Lionel Messi: se precisan infancias para amanecer

“Tristeza”. Con llanto y con esta palabra fue como definió Messi el retiro del Barcelona, club que lo cobijó cuando no lo hacía un Estado devastado, como lo fue el argentino a fines de los años 90′, en que el sistema de salud era desfinanciado, y cuando ningún club de Argentina le quiso financiar su tratamiento de salud. Nos preguntamos por el rol del Estado y de los clubes frente a la salud de las infancias. Una mirada sobre este tema a partir de la historia del ídolo mundial de fútbol. 

Por  ANRed


Hoy realizaba una conferencia de prensa Lionel Messi desde Barcelona, Cataluña, la tierra en donde -como contó- crió a sus hijos, “tres catalanes argentinos”, a los que les prometió regresar. En la conferencia se despedía de este club que desde sus 13 años lo recibiría, siendo un niño, ya que en su país sudamericano, Argentina, la familia no podía costear el tratamiento hormonal que debía realizarse por un problema de déficit de crecimiento.

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Messi es en la actualidad, según la FIFA, el mejor jugador de fútbol del mundo, ganando cinco veces el Balón de Oro. Fue campeón unas 35 veces con el Fútbol Club Barcelona y campeón de la Copa América con la selección argentina recientemente. Lionel es igualmente idolatrado por niñas y niños, como admirado por jóvenes y adultos que aman el futbol en todo el mundo, trascendiendo fronteras y colores de camiseta.

Messi nació el 24 de junio de 1987 y se cuenta que pesó 3,6 kg. Nada daría a pensar los problemas de crecimiento que tendría siendo niño. Nació en la ciudad argentina de Rosario, a orillas del Río Paraná, y se cuenta que su familia era muy pobre y que de chiquito jugaba descalzo con sus hermanos Matías y Rodrigo, y su primo Tomi.

Siendo niño ya le gustaba el fútbol. Lio iba a hacer las compra con una pelota bajo los pies, y si no se lo permitían se sentaba en el suelo y se cruzaba de brazos en señal de protesta. Se cuenta también que cuando quería jugar y no tenía una pelota se fabricaba una él mismo con bolsas y medias viejas.

El primer equipo en el que jugó se llama Club Abanderado Grandoli, y está a unas pocas cuadras del rio Paraná en Rosario. El primer día que jugó, el entrenador de las categorías inferiores necesitaba un jugador, vio a Lio rebotar la pelota contra la pared, y lo invitó a sumarse al equipo.

El papá de Messi era presidente de este pequeño club de fútbol de barrio, como tantos clubes que cerraron sus puertas en la debacle del 2000, que tan bien retrata el film Luna de Avellaneda. Un perfil de club del que la generalidad de estas instituciones se han alejado en el presente. Se cuenta que un día que el padre de Messi se quedó sin dinero y no pudo pagar la entrada al Grandoli, el pequeño fue expulsado del club por eso.

Un fotograma de Messi. Fuente: El Cultural.

Poco tiempo después entra en las categorías inferiores de Newell’s Old Boys. Mandatos de masculinidades de por medio, porque claro está que los hombres también lloran,  hoy en la conferencia de prensa en Barcelona se vio a un Lionel niño-adulto que también siente y llora desconsoladamente. Y claro, como decíamos, mandatos de por medio, se cuenta que cada vez que Lio perdía un partido en Newell’s -aunque fuera el entrenamiento- lloraba, y como sabemos en un ámbito tan patriarcal como lo es el fútbol, sus compañeros le habrían puesto motes por esto.

El  niño que está debajo del arquero es Lionel Messi

De carácter perseverante, humilde, callado y hasta enigmático, Lionel se hizo conocido con el equipo como “la pulga”.  “La Maquina” le decían a este equipo porque no paraban de hacer goles y ganar. Tenía unos 10 años cuando sorprendía incluso en torneos fuera del país.

En la escuela no le iba bien, el mismo Messi ha reconocido que aunque en el colegio era muy tranquilo, no tenía buenas notas. Sí era bueno en geometría, una materia que claramente podía aplicar en la cancha y el juego.

Tenía sólo 11 años cuando sus padres se dieron cuenta que el pequeño no crecía a un ritmo normal y decidieron consultar a un médico. Los exámenes develaron la existencia de una disfunción hormonal que retrasaba su crecimiento óseo. Le informaron que si no se trataba pronto, Lionel no podría volver a jugar al fútbol. El tratamiento costaba nada menos que $900 al mes (eran en aquel entonces unos 900 dólares mensuales) y sus padres no podían pagarlo.

Así es que inicialmente Newell’s, el club donde jugaba, le dijo que no podía costeárselo. River Plate, club con en el que se probó y con el que conversó la familia, tampoco se comprometió a hacerse cargo. Así fue que llega el contacto con el Barcelona, que pondría como cláusula el financiamiento para mejorar la calidad de vida de Lionel. Un 14 de diciembre de 2000 el padre de Messi firma el contrato. Cuánta ironía detrás de esto que envuelve una realidad social y que hace a las estrategias de las familias para resolver problemas de salud de los niños en nuestros países: se cuenta que al presente este primer contrato que se habría escrito en una servilleta de papel,  es guardada como objeto de colección  al que muchos aspiran, en una caja fuerte de un banco, por uno de los dirigentes del Barcelona.

La servilleta con el compromiso que Carles Rexach firmó en nombre del Barcelona para contratar a Messi. Foto: Infobae

Así, con sólo 13 años, Messi firma su primer contrato profesional y tiene que viajar, inicialmente con su padre, pero un tiempo debe quedarse solo en otro continente, en otro país, otra cultura, que le resultaba ajena, y para la familia estar lejos de un niño. Tal como él lo ha contado, fueron momentos muy difíciles en los que se sentía desorientado y triste. Ha referido que aquél problema le hizo convertirse en una persona más fuerte, formó su carácter y le permitió ser el jugador que es, que le ayudó a proponerse nuevas metas, a no tener miedo y a ser más exigente y responsable en otras esferas de su vida.

A partir de ahí se somete a un tratamiento con hormona de crecimiento para poder alcanzar una estatura propia de su edad. El Barcelona fue un club que lo apoyó siendo ya una “joven promesa”, como le dicen en el fútbol, lo apoyan tanto deportiva como humanamente.

Entró a jugar en las categorías inferiores del Barcelona. Debuta en primera en 2003, en un partido amistoso, y ante sus progresos en 2004 la selección española le ofreció jugar (Leo tiene doble nacionalidad),  pero se negó ante la expectativa de  que le llamara la selección argentina.

Su problema de salud fue tratado en la ciudad catalana y se quedó a jugar hasta el presente ininterrumpidamente en el club Barcelona. Sus detractores dicen que no tiene un «físico musculoso» y que es bajito, ante lo que Messi bromea con su baja estatura y señala con humor: “eso me hace estar más cerca del suelo, así controlo mejor la pelota”.

En 2006 es convocado por la selección argentina, siendo el jugador más joven en debutar con la selección argentina en un Mundial.  Es sabido también su enorme amor por su abuela, a quien le dedica en su clásico gesto hacia el cielo, cada gol que realiza;  Messi alza las manos y con los dedos apunta al cielo, en donde «está la abuela» que falleció sin verlo triunfar.

Leo Messi haciendo la clásica dedicatoria a su abuela fallecida después de un gol. Fuente: Flickr.

Una historia, la de Messi, nos ilustra la realidad de miles de niñas y niños que entran a jugar a los desfinanciados clubes de barrio, que se prueban en otros más consagrados y sueñan con ser futbolistas. Nos ilustra la realidad de familias que atraviesan problemas de salud de esos niños. Y nos preguntamos sobre el rol del Estado respecto de la salud de esas infancias y qué acciones se realizan desde las instituciones estatales en este sentido.  Nos preguntamos sobre el rol de los clubes en el cuidado de la niñez; porque como escribía el querido Daniel Viglietti, «se precisan niños para amanecer».

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