Por Jesús Chávez Marín
En recuerdo de Héctor Nava, magnífico promotor cultural, coordinador de aquellas Verbenas del Parque Revolución, pongo de nuevo esta breve crónica que apareció por primera vez en junio de 2019 en mi blog llamado Auraed.
La lluvia es una bendición, y cuantimás en estos terregales. Excepto para el show, cuando es al aire libre, como en los tan famosos viernes que organiza Héctor Nava.
A pesar de una que otra llovizna durante la tarde, a las 7 estaba ya todo listo en el foro público que consagró desde hace años el Grupo Amigos del Parque Revolución, que realiza cada semana conciertos y bailes populares. En ese foro se han presentado la mayoría de los músicos de la ciudad de Chihuahua y algunos otros de fuera, todos de una gran calidad artística.
Antes de la música, Héctor Nava ofrece al público charlas y recitales, todas muy breves, como parte de su excelente programa cultural. Muchos oradores famosos, escritores medio conocidos y poetas laureados han tomado el micrófono cada viernes como una magnífica oportunidad de contacto con la gente. Eso sí, con variada ventura: desde discursos brillantes hasta otros muy aburridos, como aquella vez que se presentó la (digamos) poetisa Renee Acosta y se puso a leer con su voz de locutora de Radio Ranchito unas ripias que nadie entendió y ya lo que quería la gente era que se callara por el amor de Dios.
El orador de ese viernes lluvioso 14 de junio fue el joven maestro Amín Anchondo, síndico del municipio de Chihuahua. Es casi un milagro que un político asista a un acto cultural en esta ciudad, fue un gran hecho cívico que él vinera. Su relato fue breve y sencillo, explicó con claridad cuáles son las funciones de un síndico en una comunidad, ofreció generosamente sus servicios de gestoría.
Pero unos cuantos viejillos que allí estaban sentados empezaron a murmurar, claro, sin dar la cara, y uno hasta se retiró indignado porque, según él, ya iban a politizar la cosa. Otro lefio tomó el micrófono y sin que viniera al caso empezó a despotricar contra el alumbrado público y no sé qué tanto alegaba.
A pesar de eso, muy sonriente y amable, el joven orador terminó su discurso, y hasta anunció que ahora sí seguía el show: la Banda de Los Hermanos Pérez, maravillosos músicos de la ciudad. Pero en eso cayó un chubasco de aquellas y punto final. Adiós verbena.