Por Jesús Chávez Marín
Chuny Barba e Inglaterra Quintana, ejemplar matrimonio de comunistas de los de antes, fueron a Juárez a pasar fin de año con unos amigos en un antro de super lujo, donde una secretaria de la Universidad Juárez les había reservado mesa.
A cual más, a cual menos, todos eran héroes de antiguas batallas de la izquierda que tanto buscó, por cierto que sin resultados ni eficiencia, el advenimiento de La Utopía.
Otros sectores de la sociedad los consideraban triunfadores, pues Inglaterra y Chuny eran típicos nuevos ricos de mansiones, camionetas negras, viajes a Europa; tapizaban las 17 habitaciones de su casa con antigüedades y pinturas de pésimo gusto, aunque originales y caros.
Al principio de la velada, todos los camaradas se miraban entre sí un poco avergonzados por andar tan elegantes y enjoyados. Pero a las 12 gritaban alegres la llegada de 2015 así juntos, tan amigos y tan cómplices de toda una vida.
Como a Inglaterra se le pasaban las cucharadas y las pastillas, ya borracha gritó destrampada las consignas de su nueva aventura ideológico/ sentimental:
―¡Ayotzinaapa!
―¡Vivos los tomaron, vivos los queremos!
Claro que nadie la escuchaba ni caso le hacían, acostumbrados a sus inútiles excesos.