Por ANABEL HERNÁNDEZ: CONTRACORRIENTE!
La primera lista oficial de personas desaparecidas en México fue elaborada por la entonces Procuraduría General de la República (PGR) en julio de 2012. El partido oficial Acción Nacional (PAN) había perdido las elecciones y el nefasto Presidente Felipe Calderón entregaría en pocos meses el poder al nuevo Presidente- también nefasto- Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En la época de transición en un café de Polanco, en la Ciudad de México, un informante me entregó un USB color rojo. “¿Qué es?” le pregunté, sabiendo de antemano que la persona no era una que llegara a las citas sin una “bomba” bajo el brazo. “La lista de los más de 20 mil desaparecidos del sexenio”, me dijo.
Hasta ese momento no se sabía de la existencia de la lista y que el número de víctimas llegara a esa gigantesca magnitud: miles de hombres, mujeres e infantes que se habían esfumado en medio de la falsa guerra contra las drogas de Calderón y los abusos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), encabezada por el siniestro Genaro García Luna, y el Ejército Mexicano.
Mi informante me señaló que la lista la había obtenido de un funcionario de la PGR, quien temía que el gobierno saliente quisiera borrarla cometiendo una segunda desaparición para borrarlos para siempre de la memoria y del mapa.
Fui la única periodista mexicana que tuvo acceso directo a la lista. Cuando llegue a mi oficina abrí el archivo y se desplegó un reporte en Excel en el que estaban escritos los nombres de más de 20 mil personas, su edad, sexo, el estado, la ciudad, la hora y en la gran mayoría hasta las circunstancias en las que había desparecido. Sentí cómo la sangre se me helaba en las venas. El gobierno las dividía entre personas “desaparecidas” y “no localizadas”.
La lista también llegó a manos del Washington Post y de Los Angeles Times. Pero nadie puso atención en elementos que dibujaban un patrón: entre más violencia, es decir más asesinatos, había más desaparecidos. Y muchas de las desapariciones habían ocurrido ante la presencia de una autoridad ya fuera municipal, estatal o federal.
Las zonas de los desaparecidos
Los diez estados donde más desaparecidos había eran: Distrito Federal (Ciudad de México)- de manera aplastante-, Jalisco, Estado de México, Tamaulipas, Sinaloa, Guanajuato, Aguascalientes, Quintana Roo, Nuevo León y Durango.
Desde 2007 en las oficinas de Reporte Indigo, medio en el que entonces trabajaba, comencé a recibir a familiares, sobre todo madres, de diversas personas desaparecidas. Los hechos habían ocurrido principalmente en la zona norte del país. Ante la indiferencia e inacción de las autoridades, comenzaron a buscarme esperando que, a través de un reportaje donde se diera a conocer la desaparición de su familiar, alguien pudiera contactarse para dar datos del paradero o el indolente gobierno comenzara la búsqueda.
El 20 de noviembre de 2009, casi a media noche, me contactó Araceli Rodríguez Nava. Su hijo Luis Angel, miembro de la Policía Federal (PF) había sido enviado de comisión a Michoacán con otros seis elementos, sin la protección ni transporte adecuado. Luego de días de no tener contacto con él y de no tener ninguna información por parte de la PF, entonces comandada por el grupo corrupto de García Luna, denunció conmigo la desaparición. Lloraba inconsolable, buscando romper el muro de goma de las autoridades en el que se estrellaba su dolor.
El reportaje salió publicado, pero su amado hijo sigue desaparecido. El nombre de Luis Angel estaba en aquella lista de la infamia, y aunque el gobierno de Peña Nieto en un inicio dijo que aquella lista no existía, al final terminó reconociéndola. La filtración de aquel funcionario permitió poner luz en uno de los hoyos negros más profundos de la historia contemporánea en México. Y sigue creciendo.
Con AMLO, ¿más de un millón?
Hoy las lágrimas de Araceli se confunden en el océano de lagrimas de miles de familiares que buscan a las 100 mil 250 personas desaparecidas en México, más del 95 por ciento del 2006 al 23 de mayo de 2022. Más de la tercera parte han desaparecido en lo que va del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que igual que Calderón y Peña Nieto, ignora y desprecia a los familiares de las víctimas.
En la era de AMLO hay saludos y cordialidad para las madres de los victimarios, como Consuelo Loera, progenitora del narcotraficante del Cartel de Sinaloa Joaquín Guzmán Loera, pero se niega a atender a las madres de los desaparecidos.
López Obrador, un político engendrado en el viejo sistema, todos los días en su homilía presidencial pregona de dientes para afuera su humanismo, pero no lo pone en práctica con quienes más lo necesitan. No solo carece de empatía con las víctimas sino que a demás las quiere obligar a poner la otra mejilla al pregonar y enorgullecerse que su gobierno protege a criminales. Nadie quiere violaciones a derechos humanos, AMLO sabe que su protección se traduce en impunidad e injusticia.
Con la llegada de la autodenominada ‘izquierda’ no solo no cambió nada en el ADN de la clase dirigente ni en la dinámica de desapariciones, sino que incluso ha empeorado. En los seis años de Calderón se tienen contabilizadas esas 25 mil desapariciones, en los seis años de Peña Nieto se sumaron 35 mil y en tres años de AMLO se han añadido más de 31 mil. De seguir la arrogancia e indolencia del gobierno, el número oficial de desaparecidos podría superar los 60 mil, tan solo en el periodo de gobierno de López Obrador.
Y recalco que es solo el número oficial, por que si nos basamos en los registros del INEGI de que solo el 10 por ciento de los delitos cometidos son denunciados en México, podríamos estar hablando de un universo actual de un millón de personas desaparecidas: hombres, mujeres, jóvenes e infantes que hoy no están en su hogar, a quienes se los tragó la tierra sin saber si terminaron en las miles de fosas clandestinas o si son víctimas de algún tipo de explotación.
En la CDMX se triplican desaparecidos
Además de todo este escenario la política pública de empatía con los criminales y de “abrazos no balazos” del actual gobierno federal significa también una repetición en los patrones de desaparición: edades, sexo, y lugares.
Diez años después de aquella primera lista de 25 mil desaparecidos siguen siendo la Ciudad de México, Jalisco, Estado de México y Sinaloa los estados que mayor concentración de desapariciones tienen en todo el país. Es decir, no hubo en el gobierno de Peña Nieto ni en el actual políticas públicas que revirtieran eso.
En promedio, a nivel nacional, el 75 por ciento de los desaparecidos son del sexo masculino y el 25 por ciento del femenino, quedando un mínimo porcentaje de sexo sin definir. Pero de acuerdo al análisis que hice de los actuales registros oficiales, al igual que en 2012 siguen siendo hoy Chiapas, Guanajuato, Estado de México, Ciudad de México y Jalisco los estados donde el número de personas del sexo femenino desaparecidas supera al de hombres, o es casi igual.
Para comprender la dimensión de la tragedia cotidiana hay que seguir minuciosamente el pulso de las desapariciones en la Ciudad de México, gobernada por Claudia Sheinbaum, a quien AMLO ha exhibido como su favorita para ser la candidata de Morena en las elecciones presidenciales del 2024.
El 18 mayo pasado en la Ciudad de México los registros oficiales contabilizaron 3.663 personas desparecidas. Cinco días después (23/5/2022) los mismos registros contabilizan 11 mil 51. Es decir que en menos de una semana la cifra de seres humanos desaparecidos en la capital de México se triplicó.
Hace una semana el tema de los desaparecidos fue noticia, hoy ya ni quien se acuerde. La desmemoria y las constantes nuevas tragedias contribuyen al cinismo natural de los políticos. Los desparecidos gritan el desastre humanitario pero la clase gobernante sorda los sigue ignorando.
Y mientras esos gritos silenciosos retumban en la Ciudad de México, Sheinbaum hace oídos sordos, como en otras tragedias de las que ha sido cómplice activo o pasivo su gobierno, y está de gira por el país impulsando su sueños de llegar a ser presidenta de México, ¿La presidenta de los desaparecidos?