Balance

Por Jesús Chávez Marín

Una vez que andaba de vacaciones me invitó mi primo Ariel a que lo acompañara a Juárez, a unos asuntos de su trabajo.

Él era contador en Banrural y viajaba mucho por todo el estado, en una troca nueva del banco. En aquellos tiempos les decíamos de último modelo, preciosa la troca; muy cómoda.

Fue un viaje divertido, mi primo es alegre y despreocupado; recorrimos bares de día y noche donde vimos todo tipo de espectáculos; eran los tiempos gloriosos de aquella ciudad alegre y caprichosa.

La comisión de mi primo duró tres días y no dormimos ni dos horas.

Por lo que me platicó, supe que su matrimonio con Martha estaba en ruinas; eso me pareció triste porque tenían cinco hijos y Martha era muy apreciada en mi familia, maestra de primaria, buena persona.

Ariel platicaba todo como si no le doliera, muerto de risa, entre copa y copa. No me cupo la menor duda de que su alcoholismo y su negligencia espiritual eran buena parte del problema.

De repente también me puse algo preocupado pensando en mi propia vida y en aquel espejo que me develaba.

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