Por Lilia Cisneros Luján
Aun cuando la avalancha de observaciones derivadas de la frase “el medio es el mensaje” parecían dirigirse más a criticar la personalidad del canadiense Marshall Mcluhan, que al determinismo tecnológico implícito en sus reflexiones, a casi 40 años, las mismas parecen haberse convertido en profecías. Entender los medios masivos, como una extensión del ser humano, en términos no solo de prótesis biónicas sino algo de lo cual es casi imposible prescindir como es común observar en las manos de millones de personas cuyos dedos se mueven sobre ellos con singular velocidad, es quizá la prueba fehaciente de dicha interpretación.
La ausencia de sensibilidad hacia la naturaleza de las innovaciones tecnológicas lo mismo que a sus consecuencias, impiden al ser humano –particularmente los niños y jóvenes- a valorar la importancia de derechos humanos como los redactados hace siete décadas y publicados en un documento que justo hoy recordamos. ¿Qué es más importante, contar con varios millones de seguidores, muchos de los cuales ni siquiera conocemos o mantener un blindaje de privacidad que garantice un ámbito de mi existencia, libre de observadores que puedan incidir en mi intimidad? Dependiendo de su particular desarrollo cada individuo está en la posibilidad de mantener relaciones múltiples, dependiendo cada una del contexto en el cual nos desenvolvemos. No se es el mismo en la escuela, el trabajo, el hogar, algún círculo –club, partido político, grupo de afines como rotarios etc.– donde se puedan identificar afines o disímbolos, que con los amigos o la pareja.
En 1948, se estableció en el articulo 12 de la Carta de los derecho humanos universales que: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, ni su familia, ni cualquier entidad, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques” ¿Cuántos casos conocemos, de jovencitas e incluso mujeres adultas víctimas de extorsiones por las imágenes que se han puesto a circular en los dispositivos móviles que se convierten en “mensajes”? Las ventajas de la privacidad, devienen en políticas, cuando los medios para la difusión de lo “íntimo”, son utilizados para la comisión de delitos, desde las diversas fases de la pornografía, sobre todo la infantil, hasta el secuestro o el homicidio.
El interés de Mcluhan para comprender a los medios, antes de juzgar –alabando o condenando- a la tecnología, estaba encaminada a determinar la idoneidad del mismo: medios duros –la piedra de las cuevas- pretendían la permanencia en tanto que otros –llamados ligeros según Harold Innis- el papiro o el papel, se podían considerar más democratizadores y esta naturaleza no necesariamente está asociada con la parcialidad, sino con las limitaciones derivadas de su propia naturaleza, como es el caso de la radio que no puede mostrar imágenes.
Ahora que los teléfonos celulares –más que su antecedente de las PC, con cámaras de video– han dado al traste con la privacidad e incluso condenan a quien se reusa al uso de tales “medios” al ámbito del bicho raro, anacrónico e inculto; podemos decir que efectivamente “el medio es el mensaje” un mensaje mediático que privilegia el espectáculo, el rating, y la masificación, todo ello en detrimento de un desarrollo personal pleno y multidimensional.
Eleanor Roosevelt, reflexionó justo en el contexto del análisis de las consecuencias de dos guerras mundiales “¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. (…) Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano”
Hoy, desde la ONU, se lanza una campaña para la difusión de un documento que ha sido traducido a más de 500 lenguas, una expresión de derechos asumida por prácticamente todas las legislaciones del planeta en el propósito de otorgar a las personas –más allá de sus diferencias por cualquier tipo– igual valor y dignidad. Una intención de condiciones de justicia y equidad que fomenten la unión de todos lo seres humanos, una luz que debiera ser seguida igual por migrantes que por posibles anfitriones, bajo la premisa de que los primeros tienen el derecho a llegar en tanto que los segundos deberían recibirlos sin más límites que el respeto a los propios derechos que el país receptor se ha dado. Una esperanza de igualdad y dignidad que sólo se rompe cuando una de las partes infringe los propios derechos humanos.
Escuchamos a muchos exigir el abandono de la intolerancia y la represión pero no siempre quienes esto demandan cumplen íntegramente los derechos civiles, políticos económicos, sociales y culturales de sus congéneres, con lo cual abonan al odio y la erosión del Estado de Derecho en todas las latitudes
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, ha resaltado que para “asegurar a todos el pleno e igual acceso a la educación, la posibilidad de investigar libremente la verdad objetiva y el libre intercambio de ideas y de conocimientos”[1], es menester insistir en infundir la paz y los valores humanistas en la mente de los hombres y las mujeres mediante la educación, la ciencia, la comunicación y la cultura. ¿Tuvieron esto en cuenta los responsables de organizar y procesar la reciente consulta sobre reforma educativa en México? Si al final del día se logra ampliar el derecho a las oportunidades de educación de aquellos que han quedado rezagados, en particular las mujeres y las niñas, más allá de si el medio es un libro de texto gratuito o una tableta, habremos logrado una magnífica celebración del 70 aniversario de los derechos humanos universales.
[1] Objetivos de la UNESCO