El trenecito de Andrés

Por Francisco Ortiz Pinchetti

Hace algún tiempo sugerí en este espacio rescatar y rehabilitar el histórico Tren Olivo para que Andrés Manuel lo utilizara en sus recorridos por el país, dado la evidente predilección del tabasqueño –probablemente de orígenes infantiles– por ese medio de transporte. Un trenecito de a de veras, con su máquina de vapor y sus vagones acondicionados a todo lujo para llevar al Presidente de la República y sus invitados por las vías de toda la Nación.

Mi texto sobre el Tren Olivo fue publicado en junio de 2019, luego de que el propio Mandatario diera a conocer los pormenores de su Tren Maya en la península de Yucatán, considerado como el principal proyecto de infraestructura, desarrollo socioeconómico y turismo sostenible en la región sur-sureste del país. El juguetito presidencial tendría un costo de 160 mil millones de pesos, pero esa cifra aumentó y aumentó a medida que ha avanzado su cuestionada y complicada construcción, de manera que hasta ahora la cifra es ya de 200 mil millones de pesos. Y lo que falta.

Pocos serán ya los que tengan registro en su memoria de la existencia de un ferrocarril presidencial que dejó de usarse hace casi 60 años. El Tren Olivo, en efecto, fue comprado en Estados Unidos por el Presidente Plutarco Elías Calles en 1927 y utilizado sucesivamente por Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas del Río, Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.

Luego de recorrer todos los rumbos del país durante tres décadas fue dado de baja en septiembre de 1960 por Adolfo López Mateos, luego de un último viaje del mandatario a Dolores Hidalgo, Guanajuato, para la conmemoración de los 150 años de la Independencia de México. Por alguna extraña razón, el Toluco López, como le decían al mexiquense, ya no quiso regresar en el convoy y ordenó su desmantelamiento.

Hasta donde pude saber, el convoy fue enviado a Aguascalientes para ser desarmado, pero una noche tres de sus operarios –el maquinista, el auditor y el mecánico—engancharon tres de los vagones a un tren de carga. Se los robaron. Los llevaron primero a Mérida y luego a Campeche, como lo confesaron a las autoridades en 1970. Al enterarse de esta historia inaudita, Luis Echeverría Álvarez dispuso su rehabilitación y su traslado en 1974 (hace 47 años) al Museo Tecnológico de la CFE (Mutec), en Chapultepec, donde hasta hoy están arrumbados.

El Tren Olivo fue considerado en su tiempo el segundo ferrocarril más lujoso del mundo, después del convoy papal. Tan suntuoso era que suscitó protestas populares. Alguien lo describió como “un tren de ensueño”, con ventanas de cortinas de terciopelo, acabados de madera tallada, sillones de cuero azul, alcobas presidenciales, baños con tina de porcelana, oficina postal y de telégrafos, cocina importada, aire acondicionado y un comedor de caoba para 14 personas con vajilla de plata. Además, en otro de sus coches, alojamientos para invitados especiales, otro comedor para 30 personas, salones de juntas, observatorio, sala de espera.

Tal vez eso inhibió al Presidente de la austeridad, el caso es que mi propuesta no fue siquiera considerada, como era de esperarse. Ahora la recuerdo a raíz del ruido que causó hace unos días un video en el que Andrés Manuel viaja en un tren no identificado a través de parajes que él asegura forman parte del nuevo aeropuerto “Felipe Ángeles” de Santa Lucía.

La verdad es que resultó muy tierna la escena en la que se ve al Mandatario sonriente, flanqueado por su esposa y su delfina, disfrutando como niño el recorrido real o virtual en el trenecito del aeropuerto real o virtual de Santa Lucía, mientras en los asientos posteriores los miembros reales o virtuales de su gabinete festejaban sus ocurrencias infantiles. Se miraba feliz, como un mocoso travieso de Macuspana.

Claro, no faltó después quien lo criticara por presentar supuestamente un montaje, con un tren inexistente, que según él podrá recorrer el trayecto entre la vieja estación de Buenavista y el flamante aeródromo ¡en sólo 45 minutos!, seguramente a velocidad de tren-bala japonés si se considera que es una distancia de más de 50 kilómetros y que tendría que hacer alguna parada intermedia.

En el diario El País leí una crónica que se refería a ese video. Decía el texto que aunque el proyecto no estará listo hasta 2023, según se tiene previsto, el mandatario ha montado un video promocional en donde aparece junto a su esposa y otros funcionarios sentados en la cabina de lo que parece un vagón antiguo. “Estamos ya en el tren del nuevo aeropuerto”, dice entre risas frente a una cámara. “Se va a poder llegar por autopistas y por un tren moderno desde Buenavista, y se conserva el tren de carga”, asegura.

Añade el rotativo español que la unidad en la que viaja el presidente y parte de su Gobierno ha generado cuestionamientos acerca del avance real del proyecto. En las imágenes solo se observa una parte del tren mientras avanza por las obras del nuevo aeropuerto. Las vías del ferrocarril lucen listas, pero de la maquinaria solo se ve una parte de un vagón. Al finalizar el recorrido, la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, ha compartido un video en sus redes sociales, donde muestra una unidad que pertenece a una colección de trenes del siglo pasado que fue rescatada hace un año por el Ejército.

Al margen de que suene bastante absurdo que el jefe del Ejecutivo diga que el ferrocarril estará listo a finales de 2023, cuando según él mismo ha asegurado que el nuevo aeródromo estará listo e inaugurado en marzo de 2022, dentro de tres meses, lo que me parece más inquietante es la duda de que si cuando esté en operación ese pregonado tren-bala tendrá pasajeros: hasta ahora, el desinterés de las líneas aéreas nacionales e internacionales por utilizarlo no parece muy alentador.

Independientemente de las elucubraciones de todo tipo, algunas claramente francamente enfocadas a golpear al Presidente, lo que para mí es más rescatable del ya célebre video es el regusto que se nota en el aniñado Andrés por la aventura de viajar en su trenecito anhelado, seguramente como lo hizo, de manera real o imaginaria, en algún momento de su infancia en tierras tabasqueñas. Y pienso que está en su derecho, qué caray. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

PRIMERO LOS POBRES. Desde la óptica de López Obrador, debiera resultarle intolerable el solo afán de Santiago Nieto Castillo de adquirir e irse a vivir a una mansión de 24 millones de pesos en San Ángel, apenas con tres años como titular del UIF: es absolutamente incongruente con la austeridad republicana que el mandatario inculca entre los miembros de su esquipo. Sin embargo, le parece (como Manuel Bartlett Díaz, Julio Scherer Ibarra y Alejandro Gertz Manero, entre otros) una persona “íntegra” y “honorable”.

@fopinchetti

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