Acuérdate que eres polvo…

Por José Moreno Losada | Religión Digital

En un mundo donde el ser vulnerable muchas veces es signo de debilidad, el mensaje de Jesús nos llama a transformarla en fuerza. Él mismo se hizo vulnerable desde su nacimiento en un pesebre hasta su muerte en la cruz, mostrándonos que la grandeza no está en la autosuficiencia, sino en el cuidado mutuo y la compasión. Esta vulnerabilidad no es una debilidad, sino el camino hacia una vida más humana y cercana al Evangelio.

Nos encontramos en una sociedad que, bajo el peso del individualismo, ha descuidado el cuidado de la otra y del entorno. Es fácil caer en la trampa de la autosuficiencia, del éxito individual y de la indiferencia hacia las demás. Pero Jesús nos recuerda que estamos llamadas a algo mayor: a vivir desde el amor, a cuidar de las que más lo necesitan y a crear una cultura de fraternidad y justicia.

El camino cuaresmal nos lanza preguntas e interpelaciones: ¿cómo podemos construir una sociedad más humana y solidaria? ¿Qué cambios personales y colectivos necesitamos para lograrlo? No se trata solo de grandes acciones, sino también de pequeños gestos cotidianos que reflejan nuestra opción por el cuidado, tanto en nuestras relaciones personales como en nuestra relación con el mundo.

El proceso espiritual hacia la pascua nos invita a mirar nuestro entorno, nuestras comunidades, nuestros espacios de trabajo, barrios, pueblos y a preguntarnos cómo podemos ser instrumentos de cambio. Como cristianos tenemos la responsabilidad de discernir qué nos pide hoy nuestra fe y cómo podemos actuar, con humildad y ternura, para que la justicia y el cuidado sean la base de una nueva sociedad. Este es el momento de revisar nuestras decisiones, nuestras actitudes y nuestras prioridades, poniendo el foco en los más vulnerables que muestran necesidad de esperanza y en el mundo que nos rodea.

Hoy se nos pide ser algo más que jueces de la realidad, vivir la fe y la esperanza es un compromiso con la transformación. Es decidir que no queremos seguir siendo espectadoras, sino protagonistas de una sociedad más justa, solidaria, fraterna, pero sobre todo una sociedad cuidados. Será un buen ejercicio cuaresmal el centrar nuestra oración en la contemplación de Jesús, el Cristo, como un ser de cuidados.

 

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