Por Francisco Ortiz Pinchetti
Fuimos muchos los que constatamos que la defensa del INE fue la chispa que sacó del marasmo a cientos de miles de mexicanos que se manifestaron en las plazas en todo el país en las movilizaciones de noviembre y febrero pasados. Habían transcurrido largos meses, años de aparente indolencia, de pasividad inexplicable ante la destrucción sistemática de las instituciones democráticas de la nación sin que hubiera una reacción clara de la ciudadanía, mientras los partidos políticos hoy de oposición se sumían en la mediocridad, la ineficacia y el desprestigio.
La chispa encendió el ánimo de esos ciudadanos de a pie que ignoraron y dejaron atrás a las estructuras, los intereses y los temores partidistas para salir a las calles y marchar en orden, sin injuriar a nadie y con la convicción de que es la hora de asumir la responsabilidad personal en un destino colectivo como es el futuro de este país. Su mensaje fue un contundente reclamo a los partidos de apertura hacia la ciudadanía, ante las elecciones de 2024.
Por eso fueron trascendentes esas movilizaciones, históricas por lo demás, y por eso preocuparon al señor de Palacio Nacional al grado de hacerlo desvariar y querer responder a esas expresiones de libertad con sendas concentraciones de acarreados, que sólo evidenciaron la persistencia de prácticas clientelistas y demagógicas heredadas de los peores regímenes priistas. Es claro que las expresiones multitudinarias de la sociedad civil alteraron no solo las estrategias electorales sino también el ánimo y hasta el humor del Presidente.
Contrariamente a lo que podría suponerse, los tiempos del tabasqueño han estado marcados por acontecimientos que escapan a su control. Un parteaguas definitivo en sus planes sucesorios fue sin duda el resultado electoral del 6 de junio de 2021, cuando Morena y sus aliados perdieron la mayoría calificada en el Congreso y fueron derrotados en nueve de las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Aunque logró el partido del Presidente victorias en varias gubernaturas estatales, la votación general en el país indicó una notablemente mayor presencia electoral de la oposición en el país que en 2018.
Con eso el mundo se le vino encima.
Y decidió entonces acelerar el proceso de su sucesión, con el destape prematuro y apresurado de sus “corcholatas” –una manera muy suya de disimular el dedazo– apenas un mes después de los comicios: el 5 de julio. Y en agosto trajo de bateador emergente al exgobernador tabasqueño Adán Augusto López Hernández, el hombre de todas sus confianzas, a la Secretaría de Gobernación. Y lo sumó de inmediato a sus “corcholatas”, para poder jugar con tres cartas.
Las mencionadas movilizaciones ciudadanas en defensa del INE y de la democracia le complicaron todavía más las cosas: de plano le movieron el tablero. El incipiente despertar cívico que representaron, encendieron luces rojas en su panel de control. Se acentúo su dilema sobre el sucesor, que idealmente debe ser alguien suficientemente confiable, leal… y a la vez capaz de ganar las elecciones. Este es el verdadero reto que le plantea la probable candidatura de la senadora Xóchitl Gálvez por parte del recién consolidado Frente Amplio por México, integrado por los tres partidos comprometidos en la alianza Va por México (PAN, PRI y PRD) y organizaciones de la sociedad civil.
El solo anuncio de la decisión de La aguerrida hidalguense de buscar la postulación común en pos de la Presidencia de la República –y no ya, como se sabía, de la jefatura de Gobierno de la CDMX—provocó una reacción sorprendente, que se reflejó el fin de semana pasado en las redes sociales.
La incógnita es hasta ahora si realmente la ingeniera sin partido será capaz de conectar con la chispa que saltó en aquellas movilizaciones ciudadanas. Si en efecto tiene eso que llaman carisma, conexión.
Y cuidado: hay claros indicios de que pudiera ser, me parece.
De ocurrir, su potencial electoral puede convertirse en un fenómeno hasta ahora inédito, si mi experiencia de más 50 años en asuntos electorales no falla. El retiro de la senadora panista Lilly Téllez de la contienda por la nominación y el respaldo incondicional, entusiasta, desbordado que le ha ofrecido ya el también senador Germán Martínez Cázares, abonan en ese sentido. Son indicadores. Y también los pronunciamientos a su favor del expresidente Vicente Fox Quesada… aunque usted no lo crea.
A ello habrá contribuido el propio Andrés Manuel. El Infalible cometió un grave error, que catapultó a la senadora en bicicleta como figura nacional opositora. No sólo la difamó al afirmar que ella estaba en contra de los programas sociales del gobierno, en especial la ayuda a adultos menores. También ignoró el mandato de un juez –al que luego descalificaría, claro– de otorgarle el derecho de réplica en la misma conferencia de las mañana en la que la acusó falsamente. Y, de pilón, se burló de ella y dijo que se reservaba el derecho de admisión…a Palacio Nacional.
Y cuando el nombre de la senadora se hace tendencia en redes y empieza a pronunciarse en miles, millones de bocas, el tabasqueño resbala de nuevo y, otra vez desde el Púlpito Presidencial, con todas las ventajas y sin mediar motivo, vuelve a atacarla este jueves y asegura, metiéndose de plano en la contienda electoral, que ella es ¡la “representante de la oligarquía y de la escuela de Fox”!
Habría que desearle al Presidente que no se vaya a equivocar otra vez. Conste.
Las dudas y contradicciones que ha suscitado el procedimiento de elección del candidato del Frente Amplio –fruto en gran parte del apresuramiento y la falta de manejo adecuado de medios–, puede pasar a segundo plano pronto ante la avalancha que puede provocar desde ya la posible postulación de Xóchitl Gálvez, convertida desde ahora por su personalidad, su trayectoria, su preparación y su valentía en una opción real, cierta para enfrentar electoralmente a la autollamada “4T”. ¿Será la chispa? Válgame.
DE LA LIBRE-TA
INOCENTE. Reconforta saber que el ex director de Aseguradora Alimentaria Mexicana (Segalmex), Ignacio Ovalle Fernández, fue engañado como chino por sus subordinados, que saquearon descaradamente a esa noble institución sin que él se enterara. Y que casos como ese, que representa desfalcos de más de nueve mil 500 millones de pesos hasta hora, no inciden para nada en el descenso sostenido de nuestro país año con año, desde 2019, en el índice internacional de combate a la corrupción, al grado de estar ya sólo arriba de Guatemala, Bolivia y Venezuela. También, por supuesto, el saber que este escandaloso fraude no quedará impune, a pesar de que hasta ahora no hay un solo funcionario encarcelado. “Chamaquearon a mi Nacho”, justificó el Santísimo.
@fopinchetti