Por Francisco Ortiz Pinchetti
No fue fácil. Luego de más de 30 años de ejercer el periodismo en medios de alcance nacional, como Excélsior o el semanario Proceso, asumir una actividad informativa des-tinada a un público cercano y necesariamente limitado implicó para mí un proceso de adaptación. Debo aclarar que no se trató de una opción. Fueron las circunstancias un tanto fortuitas las que me condujeron a un periodismo que en el fondo anhelaba ejercer. Por eso ese proceso de adaptación no sólo fue breve, sino feliz.
No puedo negar que la repercusión de muchos de mis trabajos en los grandes medios resultaba a menudo excitante, además de muy alentador. Sin embargo, Libre en el Sur me ha dado una larga y rica cadena de satisfacciones a lo largo de estos 20 años que hoy celebramos. El periodismo comunitario, como se le llama, tiene la virtud de hacer de lo cotidiano y simple materia noticiosa y motivo de reflexión productiva.
Decía líneas arriba que en realidad ese era un periodismo que anhelaba ejercer. Es cierto: de tiempo atrás me interesaron las experiencias de medios locales, comunitarios, generalmente gratuitos, que proliferaron en muchos países del mundo. En México hubo algunos esfuerzos encomiables en ese sentido, aunque también experiencias dolorosas, frustrantes. Y es que la verdad no es nada fácil crear y sobre todo sostener un medio de esta naturaleza, gratuito, que generalmente vive de la nada abundante publicidad. Por eso me parece que quienes hemos logrado mantener durante dos décadas esta publicación podemos estar justamente orgullosos. Nuestra línea editorial nos llevó irremediablemente a enfrentamientos con el poder, particularmente con autoridades locales. Sufrimos represalias, intentos de cesura, boicots publicitarios e incluso amenazas personales, que nos obliga-ron a recurrir a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que nos otorgó apoyo y protección.
Sostener la publicación ininterrumpida de nuestra edición mensual implica esfuerzo, sacrificio, tenacidad y vocación de servicio. Pienso que esos han sido atributos constantes en los editores y colaboradores de Libre en el Sur.
Especialmente importante y satisfactorio es el que durante 20 años hayamos sido congruentes con nuestro ideal inicial de hacer del nuestro “el medio de tu comunidad”, especialmente referida a la hoy alcaldía Benito Juárez. Desde el primer número nos propusimos ejercer un periodismo profesional y libre, independiente y dedicado a la defensa de los intereses de los vecinos, incluido su bienestar, su seguridad y la preservación de su entorno urbano.
La denuncia oportuna y puntual, documentada, de las deficiencias y corruptelas de la autoridad, ha sido desde luego uno de los temas prioritarios de nuestra publicación, aunque por supuesto no el único. También hemos documentado como ningún otro medio los abusos de empresas inmobiliarias que se han traducido en decenas de construcciones irregulares a partir del llamado “boom” alentado por el Bando Dos emitido en 2002 por el entonces jefe de Gobierno de la capital, Andrés Manuel López Obrador, para impulsar un “repoblamiento” de las demarcaciones centrales de la ciudad.
La defensa del medio ambiente y el apoyo informativo a las movilizaciones vecinales contra la tala ilegal de árboles, las obras indeseables, las construcciones irregulares o la invasión de espacios públicos como las calles y los parques, han sido materia prima de nuestra tarea periodística, que desde hace más de diez años incluye también un portal informativo permanente.
También hemos rescatado los vestigios guardados a veces por siglos en el territorio que hoy conforma nuestra alcaldía y nuestra ciudad, así como costumbres y tradiciones que son parte de la identidad de nuestra comunidad de origen.
Circunstancias económicas y tecnológicas nos llevaron recientemente a enfrentar un nuevo cambio: dejar nuestra edición impresa mensual y mantener y fortalecer nuestra edición digital a través del portal creado hace algunos años. Por supuesto, ese salto ha implicado nuevos retos y dificultades que hemos afrontado con entusiasmo y optimismo, con el resultado feliz de una publicación que mantiene incólume su naturaleza libre e independiente y el compromiso original ante sus lectores. Y que a la vez adopta nuevas formas para ofrecer a un público mucho más amplio una revista digital mensual de primera calidad.
Personalmente puedo afirmar que he sido fiel a mi vocación periodística al ejercer mi oficio con los mismos principios y los objetivos primordiales de servicio que a mi entender debe tener. Abrazo desde aquí a quienes a través de los años han colaborado para hacer realidad esta aventura. Menciono por supuesto a mi hijo Francisco Ortiz Pardo, el editor imbatible de esta nave perio-dística. A Beatriz González, la editora original, coautora de la concepción original de Libre en el Sur; a mi hija Laura Elena Ortiz Pardo, a quien debemos ilustraciones diversas; a Elena Pardo Sánchez, cuyo esfuerzo en materia de comercialización fue fundamental en los tiempos más difíciles; a Víctor Durán, el profesional y eficiente diseñador de la gran mayoría de los 234 números editados hasta ahora.
Y naturalmente, a todos los colaborado-res que a través de estas dos décadas, y ahora mismo, participan puntualmente con sus textos para enriquecer nuestras ediciones. Gracias a todos ellos y sobre todo gracias a ustedes, nuestros fieles lectores, con el renovado compromiso de seguirles informando a cabalidad… durante muchos años más.