“Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”
Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016), líder de la Revolución Cubana y ex Presidente de Cuba.
Por Hernán Ochoa T.
Un día como hoy, hace un lustro, el Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y dirigente de larga data del estado cubano, pasó a mejor vida. A raíz de ello, decidí hacer esta semblanza para recordar la fecunda trayectoria del político que tuvo el liderazgo de la isla caribeña por espacio de cinco décadas, trascendiendo, incluso, los albores de la guerra fría, cuando algunos preconizaban su caída. Advierto que hablar del Comandante Castro no es sencillo, pues su biografía encierra claroscuros notables: para un sector de las izquierdas, fue el héroe que condujo a su terruño por la vía de la emancipación; mientras que para parte de la derecha, fue una especie de déspota tropical que mantuvo la hegemonía por la fuerza, durante un largo lapso de tiempo. Por ello, y obviando los clichés anteriormente mencionados, me permitiré realizar un retrato personal del comandante; de acuerdo a mi comprensión e ideario personal.
Fidel Castro Ruz fue un abogado cubano de ideas progresistas. De posición económica que le permitía tener cierto desahogo (su padre contaba con tierras en la isla), estudió Derecho en la Universidad de la Habana, y, previamente, había tenido una experiencia de estudio con los jesuitas, de manera semejante a su hermano Raúl. Desde muy joven dejó ver sus cualidades de avanzada y críticas, pues, aunque en un inicio fue simpatizante del Partido Ortodoxo Cubano (instituto político disidente del Partido Revolucionario Cubano Auténtico el cual, de acuerdo a diversos historiadores, había caído en la corrupción y en los malos manejos, no obstante su concepción inicial de una facción liberal y progresista), diversas circunstancias lo llevaron a optar por la vía armada; pues, en la dictadura batistiana (1952-1959) la oposición democrática fue perseguida de distintas maneras.
El asalto al Cuartel Moncada fue una prueba de fuego que lo hizo confirmar sus ideales. Si los personeros de la dictadura lo llevaron a prisión, logró remontarla y, esgrimió, ante sus captores que “la historia lo absolvería”. La experiencia que dan los años le permitió (en conjunto con otros revolucionarios como Ernesto “El Che” Guevara y Camilo Cienfuegos) irse a México y, desde tierra continental, planificar la revolución para dinamitar el gobierno de Batista. Tras un tiempo en el exilio, un grupo de jóvenes entre quienes destacaban los hermanos Castro (Fidel y Raúl); Vilma Espín; Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos; se trasladaron en el Granma hacia la Sierra Maestra. Desde ahí, con base en una estrategia de campo bien planeada, lograron vencer al ejército de Batista. Con las mieles de la victoria, aquellos comandantes barbudos llegaron a la otrora “Gomorra del Caribe” -como se le conocía a La Habana hasta antes de la Revolución, debido a su pasado como sede de casinos, centros nocturnos y de transacciones mafiosas- el 1 de enero de 1959. El pueblo los abrazó; y aunque su causa, se ha mantenido, no todo ha sido miel sobre hojuelas en estos casi 63 años.
Tras resultar vencedores en la Revolución Cubana, los otrora guerrilleros del Movimiento 26 de julio tenían la disyuntiva de hacer un gatopardismo o un cambio radical. Y el gobierno, encabezado por Fidel Castro, se decantó por lo segundo. Ello les granjeó enemigos iniciales. La vieja aristocracia cubana, así como parte del sector intelectual y artístico, decidieron abandonar la isla cuando el comandante Castro fue planteando su programa. Y no sólo esto, sino que algunos alfiles que habían apoyado a la revolución, como Manuel Urrutia Lleó y José Miró Cardona, terminaron desertando y escribiendo desde el exilio. Poco después, vinieron las paulatinas sanciones de Estados Unidos, que comenzaron con la ruptura de las relaciones diplomáticas (en el ocaso del gobierno de Dwight Eisenhower, en 1961) y el desembarco de Playa Girón, meses después. Ello llevó a Castro a acercarse a la Unión Soviética -la otra superpotencia de la época- y a abrazar el libreto del socialismo real, de una manera un tanto ortodoxa.
En el mismo tenor, de 1959 al 2006, el Comandante Castro mantuvo el liderazgo (formal e informal) de la isla. Aunque, de 1959 a 1976 (hasta antes de la aprobación de la Constitución Cubana de 1976) el Presidente de Cuba fue Osvaldo Dorticós; éste era sólo una figura representativa, pues Castro era el factor de poder real. Durante este tiempo, se lograron metas notables, aunque también -como en todo gobierno- han existido áreas de oportunidad. Algunas han sido trabajadas; pero otras subsisten aún en el actual gobierno de Miguel Díaz-Canel.
Entre los aciertos, debo considerar la clausura de los viejos establecimientos nocturnos. Aunque esto tiene muchas luces y sombras y es difícil considerar tan sólo una visión, Castro ordenó su cierre al ver que dichos sitios empujaban a la sociedad cubana a la decadencia y al vicio. A pesar de que, de acuerdo a diversos cronistas y politólogos, la prostitución siguió existiendo durante el largo mandato de Fidel Castro, el mercantilismo inherente a los casinos y a los centros nocturnos se apaciguó, por lo menos tres décadas; pues, con la caída de la Unión Soviética, diversos hoteles y restoranes han resurgido bajo condiciones especiales en la isla.
En segundo, considero que los avances sostenidos por Cuba en materia educativa y de salud, son innegables. Hasta la dictadura batistiana, el analfabetismo era un problema grande (como en diversas naciones latinoamericanas); ahora, en cambio, la nación caribeña goza no sólo de una amplísima alfabetización, sino ¡de un gran nivel académico que supera, con creces, el de otros países de América Latina¡ Muestra de ello, es que los niños conocen la historia de su país y están orgullosos de la misma. Prueba de ello es que, hace una década, la televisión reportaba que un viejo comandante daba un discurso acerca de la grandeza de la Revolución, y un niño pequeño exclamaba emocionado, sabiendo las hazañas que habían realizado. Esto es reflejo de una nación instruida (a contrapelo de cierta visión mediática), la cual valora su bagaje y los logros obtenidos por sus ancestros.
Además, el bloqueo económico les permitió desarrollar un sector farmacéutico y sanitario de gran calidad; el cual ha sido reconocido, incluso, por los países desarrollados. Los progresos en esta materia han llevado a Cuba a ser uno de los pocos países de Latinoamérica en elaborar una vacuna contra el coronavirus (Soberana); además de tener sendos avances en enfermedades de difícil diagnóstico y curación.
De manera semejante, Castro fue de los primeros líderes mundiales en abordar la emergencia climática que asuela el planeta ¡en 1992, hace casi treinta años, hizo referencia a ello en un discurso en la ONU¡ Esto, cuando aún existía poca conciencia social y política acerca de tan complejo e irreversible fenómeno.
Finalmente, haré énfasis en lo que considero, algunas falencias experimentadas durante la gestión del comandante Castro. En primer lugar, podríamos hablar del trato a los minorías. Está documentado que, a inicios de la Revolución, la homosexualidad en Cuba era criminalizada; sin embargo, años después, el propio Castro mostró arrepentimiento por los hechos realizados al inicio de su gobierno. Por otro lado, me parece polémico que haya decidido nombrar al “Che” Guevara como Ministro de Industria y director del Banco de Cuba; pues, aunque fuese un gran estratega y médico, dudo que fuera alguien diestro en los menesteres que le fueron encomendados.
Aún así, considero que la relevante trayectoria de Castro lo hace ser alguien trascendente: si Lenin probó, en 1917, que las ideas de Carlos Marx podían llevarse a la praxis mediante la Revolución de Octubre; Castro y compañía demostraron que lo propio se podía hacer en suelo latinoamericano ¡y eso, es ya una ruptura paradigmática y para la Historia¡ Pero lo dejo a la reflexión. Como dijo el poeta Campoamor “todo es según con el cristal con que se mira” Y, éste, es el de un servidor. Es cuánto.