Por Francisco Ortiz Pinchetti
Olvida Claudia Sheinbaum Pardo los orígenes políticos de su gurú, el Presidente de la República. La jefa de Gobierno capitalina debiera tener presente que, finalmente, Andrés Manuel sigue los cánones priistas, de los que mamó y en los que se formó. Está en su naturaleza, como diría Esopo en su fábula del escorpión y la rana.
Y según los principios, usos y costumbres del sistema político mexicano, nunca un Presidente de la República expondrá a quien considera su verdadero sucesor al escrutinio público y la crítica. Jamás. Lo podemos constatar al repasar las sucesiones priistas de las décadas recientes. En todos los casos, el mandatario en turno cubrió y cuidó a su delfín hasta el último momento: el del destape.
Claudia fue incluida por Andrés Manuel en la lista de “corcholatas” que dio a conocer desde el púlpito de Palacio Nacional el pasado 5 de julio. Es más: fue la primera en ser mencionada. “Primero hay que tomar en cuenta que es el pueblo quien va a decidir, ahora del flanco progresista liberal hay muchísimos como Claudia (Sheinbaum), Marcelo (Ebrard), Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional”, dijo el tabasqueño.
A diferencia del canciller Marcelo Ebrard Casaubón, considerado por muchos el verdadero sucesor, la mandataria capitalina se dio por aludida e inició desde entonces una frenética carrera de acciones para demostrarle al líder que en efecto es ella la que debe ser, la indicada, la mejor. Por si lo dudara.
Incluso en el tema de la pandemia, en cuyo manejo ella había mostrado cierta autonomía de los directrices del gobierno federal y en especial del subsecretario Hugo López-Gatell, con el que llegó a tener abiertas diferencias, dio un viraje para sumarse de manera incondicional a las directrices de arriba, sin chistar.
Lo malo es que sus elogios al Presidente se han convertido en lamentables lisonjas, cada vez más evidente su abyección. Si Andrés Manuel arremete contra el INE, ella fustiga a los consejeros electorales por “conservadores” y estar al servicio de “la derecha”; si Andrés Manuel descalifica a los medios de comunicación, ella los acusa de parciales e instrumentos de los adversarios del cambio; si Andrés Manuel tilda de seudo ambientalistas y comprados a los actores, músicos y activistas participantes en el video en defensa del medio ambiente frente a la construcción devastadora del Tren Maya, ella los acusa de estar mal informados, ser ignorantes y basar sus argumentos en fake news.
En el transcurso de los últimos meses, el Presidente ha tenido gestos y expresiones muy elogiosas hacia la jefa de Gobierno e inclusive el pasado 30 de septiembre le levantó la mano durante la inauguración de sucursales del Banco del Bienestar en territorios morenistas de CDMX. Además hizo un contundente elogió a su trabajo y hasta presumió su gestión al frente del gobierno de la capital.
La respuesta de la aludida fue redoblar sus adulaciones hacia quien considera cada vez más su “designador”, segura como efectivamente ocurrirá que será él quien decida por sí y ante sí sobre el candidato en Morena para la contienda presidencial de 2024, aun si se recurre a una simulación como la encuesta o la “elección interna”.
Así por ejemplo, Claudia declaró que en la reunión con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, López Obrador mostró “una altura de miras y se comportó como lo que es: un gran estadista” (sic).
Es entendible que la posibilidad de convertirse en Presidenta de este país puede hacer enloquecer a cualquiera, pero lo que es un hecho es que su abyección ante el Mandatario va in crescendo. Tal vez le resulte verdaderamente inevitable frente a señales tan contundentes como el que haya sido ella designada oradora oficial, única, durante la inauguración del AIFA, una de las tres obras icónicas del tabasqueño.
Supongo que ella no olvida, sin embargo, que si algo importó –y molestó— al Presidente fue la derrota de Morena, su partido, en la Ciudad de México en los comicios de junio pasado, cuando perdió la mayoría, nueve de las 16 alcaldías capitalinas. Y en una u otra forma, Claudia fue la responsable.
De ahí, pienso, su activismo desaforado en favor de la consulta ciudadana por la Revocación del Mandato, que los morenistas como ella y el propio Andrés Manuel, por supuesto, pretenden convertir mañosamente en un referendo de respaldo al mandatario. Lograr una alta participación en ese ejercicio sería una manera de “sacarse la espina” tras la debacle electoral y prácticamente “amarrar” la candidatura presidencial; pero –ella debe saberlo— eso no va a ocurrir.
Sheinbaum Pardo proviene de estratos universitarios radicales de la llamada izquierda. Eso puede explicar su ingenuidad ante un falso respaldo y su torpeza para manejarse en las turbulentas aguas de la transición presidencial, deliberadamente adelantada por el Presidente. Bien haría en observar la serenidad y discreción, harto significativas ambas, que mantiene Ebrard Casaubón, por cierto también de origen priista. Nada es casual en política. Ella debiera recordar la máxima priista que sin duda tiene presente su presunto padrino, que acuñara el sempiterno líder cetemista Fidel Velázquez: “El que se mueve no sale en la foto”. Y el Peje de allá viene. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
¿REFORMA ELECTORAL? Los nuevos ataques al Instituto Nacional Electoral por parte de Andrés Manuel al ofrecer dizque adelantos de la reforma electoral que pretende impulsar, ni siquiera obedecen a su reiterada intención de aniquilar ese órgano autónomo o a sus pretensiones de tener un Congreso bajo absoluto dominio mediante la supresión de los legisladores plurinominales. En realidad es una nueva jugada mediática para descalificar al INE ante la Revocación del Mandato y endosarle el rotundo fracaso que sin duda sufrirá en la absurda y costosísima consulta del próximo 10 de abril.
@fopinchetti