Ortiz-Pinchetti: Las lecciones del agua

Por Francisco Ortiz Pinchetti

El aparente alivio que han significado las recientes lluvias en diversas regiones del país, y particularmente en el Valle de México, en realidad evidencian según los expertos la gravedad de la crisis hídrica que nos amenaza.

Efectivamente, el huracán Alberto provocó que las presas de Nuevo León se llenaran súbitamente, al grado de que el gobernador Samuel García se atrevió a presumir el hecho como un logro de su gobierno. Lo mismo ocurrió parcialmente en Tamaulipas y Veracruz, donde los depósitos registraron una recuperación. En la cuenca del Valle de México, sin embargo, los beneficios verdaderos han sido exiguos, a juzgar por la recaudación acuífera de las presas del sistema Cutzamala que apenas han mantenido sus deteriorados niveles.

Hay que recordar por cierto, y subrayarlo, que ese sistema integrado por tres presas principales, ubicadas dos en el estado de México y una en Michoacán, apenas aportan un 18 por ciento del suministro que requiere la zona metropolitana de la Ciudad de México. Actualmente esa aportación se ha reducido al 6.2 metros cúbicos por segundo (MCS), cuando el suministro normal rondaba los 19 MCS.

El grueso del volumen de agua requerido proviene de 470 pozos de extracción, la mayoría perforados a más de 300 metros de  profundidad, que continúan mermando el disminuido acuífero del que se surten.  De acuerdo a la información oficial  del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), la capital de la República Mexicana se abastece de esos pozos en un 50 por ciento. La otra mitad del agua proviene de los sistemas del Cutzamala (en un 18 por ciento), del Lerma (en un 17 por ciento), Chalmita (el 6), Chiconautla, (el  4) y Las Calderas (2), y de 18 manantiales sobrevivientes en el Valle (en un 3 por ciento).

Estos datos demuestran por sí mismos cómo el gobierno de la Ciudad engaña  al escudarse en  el deterioro registrado en los niveles de los embalses del Sistema Cutzamala o los desperfectos sufridos en sus instalaciones, para justificar la gravísima escasez del líquido que padece la metrópoli, atribuible a la indolencia y la  inacción de las propias autoridades. Hay que reiterarlo: el Cutzamala aporta menos de una quinta parte de los requerimientos.

A raíz de la sequía que azota al país y que afecta muy directamente a la capital y su entorno, se han anunciado otra vez una serie de medidas para atacar la crisis hídrica, pero otra vez también sin obedecer a un programa integral de largo aliento para enfrentar de veras el problema. Se habla de rehabilitación de pozos e instalación de plantas potabilizadoras, así como –aunque usted no lo crea—de ¡perforación de nuevos pozos!

Un dato que debiera aterrarnos: debido a la extracción irresponsable del agua subterránea la ciudad de México se hunde 40 centímetros cada año.

Hay que acotar por cierto que la ilusión que despertó hace unos años el hallazgo de mantos acuíferos profundos que podrían aliviar la sed crónica que padece la Zona Metropolitana, se ha esfumado.  Ese acuífero ubicado más de dos mil metros de profundidad, al que se atribuye una antigüedad de más de 15 mil años, no es viable de explotación, según el resultado de las investigaciones especializadas a través de pozos de exploración: a 10 años de su exploración sólo permite la producción a altísimo costo de 140 litros de agua por segundo, a través de dos pozos profundos ubicados en Iztapalapa.

No existe hasta ahora –ni en el actual gobierno ni en el proyecto conocido Plan de la inminente  Presidenta— un verdadero Plan Hídrico Nacional. En el caso del Valle de México tampoco hay un programa metropolitano articulado que incluya la sustitución de 13 mil kilómetros de tuberías viejas y  deterioradas por las que se pierde cerca del 40 por ciento del caudal de agua potable. Por supuesto que estos proyectos implicarían una prioridad presupuestaria de la que hasta ahora no hay viso alguno. Por el contrario, en el actual sexenio se han reducido los recursos destinados a este rubro.

Menos existen indicios de una visión integral del problema, que no se limite a los aspectos técnicos sino que atienda también, prioritariamente, a sus aspectos sociales, trascendentes, que mucho tienen que ver con la desigualdad que prevalece en nuestra sociedad.

Un estudio del Centro Transdisciplinario Universitario para la Sustentabilidad (CENTRUS) de la Universidad Iberoamericana indica que  el problema del agua en la ciudad de México es un problema compartido entre la escasez hídrica producto del cambio climático global y la mala gestión del recurso hídrico, así como de la desigualdad social en el suministro de este escaso recurso. De ahí debiera partir cualquier estrategia para atacarlo.

El documento, acreditado al investigador Juan Manuel Núñez,  concluye que  la Ciudad de México es ya una urbe en donde el tema del agua trastoca la vida de la gran mayoría de sus habitantes. “Hasta hoy sabemos que cerca de 300 colonias solo tienen abasto de agua mediante pipas, pero en muchas otras el suministro es irregular e intermitente por lo que también se han visto en la necesidad de solicitar el servicio de suministro a sus respectivas alcaldías o a contratar servicios privados de reparto”, pone. “Igualmente, comienza a ser común el cierre de vialidades, no sólo en colonias populares y pueblos originarios del sur y oriente de la Ciudad, sino también en el corazón de las alcaldías centrales”.

O sea, no es suficiente tener agua. Hace falta distribuirla de manera justa, equitativa. Hoy la escasez afecta más a los que tienen menos.

El presente del agua en la ciudad, remata el estudio aludido, es también un tema crítico marcado por la desigualdad, “pero lo será aún más en el futuro próximo si no actuamos con decisión ahora mismo”.

En suma, la actual crisis hídrica está muy lejos de haber sido superada. Los efectos aparentemente alentadores de las primeras lluvias –incluida la posposición del llamado Día Cero en el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Méxco— debieran ser en realidad una lección crucial para las autoridades y para la propia población afectada, que una vez más nos da la naturaleza. Son las lecciones del agua. ¿Aprenderemos? Válgame.

 

DE LA LIBRE-TA

ESPECTACULO. El sainete  (“pieza teatral y musical breve, que satiriza personajes y situaciones de actualidad insertos en una historia de enredos”) protagonizado estelarmente por Gerardo Fernández Noroña y en que participan entre otros Ricardo Monreal Ávila, Adán Augusto, el Presidente López Obrador y la Presidenta electa, describe cabalmente la realidad de la autollamada Cuarta Transformación. ¡Y de lo que nos espera!

@fopinchetti

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