Política imperial y derechos humanos

Por John M. Ackerman

— Joe Biden ha declarado que America is back en el escenario mundial, después de cuatro años de la mirada insular y provinciana de Donald Trump basada en su lema America first. Pero para los pueblos del mundo este retorno al supuesto liderazgo internacional de Estados Unidos se vive más bien como una renovación del intervencionismo y el imperialismo de Washington.

Durante los primeros meses de su gestión, el gobierno de Biden ya ha bombardeado Siria, acusado a Vladimir Putin de ser un asesino y provocado la ira de los chinos al iniciar su primer encuentro bilateral con torpes reclamos de parte del canciller Anthony Blinken sobre el respeto a los derechos humanos en aquella nación asiática.

En América Latina las cosas no pintan mejor. Al más puro estilo trumpista, la semana pasada Blinken recurrió a su cuenta de Twitter para defender a la golpista ex presidenta Jeanine Áñez y acusar al nuevo gobierno de Luis Arce de tener un comportamiento antidemocrático por la supuesta politización del sistema judicial (https://bit.ly/3rQW7OX).

En el mismo tenor, la OEA de Luis Almagro, fiel sirviente de Washington, emitió hace unas semanas un comunicado también condenando el supuesto abuso de mecanismos judiciales que nuevamente se han transformado en instrumentos represivos del partido de gobierno en el contexto de la detención de Áñez (https://bit.ly/3muX2Uh).

Una de las estrategias más socorridas por los gobiernos emanados del Partido Demócrata, como Biden, Obama y Clinton, es el uso hipócrita del discurso de los derechos humanos para encubrir y supuestamente justificar un renovado intervencionismo internacional.

Por ejemplo, el nuevo Informe global sobre derechos humanos publicado hace unos días por la Secretaría de Estado del gobierno de Estados Unidos (https://bit.ly/2PYImAd) repite las mismas mentiras y exageraciones de siempre sobre el supuesto peligro de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel para la democracia y la estabilidad de América Latina.

Sobre México en particular, con enorme hipocresía, el informe critica las lamentables violaciones a los derechos humanos de migrantes en México, muchas de las cuales son resultado directo de las presiones, los chantajes y las políticas impuestas por Washington. El documento también lanza críticas gratuitas tanto hacia la Secretaría de la Función Pública, encabezada por la doctora Irma Eréndira Sandoval, como a Sanjuana Martínez, la directora general de Notimex.

Respecto de Notimex, el informe no hace otra cosa que reproducir las especulaciones de Artículo 19 y Signa Lab sobre un supuesto acoso en redes dirigido por Martínez, sin hacer ningún esfuerzo de verificación o comprobación de la información proporcionada. El informe también menciona solicitudes para remover contenido de Internet realizadas en realidad durante el gobierno de Enrique Peña Nietocon el fin de dar la impresión de que el gobierno de López Obrador también hubiera incurrido en esta práctica.

Queda claro que lo que busca el gobierno de Biden no es documentar de manera rigurosa la realidad y mucho menos defender los derechos humanos, sino sólo recoger chismes que en su momento podrían ser utilizados para chantajear o presionar al gobierno de López Obrador.

Se confirma la hipótesis que ya hemos comentado en estas páginas respecto de la histórica falta de compromiso de Biden con los principios democráticos a lo largo de su carrera política (https://bit.ly/2PxQM1P). Como senador fue uno de los principales promotores del asesino Plan Colombia, de Bill Clinton, así como audaz porrista de la guerras de George W. Bush en Afganistán e Irak. Como vicepresidente con Barack Obama, Biden avaló el golpe de Estado contra el presidente de Honduras Manuel Zelaya y declaró al gobierno venezolano como amenaza a la seguridad nacional.

En general, Estados Unidos no tiene ninguna autoridad moral para calificar o exigir nada en materia de derechos humanos. El encarcelamiento de menores migrantes, la operación de la prisión de Guantánamo, la permanente violencia de fuerzas policiacas contra afroestadunidenses, las constantes masacres perpetradas por ciudadanos contra grupos raciales minoritarios y los recientes bombardeos en Siria son sólo algunos de los ejemplos más recientes del permanente desprecio de Washington hacia los derechos humanos en el mundo.

Si Artículo 19 fuera una organización realmente independiente, estaría profundamente indignada y escandalizada por la evidente utilización política de sus investigaciones por la oficina de Blinken. Su silencio cómplice en este tema confirma las dudas fundadas con respecto a la falta de autonomía plena de esta organización de los intereses de quienes financian sus investigaciones (https://articulo19.org/sobre-a19/financiamientos/).

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