmó, bajo protesta, un documento de Compromiso nacional por la paz, elaborado por la Iglesia católica, por no estar de acuerdo con su fundamentación, que se asemejaba a la narrativa prianista.

Ante el avance geopolítico de la ultraderecha religiosa en el mundo se pueden agudizar en México viejas demandas conservadoras. El papel de la familia tradicional, negar los derechos a las minorías sexuales, frenar las iniciativas legales sobre el aborto, imponer principios religiosos en las escuelas primarias; boicotear las demandas del feminismo actual. Son sólo algunas de las discordias que ocuparán la plaza pública y requerirán definiciones de la presidenta. Seguiremos en el tema.

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